Sobre los adscritos y sus horarios.- ashitaka
Fecha Wednesday, 15 October 2008
Tema 010. Testimonios


Al leer el escrito de Supo me han venido un montón de recuerdos de mi etapa de adscrito a un centro de San Rafael.

Yo fui aspirante de los 14''5 a los 17, y pese al relativamente poco tiempo que estuve, me enteraba de las cosas bastante más que la media. Sin embargo, al ser mis padres supernumerarios, ir a una obra corporativa, tener a un hermano numerario, e ir al club desde los 9 años... prácticamente era de la obra desde los 13.

Recuerdo que empecé a ir a la oración de la mañana incluso meses antes de tener la edad para poder pitar. Recuerdo que con 14 años me levantaba a las 6:00 de la mañana para acudir al centro, aprovechando el viaje de un vecino (cuyo hijo me llevaba unos años pero también era aspirante), y llegábamos al centro (bastante lejos) a eso de las 7:00, cuando los residentes salían de la ducha como si fueran zombies. Era lo más patético que hice en mi vida. Porque como en teoría teníamos que ir a Misa en el colegio para dar ejemplo, pues estábamos en la oración y luego no salíamos y perdíamos el tiempo hasta la hora de ir a clase (tiempo que aprovechaba para escribir). Después íbamos al colegio (no bajábamos con los residentes profesores para no producir escándalo, como si la gente no supiera de qué iba el asunto), comíamos allí, y tras la clase de la tarde de vuelta al club a estudiar. Un breve momento de merienda, oración de la tarde, y luego hora y media de estudio (muy justa, porque tenías que hablar con un residente y con el cura todas las semanas). Después siempre había o círculo de San Rafael, círculo breve o algo así. También aprovechábamos para desfogarnos y nos dedicábamos a hacer el garrulo por el club de críos. A eso de las nueve menos diez nos íbamos del centro, y yo llegaba a casa a las nueve y media de la noche. Y para dormir ocho horas tenía que estar a las diez en la cama.

Ese fue el principio de una larga serie de problemas con el sueño que durante todo mi período en el opus siempre estuvo presente de una forma u otra y que le cogiera verdadera manía al llamado minuto heroico. A veces, cuando suena el despertador, me acuerdo de los miles y miles que ni se permiten unos instantes de placer a primera hora de la mañana y deben saltar como un resorte so pena de ser corregidos impacable-fraternalmente. ¡Pobres desgraciados!

ashitaka







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