Querida Ana,

como fui yo la primera que opiné, en una nota tras el correo de Carmen Charo, sobre el tema de las supernumerarias que han escrito recientemente aquí, aprovecho para opinar sobre el mismo tema contigo, por lo que escribes en el correo que antecede a este mío. Lo hago en un correo y no como “nota de Agustina” para que sea más fácil hacer el link a tu correo o a este mío.

Tienen el derecho a decir lo que ven dentro y que no les gusta, porque no será en la web oficial del opusdei donde les publiquen. Lo que no les gusta, les duele o escandaliza, les puede llevar, poco a poco, a tomar la decisión de que ahí no pintan nada o darse cuenta de que están siendo engañadas o que las cosas cambiarán. Cada uno tenemos nuestro proceso. Tú estuviste 19 años, yo 8, y ni tú ni yo somos más listas ni menos que ellas. A mí me ayudó mucho, en los meses previos a mi marcha, una supernumeraria. Y me ayudó después. Pero no se fue porque yo me fuera, siguió dentro unos años más, se marchó del opusdei cuando ella “lo vio”.

Tengo una cuñada supernumeraria y la quiero mucho, igual que ella a mí. Cuando nos vemos, en algunas cosas de la obra estamos de acuerdo, pero por encima de todo, somos amigas, familia. Ella tiene más que perder que yo por su trato conmigo –de cara a la obra- pero nunca nos ha separado la obra, cosa que le agradezco porque a veces tiene que dar la cara por su cuñada “la López de los Mozos”... El mismo apellido que llevan sus hijos, mis sobrinos.

Mi hermano, su marido, que primero fue numerario y después supernumerario durante un montón de años. Hace 3 o 4, le dijeron que no renovara y ¿sabes qué? que le hundieron psíquicamente porque no estaba preparado para creer “que Dios ya no le quería y le rechazaba”. Tiene 58 años, es arquitecto... y tiene los síntomas, avanzados, de Altzheimer. No puede trabajar y es mi cuñada quien está sacando adelante a sus dos hijos –el mayor se casó hace dos años-. Mi cuñada no había trabajado fuera de su casa y disfrutaba de una situación económina más o menos desahogada; ahora está de dependienta en unos grandes almacenes. Y me quito el sombrero ante ella, supernumeraria. 

A mi hermano, no le debían de haber dicho que no renovara. Tenía que haber seguido siendo supernumerario y así hubiera estado seguro en ese adoctrinamiento, -para nosotros ya superado y desmontado-, pero para él, suponía su seguridad de cara al Dios que la obra le había hecho creer. Se creyó que "fuera de la barca del opusdei, nos hay salvación" y de ahí su desasosiego, que se tradujo en meses posteriores, al hundimiento de su mundo y de su estabilidad psíquica. Así que ojalá siguiera siendo supernumerario. En la mentira de la doctrina opus, que él concibió como Verdad, estaba su relación con Dios. Le hicieron ver que Dios -al no renovar como supernumerario-, le daba de lado. No pudo con ello. Enfermó del dolor de que fuera el propio Dios -a través de sus directores-, quien lo abandonaba al infierno. Fue el producto típico de una secta pero no lo sabía. Si conocieran a las personas y les importaran las almas y sus circunstancia, mucho mejor hubiera sido dejarlo en esta secta donde se sentía "seguro".

¿Cuántos de los que escriben en Opuslibros tienen familiares cercanos que son de la obra? ¿Y van a rechazarlos porque no se van? ¿Acaso no les quieren?

Personalmente, tengo necesidad –en conciencia- de desmontar al opus, de denunciarlo y de que tanto la Iglesia como la sociedad se dé cuenta de la mentira que supone esta institución, pero no por eso voy a dar de lado a las personas que, con buena voluntad, creen que las cosas cambiarán, intentan ayudar a quienes lo pasan mal y hacen lo que pueden para no seguir al pie de la letra lo que les "enseñan".

En fin, sería largo seguir hablando del tema pero, en el intercambio de opiniones diferentes, se puede ver que sólo por el hecho de habernos ido del opusdei, no todos pensamos de la misma manera.

Un abrazo.

Agustina López de los Mozos