Lo que el opus decía de Pablo VI.- TomasR
Fecha Friday, 29 August 2008
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Con relación al último escrito de Atomito en relación con Pablo VI, y lo que de él se pensaba en el opus, me gustaría añadir algunos recuerdos de mi estancia en el entonces Intituto secular, a finales de los años 70. Y lo hago, porque muchos de los que escribís en esta web sólo habéis conocido dentro de el opus a Juan Pablo II, y podéis pensar que las relaciones del opus con los Papas siempre han sido las mismas. Nada de eso.

De Pablo VI no se hablaba bien, aunque no se hacía abiertamente con la gente de fuera. No hacía falta estar en un nivel muy alto de la pirámide para escuchar verdaderos desprecios hacia Pablo VI. Por entonces se consideraba que mientras ese Papa viviera, la "intención especial" estaba en el dique seco. Las alusiones del de Barbastro a que "el diablo se ha metido muy alto en la iglesia", se consideraba, y así se decía, que iban dirigidas a Pablo VI. Creo recordar que es en la "tercera campanada" donde se dice textualmente: "El diablo ha utilizado todas sus artes para embaucar, con esas utopías heréticas, incluso a aquellos que, por su cargo y por su responsabilidad entre el clero, deberían haber sido un ejemplo de prudencia sobrenatural". Ahí queda eso, y encima si lo estiras en una tertulia pirata..., o con algún Directorzuelo bocazas, no te digo nada...: el mismísimo Pedro Botero gobernando la Iglesia.

El Concilio Vaticano II no sentó nada, nada bien, en el opus, y como pone de relieve Atomito, se saltaba a la torera lo que hiciera falta, con las misas en latín (salvo cuando aparecía en misa alguno se sanrafael todavía no encajado, en que se cambiaba al castellano en un plis plas), y con más cosas. Se nos insistía entonces en que la ortodoxia estaba en el Catecismo de San Pío X, del que circulaban una versión extendida y otra más reducida, ambas con una portada azulón oscuro. Recuerdo incluso que en el Poblado de Torreciudad, esa especia de Gollum excéntrico que lo gobernaba, al que llamaremos como hizo Satur "Macario del Poblado", en una tertulia (de esas en que contaba cuando iba en coche con unos amigos y estaban todos en pecado mortal), soltó que lo que hacía falta en la Iglesia era un buen cisma como el de le Lefebvre. Cuando alguno de los chicos lo contó de regreso a su casa, algunos padres les prohibieron volver por el Club. Aunque intentamos arreglarlo explicando que el tal Macario estaba como las maracas de Machín, no hubo tu tía: muchos chicos no volvieron. ¡Gracias Gollum!

Volviendo a Pablo VI, recuerdo bien un comentario de un cura numerario tras la muerte del Papa. Este fallecío el 6 de agosto de 1978. Estábamos en Santiago de Compostela, en la La Estila, de semestre, más de un centenar de numerarios de la Delegación de Valladolid (por esas fechas nos crearon la Delegación de Galicia), muchos de ellos del Centro de Estudios, cuando se hacía en Residencia Universitaria Monterrey, en la calle Felipe II, de Valladolid. La misa del día 7 de agosto se celebró por el Papa. Al salir del oratorio, cuando estábamos esperando a que la administración abriera el comedor para desayunar, ninguno de nosotros hablaba mucho, todavía impactados por la noticia que habíamos recibido la noche anterior. Y entonces lo dijo. Don J.C., sacerdote numerario con apellido tipo "Nivea", y aficionado a la magia, rompió ese silencio y dijo: "¡Anda, que el juicio particular que va a tener este Papa, va a ser...!". Y mientras lo decía, con un soniquete despectivo, oscilaba la mano arriba y abajo, en un gesto que se interpretaba como que iba a ser de órdago: o estaba ya en el infierno, o iba a tener más quemaduras en el purgatorio que Dar Vaider. Y no se despeinó el tío cuando lo dijo.

Con Juan Pablo II, todo cambió radicalmente. Tiene razón Atomito: de Pablo VI no circulaban estampas en las agendas (igual nos hubieran hecho una corrección fraterna si la hubiéramos puesto delante mientras chapábamos en la sala de estudio). Pero con el nuevo Papa, del que se comentaba ya entonces que la "intención especial" era cosa de muy poco tiempo, todos llevábamos estampa en la agenda, en el interior de la puerta del armario, etc. Incluso a muchos nos entró una devoción repentina por la Virgen de Chestokova, de la que no habíamos hablar en la vida. Con Pablo VI nada, de nada: críticas veladas, o no tan veladas, y frasecitas post mortem muy del estilo de la "caridad" que se vive en el opus dei.

Tomás R.









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