Panamá, jueves 2 de octubre de 2008
mandato. SUS ‘FIELES’ TIENEN LA OBLIGACIÓN DE ‘ILUMINAR LA CONCIENCIA’ DE LOS DEMÁS.
Opus Dei, poder y secretismo
No se sabe a cuánto asciende el patrimonio del Opus Dei y los miembros no revelan su identidad.
La comunidad Opus Dei de Panamá es una de las más pequeñas de Latinoamérica: son entre 50 y 60 miembros.
Flor Mizrachi Angel
Prensa.com (PANAMÁ)
El Opus Dei, “la fuerza más polémica de la Iglesia católica” –como la describe el periodista y vaticanólogo John Allen–, cumple hoy 80 años.
Y mientras sus miembros lo defienden asegurando que está basado en la búsqueda de la santidad en la vida diaria, especialmente mediante el trabajo, sus opositores cuestionan su transparencia, critican su autoflagelación y repudian su misión pública.
Esta rama del catolicismo –fundada el 2 de octubre de 1928 por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer– está impregnada de poder. Sobre todo después de 1982, cuando el papa Juan Pablo II le otorgó –aún cuando los dos Papas anteriores se la negaron- la categoría de Prelatura Personal.
Este estatus, explica Luis Otero en el ensayo Los Entresijos del Opus Dei, le permite desde entonces a esa agrupación “gozar de total independencia en el seno de la Iglesia y no estar sometida a la jurisdicción territorial de las diócesis. Todas las decisiones de la prelatura son secretas y el prelado únicamente debe dar cuentas al Papa en persona”.
Pero no solo las decisiones son secretas. El nombre de sus miembros también es de carácter privado. “Cada quien tiene derecho a su intimidad, su pertenencia es una cosa personal. Las personas que conocen a un fiel del Opus Dei saben que es del Opus Dei porque no lo ocultan, pero tampoco lo vociferan”, justifica Joaquín Trigueros, director de comunicación de esta prelatura para Costa Rica, Panamá y Nicaragua.
No se sabe exactamente a cuánto asciende el patrimonio del Opus Dei. Sin embargo, una investigación realizada por El País en 2006 constató que, al menos, ha “gestionado”, “prestado asistencia espiritual” o “aportado profesionales” a 15 universidades, siete hospitales, 11 escuelas de negocios, 36 escuelas primarias y secundarias, 97 escuelas profesionales y 166 residencias universitarias “que se identifican plenamente con la Obra”.
En Panamá, confirmó Trigueros, hay tres de esos centros: dos en la capital y uno en el interior. En Cerro Azul está el centro de gestión de microempresas Tagua, y en la urbe están el Centro Cultural Rocazul y la residencia universitaria Entremares.
Fundada en 1996, la comunidad Opus Dei de Panamá es una de las más pequeñas de Latinoamérica: son entre 50 y 60 fieles, dice Trigueros, aunque acepta que hay “más de mil colaboradores”.
Panamá es parte de una región que conforman además Costa Rica y Nicaragua. El vicario del área es Luis Baura de la Peña, quien vive en Costa Rica.
Los “colaboradores” son otro punto fuertemente cuestionado. Al Opus Dei se le acusa de elitismo porque cuenta con el apoyo de personas con importantes influencias entre las élites económicas, culturales, sociales y políticas, y porque recluta estudiantes de universidades renombradas para formarlos bajo sus preceptos religiosos, para que luego estos ejerzan sus influencias en la vida pública.
Trigueros no lo desmiente: “El Opus Dei hace labor con personas de todos los estratos sociales (…) Por supuesto que hace apostolado con personas preparadas y esas personas muchas veces coinciden en que son personas bien situadas”.
Lo anterior, sumado a que los miembros del Opus Dei tienen la misión pública de llevar a la mayor cantidad de personas posibles sus valores –desde cualquier profesión en la que se desempeñen– es otro de los aspectos criticados a la agrupación.
La labor apostólica de los miembros del Opus Dei no se limita a su ambiente privado, familiar o de amistad: ellos tienen la misión de “iluminar conciencias”. Para ello deben encontrar su espacio en la vida pública -por ejemplo en la política o los medios de comunicación- y propagar sus principios, directa o indirectamente, con el fin de convertirse en un ejemplo para los demás ciudadanos y lograr lo que ellos consideran una sociedad mejor.
Durante el régimen franquista, por ejemplo, varios miembros del Opus Dei ocuparon cargos de alto rango -como ministros- obteniendo gran parte del control del país.
El dilema está en que los “valores” del Opus Dei –entre ellos el rechazo al aborto y a la esterilización, así como la práctica de la castidad como camino a la santidad– son vistos por algunos como extremistas o ultraconservadores.
Un último punto cuestionable es el autocastigo físico de los miembros del Opus Dei, para quienes, según el libro Camino, escrito por Escrivá de Balaguer, el sufrimiento es un método para llegar a la santidad. Aún hoy, algunos de los miembros de esa agrupación usan un cilicio alrededor de la mano, cintura o pierna, para imitar a Jesús en la cruz. Para Trigueros, “siempre se ha vivido en la iglesia. Es llevar una vida de penitencia”.
Escrivá de Balaguer, diseñado para convencer
Josemaría Escrivá de Balaguer estaba convencido de que él había sido elegido por Dios para ser santo, y para convencer a otros para que también lo fueran. Y con esa filosofía en mente, se convirtió en sacerdote, en 1925 –con 23 años de edad– ,y tres años después fundó el Opus Dei.Desde entonces y hasta su muerte, en el año 1975, se dedicó a reclutar personas. Al principio solamente consideró a los hombres, y dos años después abrió el compás a las mujeres. Su poder de convencimiento era tenaz y la seguridad y los ánimos que irradiaba, impresionantes.
Entre usted mismo a Youtube, escriba su nombre y compruébelo. Escrivá de Balaguer es, para sus seguidores, un santo universal y un líder espiritual. Tanto que fue beatificado en el año 1992 y canonizado en el año 2002. Eso fue visto con buenos ojos por las figuras de la jerarquía eclesiástica, pero fue fuertemente criticado por los detractores de la agrupación, quienes adujeron que el proceso había sido muy rápido e irregular.
