La burbuja de Cotino.- Nacho Fernández
Fecha Friday, 15 August 2008
Tema 010. Testimonios


LA BURBUJA DE COTINO

Recientemente Alberto Moncada nos informaba en Opuslibros que Juan Cotino, consejero de la Comunidad Valenciana, había pedido al presidente del gobierno autónomo que se revocara su nombramiento como director del centro UNESCO de Valencia, por ser enemigo del Opus Dei, a la que pertenece como fiel agregado y es la única prelatura personal existente en la Iglesia Católica. Todo ha sido un paso en falso, pues no ha servido para nada. ¡Enhorabuena Alberto!...



Como veterano fiel agregado de la prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei, Juan Cotino vive en una burbuja, no la de las botellas de cava con que festejan algunas fiestas propias y de la Iglesia, sino que no se entera de nada del mundo, y, si se entera, es dando una interpretación opusiana, opusdeista u opusina, como queráis llamarla. En este caso ha sido eliminar a alguien que considera que es su "enemigo". Con palabras del fundador, yo siempre había oído que en el Opus Dei no existían enemigos y el único enemigo era el pecado. Por lo que se ve, Cotino no vive las palabras del Santo Marqués de Peralta. Cotino que estás en el pino.

La "burbuja" de Cotino llega más allá. ¿Más?, se preguntará alguno/a. Y yo digo, sí más. Este agregado del Opus Dei, durante su etapa como director general de la Policía con el gobierno de Jose María Aznar, tenía su despacho en la calle Pablo Iglesias de Madrid, enfrente de "Amaniel", una residencia de numerarios de la Obra, que es a la vez centro de numerarios, agregados y supernumerarios. Y claro, él tenía que seguir viviendo la "burbuja". Me explico.

Eso de santificarse en medio del mundo queda para los que se lo crean. ¿Cómo Cotino va hacer la media hora de oración mental por la mañana y la media hora de oración mental por la tarde que impone el "plan de vida"? Él era más listo que ninguno. Lo tenía tan fácil... Muchas tardes pasaba de una acera a otra para hacer su media hora de oración mental en el oratorio del centro "Amaniel". Por razones de seguridad, lo hacía con la máxima discreción. Supongo que la policía de escolta que tuviera no le gustó ni un pelo. Digo estas cosas porque justamente "Amaniel" fue mi centro durante los últimos años que pertenecí al Opus Dei. Como se ve, el mundo es muy pequeño y lo que le ha sucedido a Alberto Moncada me lo ha recordado.

La Dirección General de la Policía, durante el gobierno del Partido Popular de José María Aznar, contaba no con uno, sino con dos agregados en puestos destacados. El otro era José Ruiz Orta, agregado del Opus Dei y sacerdote, que se ordenó tras haber trabajado en una fábrica de complementos de automóviles propiedad de su familia. Pues bien, uno de sus primeros destinos fue justamente la Dirección General de la Policía. No tenía mucha experiencia como sacerdote, pues su ordenación era reciente. Eso sí, sustituía a Carlos García Villalba, sacerdote numerario del Opus Dei, hoy ya fallecido. Por lo que se ve, el de capellán era un puesto asignado a la prelatura. Era otro caso más de la "burbuja" opusiana. Cuando tocaba el "círculo breve" o la meditación del centro de agregados,  Pepe, como los veteranos llamábamos a Ruiz Orta, aunque no le gustaba, ponía cara de pocos amigos. Sabido es que en la Obra a todos los sacerdotes hay que tratar en público con el don por delante y él era Don José, aunque le conociéramos desde hace más de 25 años.

El hecho de que el Opus Dei contara con dos capellanes de la la policía se debía en parte a la simpatía que profesaba por la Obra el entonces arzobispo Castrense, monseñor José Manuel Estepa Llauréns, quien estaba muy agradecido a la prelatura. Se da la circunstancia de que este eclesiástico abrió un seminario para futuros capellanes castrenses y los dos primeros pertenecían a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz como "aspirantes". Cuando se ordenaron de diáconos, dejaron de ser "aspirantes".

Lo de hacer la oración o norma del "plan de vida" en un centro del Opus Dei no es exclusiva de Juan Cotino. En el Colegio Mayor Ayete de San Sebastián, se contaba que cuando el supernumerario Gregorio López Bravo era ministro de Asuntos Exteriores y ministro de Jornada del Gobierno del Generalísimo Franco, residía en el Palacio de la Cumbre, en la parte alta de esta ciudad, por las mañanas se presentaba en esta residencia para oir su misa. En aquella época llamaba la atención a los miembros del entonces instituto secular que hacían allí su curso anual. En esa época el terrorismo no era como hoy en día y el Palacio de la Cumbre se ha convertido en un centro de la policía. Los tiempos han variado en unas cosas, pero en otras no.

                                            NACHO FERNÁNDEZ







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