Querido Antonio:
Te veo muy bien en la foto que has enviado. Te mando desde aquí un fuerte abrazo. Y como me ha dado un poco de envidia verte ahí, quizás me anime a enviar una foto mía. Has hecho muy bien en dejar de fumar. Yo lo dejé hace 15 años y tras pasar por la etapa del sobrepeso me mantengo en unos razonables 90 kilos, jejeje. Y menos mal que juego al tenis.
Recuerdo el día en el que le dijiste a don Miguel Ángel que te ibas. Habíamos desayunado ya la mayoría de los residentes del centro de estudios y estábamos dos o tres en el pasillo que conducía de la sala de estar al oratorio, esperando para consultar cosas con Eduardo (el director) o con Juan Ignacio (subdirector), que creo que estaban en el oratorio. De pronto vino don Miguel Ángel muy apurado y con prisas, y al ver a Eduardo de dijo que fuera a hablar contigo, que estabas en el comedor. Eduardo, que no percibía la urgencia de la situación, respondió con tranquilidad que “luego” hablaría contigo, y ante la insistencia de don Miguel Ángel preguntó Eduardo si es que el asunto no tenía espera o qué era lo que pasaba, a lo cual don Miguel Ángel respondió:
¡Que dice que se va!. Pero vamos... que si no hablas con él se va ya mismo, en cuanto termine de desayunar...
Yo, que andaba ya dándole vueltas a la idea de irme, envidié tu decisión.
José Antonio.