Con todos mis respetos para quienes se han tomado la molestia de rebatir los enredos de Morgana (yo misma he caído en la trampa algunas veces), pienso que no vale la pena malgastar tiempo entrando a ese tipo de provocaciones.

Puede ser que me equivoque, pero estoy ya convencida de que Morgana es un personaje ficticio que el encargado de seguir la página, de la Oficina de Información, ha creado esta vez para distraer la atención hacia los asuntos que a ellos les interesan en cada momento: Morgana no es un ser real, con sentimientos: esa frialdad, esa pertinacia, esa desconsideración con la historia real de tant@s damnificados por el Opus Dei.

            Como he dicho en ocasiones anteriores, respecto de otros personajes artificialmente inventados por esa Oficina, es mejor no debatir con este tipo de encargados, que cumplen su encargo despiadadamente, como si del Silas del Código Da Vinci se tratara, hasta que, cuando les hace mella lo que leen en esta Web, dan el portazo y se van, según nos contaban recientemente de Argentina.

            Por eso aplaudo la decisión de Agustina de no permitir que se instrumentalice esta Web para los intereses torticeros de individuos que parecen haber perdido el yo, la conciencia, los sentimientos.