Accesorios para parecer alguien normal.- Melómano
Fecha Wednesday, 15 October 2008
Tema 070. Costumbres y Praxis


Para cualquiera que sepa cómo vive un numerario, está claro que el gusto musical del prelado es a lo mucho la exageración de una verdad a medias. Para empezar, nada de espectáculos públicos. Es decir, olvídate de los conciertos. Sólo te queda el recurso de la música grabada en CD, pero ¿cómo hace para comprarla? Como no se dedica profesionalmente a la música, no puede gastar en ella regularmente sin que el secretario de su centro prenda la luz amarilla o roja. Si sus discos son fruto de las Befanas (Reyes) de años, de seguro llegó un momento en que le dijeron que se estaba apegando a su colección, que mejor la entregara. Además, cuando cambias de centro no debes llevarte CDs contigo, se deben quedar en la sala.

El prelado, ¿un aficionado a la música?...



La verdad no creo que si quiera sepa de la existencia de la hermosa tienda de música a un costado del Panteón donde se dan cita los melómanos de Roma, ni de un blog donde se intercambie información sobre las grabaciones de Beethoven, ni de un club, ni nada.

Pero la (falsa) melomanía del Prelado revela mucho más de lo que a primera vista parece. Más que una moda, pasajera y vaticana, es algo necesario para parecer alguien normal entre sus iguales de la curia vaticana. Que haya sido la música es lo de menos. Bien pudieron haber inventado amor por las mascotas, como lo hicieron en alguna ocasión con Joaquín Navarro Vals (en breve me explico).

Ser numerario y ser figura pública es todo un reto. Tarde o temprano cae la entrevista y entonces quieren saber un poco más quién eres en el fondo. Una vez hicieron un documental sobre Joaquín Navarro Vals, entonces portavoz de la Santa Sede. Sus dotes de comunicador son innegables y no están a discusión. Pero el documental no iba a ser sobre su manejo de la información pública durante el pontificado de Juan Pablo II, sino sobre él, su persona y su vida. Una de las escenas lo mostraba jugando con dos perrazos pastor alemán en una playa cercana a Ostia mientras se decía algo así como: “ellos son sus únicos compañeros de vida”. Los perros en realidad eran los guardines de Cavabianca, que fueron usados ad hoc como accesorio para parecer alguien normal. Navarro Vals no sabía ni sus nombres antes de la filmación y los encargados de cuidar a esos perros estaban fuera de cámara dándoles instrucciones para que diera la apariencia que obedecían al portavoz. ¿Por qué mejor decir que vive junto con fulano, zutano y mengano en un centro del Opus Dei, todos los días desayuna, come y cena con ellos, comparten amenas sobremesas, en los veranos se van juntos a tal casa de retiros…? Todo el mundo lo sabe: si alguien pone la lupa en un centro de mayores se encuentra con una colección de enfermedades mentales y rarezas de carácter. Si los entrevistaran también a ellos…, súmale que después de un tiempo lo vuelven a entrevistar y preguntan de nuevo por los “compañeros de vida”… ahí es cuando se tienen que dar razones de por qué aquel o aquel otro se fue. Mejor presentarse como un solterón al que le gustan (falsamente) los perros, engañando con una sibilina restricción mental (que se les saca a pasear, se les cepilla el pelo, se les lleva al veterinario, se les cruza, etc.) que decir: esta es mi vida real, conózcanla.

Pero el problema no es exclusivo de numerarios que son figura pública. Todos los que aún se mantienen medianamente en el mundo, no encerrados en su cuarto, necesitan accesorios para parecer alguien normal. Ahora que está de moda el Facebook pueden encontrarse páginas de muchos que aún están dentro. Pregunta para el examen de conciencia de los que leen esta página: lo que pongo en el Facebook, ¿refleja lo que en verdad me gusta, lo que hago, lo que soy? ¿O en realidad se trata de una máscara, de un accesorio para parecer alguien normal?

La música, unos perros, el Facebook. La lista de accesorios para parecer alguien normal puede agrandarse indefinidamente porque un numerario no es alguien normal, alguien como los demás, por más que le hayan dicho que lo iba seguir siendo o que lo es.

La diferencia entre la melomanía del Prelado, y la de un melómano; el amor a los perros de Navarro Vals y el de cualquier persona cualquiera con perro, y el Facebook de un numerario y el de su amigo es la misma que hay entre una copia y una pintura original: la autenticidad.

Melómano







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