La muerte del corazón.- Westy
Fecha Monday, 01 September 2008
Tema 010. Testimonios


La muerte del corazón

Como ya he dicho en el escrito anterior, a pesar de que ya no pertenecía a la Obra seguía amándola, si se puede expresar así. Tenía una profunda añoranza y aún en esas circunstancias hubiera hecho cualquier cosa por ayudar.

Pero las cosas no sucedieron así. Seguramente todos habréis tenido la experiencia de la indiferencia, de que sin más te habías convertido en un paría, en un leproso del que uno debía alejarse. El dolor era tan profundo que obligué a mi corazón a no sentir, lo encerré en una jaula no de siete cerrojos como decía el Fundador sino de miles. Conseguí levantar un muro a mi alrededor y nunca permití a nadie traspasar los límites que me había marcado. Es fácil que la gente no llegue ahí porque por lo general son bastante superficiales y cuando no lo son a mí aún me quedan muchas millas hacia dentro. Sólo a dos personas se lo ha permitido y son mis amigas incondicionales...



En este aspecto y en otros muchos he aprendido a ir con mis muletas. Realmente quien me vea actuar pensará que soy una persona a la que me importa la gente y de hecho así lo hago, pero si esa persona desaparece de mi vida me da lo mismo porque no puedo establecer vinculaciones afectivas profundas. Manipulo a las personas para dar esa imagen aunque no les hago daño y estoy dispuesta para ayudarles si lo necesitan. Sí encajo muy bien cuando se trata de relaciones intelectuales, ahí no hay problema porque las ideas no duelen y como soy bastante inteligente estoy a mis anchas. Esta desconexión entre la cabeza y el corazón ha hecho que cuando en mi vida han aparecido o aparecen sentimientos, afectividades, etc., sobre todo con algún chico, siento que no controlo la situación y lo que he hecho es cortarlo de raíz antes de que eso fuera a más. Muleta: le digo sin más que me gusta, como nunca ha sido a la inversa con mucha consideración me lo han dicho. Asunto zanjado. La verdad es que siempre lo he dicho porque pensaba que a lo mejor Dios quería que me casara y por si acaso que por mi no quedara.

Estoy escribiendo un poco desordenado. Durante los primeros años después de dejar la Obra escribí una poesía que seguramente la habré roto hace muchos años, pero recuerdo de qué iba. Se titulaba “La canción del loco”. Había un niño cojo y jorobado que vivía sólo en una cueva, estaba sucio. Por las mañanas se escapaba y bajaba a un parque donde jugaban unos niños muy limpios y alegres. El tullido quería jugar con ellos pero no le dejaban, al contrario, se reían de su cojera y de su joroba y le tiraban piedras, entonces el cojo iba a esconderse entre los matorrales para poder mirarlos. Algunas veces también lo descubrían ahí y entonces corría a su sucia cueva. Tras muchos intentos un día descubrió que era invisible que podía estar en el parque sin peligro, pero lo que en principio parecía un gran alivio al final comprobó que era más duro pasar inadvertido que recibir pedradas. Al final el tullido regresó a su cueva y se ató con cadenas para no poder salir. Allí, sentado en el suelo se balanceaba de un lado a otro y con su balanceo las cadenas se le iban clavando en la carne. Tiempo después alguien lo encontró aún balanceándose, con el cuerpo llagado y a jirones, con la mirada perdida y falto ya de razón.

Ahora mientras escribo estas líneas estoy viendo la cueva, su oscuridad y siento nostalgia, se me caen las lágrimas… quiero volver a mi cueva, quiero volver a mi casa echarme en el suelo y descansar. ¿dónde está mi corazón? ¿Por qué mi cabeza está separada de él? En fin ya es demasiado tarde para cambiar.

Aún no os he hablado de mis temores. Algunas veces siento miedo porque alguien quiere hacerme daño, en principio es indeterminado “ya vienen”, ¿quién? Ellos. ¿Quienes son ellos? Los de la Obra vienen otra vez a hacerme daño. Bueno, afortunadamente sólo me ocurre de vez en cuando y como ya conozco el tema hasta que se pase, tampoco dura mucho.

Voy a terminar el epígrafe del “cuore”. Podría extenderme en muchísimos detalles pero no merece la pena. La verdad es que mientras estoy escribiendo tengo la sensación de estar un poco “chiflada”. Espero que esta sensación no vaya a más.

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