Meter el miedo en el cuerpo, en el alma y en todo el ser.- Carmen Charo
Fecha Wednesday, 31 March 2004
Tema 040. Después de marcharse


Para Galileo (29-3-04)

Querido Galileo, yo creo que cuando salimos de la obra muchos nos encontramos perdidos, tanto en el tema de la fe y el trato con Dios, como a nivel humano, portándonos como niños o adolescentes en tantas ocasiones, porque la obra, si eres medianamente dócil, anula la personalidad, corta el crecimiento natural de la persona en todos sus aspectos. Esto es aún mayor si se ha pitado muy joven y si siempre se ha trabajado en tareas internas.

Yo no sé si el fundador tuvo en algún momento la intención de crear un camino de santidad para los laicos, pero lo que sí es que ahora la obra, es un camino de busqueda de poder humano, una estructura humana muy bien diseñada para ese fin. Todo lo demás forma parte de la estrategia, es un instrumento para conseguir el fin.

Se consige con mucha eficacia meter el miedo en el cuerpo, en el alma y en todo el ser, de forma que todas las personas se sientan permanentemente inseguras en su modo de actuar, en su modo de pensar y razonar. Se forman robots, gente rara, neurótica, niños con canas. Y en la medida en que uno conserva cierta sensibilidad interior y no tapa la boca de su conciencia, puede conseguir salir del hoyo, o como decía Zuri, hay quien pretende quedarse y hacer compatibles sin confrontación el espíritu de la obra y sus propias convicciones, con el riesgo de que en el momento menos pensado explote semejante bomba, bien decidiendo la salida o cayendo en una enfermedad crónica.

En esta página he tenido muchas veces la sensación de que aún mantenemos ese miedo, esa duda de si será verdad que pecamos, que nos condenaremos si abandonamos el trato con Dios y nos alejamos de la Iglesia. Muchas veces seguimos justificándonos, señal de que mantenemos el temor. ¡Realmente han trabajado bien en nuestra conciencia!

Como cuentan Daniela y Brisas en su correo de ayer, yo creo que no nos alejamos de Dios al salir de la obra, aunque abandonemos el trato con El tal y como lo vivímos allí. Eso era una caricatura de Dios. Al salir uno se da cuenta de que ha estado como una momia dentro de una vitrina, o peor, ya que solemos salir con mucho desgaste y muchos miedos añadidos. Lo primero que hacemos es quitarnos todas las vendas que nos aprisionan y nos impiden el movimiento y el crecimiento. Por eso, dejamos el trato con Dios, nos podemos alejar de la doctrina de la Iglesia... podemos caer en actos propios de adolescente de autoafirmación, permitimos que se desboque nuestro mundo emocional porque no lo conocemos y no sabemos cómo dirigirlo... A mi me parece que todo esto es la consecuencia lógica al retomar de nuevo nuestro crecimiento como personas. Al salir de la obra, por lo menos en mi experiencia, es cuando considero que he empezado a vivir, a ser yo, a conocerme y a quererme.

Bueno, ya vale de rollo.

Un fuerte abrazo para todos.

Carmen Charo







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