Argentina: una labor en caída libre.- Segundo
Fecha Wednesday, 06 August 2008
Tema 070. Costumbres y Praxis


 

Argentina: Una labor en caída libre

Segundo, 6 de agosto de 2008

 

 

 

"Mi regla del juego era maniáticamente simple,

era bella, estúpida y tiránica” (J. Cortazar).

 

 

Durante el periodo 2004 – 2007 en la Argentina abandonaron la Prelatura varios numerarios que llevaban décadas en la institución.

 

Para algunos el fenómeno es novedoso por partida doble; quienes eligieron otro estilo de vida no sólo exhibían años de servicios sino que habían cumplido un rol protagónico en el desarrollo de la Obra en este país.

 

La fugacidad de las vocaciones era un asunto que no escapaba a las autoridades locales. Corrían los años ochenta cuando, en una convivencia de consejos locales, escuché por primera vez la siguiente frase: “Es necesario que piten diez para que perseveren dos”...



Aquellas palabras no provenían de un director inexperto inflamado por los objetivos apostólicos sino del propio Vicario Regional Don E.B., cuya sagacidad y experiencia nadie se atrevía a cuestionar. Aquel Vicario percibía que la vocación al Opus Dei era de corta duración.

 

En mi entender, una de las razones de la crisis actual consiste en que, con el decurso del tiempo, la modesta espiritualidad contenida en “Camino” ha derivado en una minuciosa disciplina en donde la norma primaria se expresa en la conocida fórmula: “obedecer o marcharse”.

 

De allí se deriva, entre otros errores, un notable equívoco conceptual y de lenguaje ya que a la disciplina se la denomina “espíritu” y, al ajuste de la conducta individual a la misma  “fidelidad”. No hay “fidelidad” al Evangelio, a la Iglesia, la fidelidad es a la disciplina interna y, en todo caso, al ejemplo de Escrivá.

 

Otro fenómeno, ligado con el anterior y que produce efectos internos devastadores es la pérdida de confianza en algunos directores o, más claramente, en la mayoría. Su palabra se encuentra devaluada, bien por incompetencia, bien por falta de veracidad.

 

En su tarea pastoral los directores argentinos se desempeñan como pulcros funcionarios administrativos que velan por el cumplimiento de los mandatos. El “buen director” es una persona con facilidad para el “no”; allí radica su fortaleza y su principal virtud. Se trata de un “no” defensivo, atrincherado. Pero la cuestión va más allá; detrás de esos “no”, hay un valor subyacente que se puede formular del siguiente modo: al Opus Dei le interesa de modo visceral el Opus Dei; quienes transitoriamente revisten en el mismo son fungibles.

 

Puede ocurrir que haya situaciones en las que no existan reglas en cuyo caso los directores argentinos tienen a su disposición refranes. Así, para las situaciones de enredos afectivos de los numerarios el refrán a mano era el siguiente: “hay que poner agua de por medio”.

 

El refrán ordenaba despachar al atribulado numerario al exterior, generalmente, a España; ello no significa que, siempre y en todos los casos, los numerarios argentinos residentes en ese país hayan dejado la Argentina con el corazón roto.

 

Lo cierto es que entre reglas humanas y refranes no hace falta ser un sabio para advertir que la tarea de los directores está lejos de reunir la calidad de “dirección espiritual” en el sentido que le otorga, sin ir más lejos, el Catecismo de la Iglesia Católica. Sus actividades son más bien un mecanismo de control por el cuál se conocen los problemas de conciencia de los numerarios en los distintos niveles de gobierno. Este es un tema cuya gravedad ha sido denunciada por Oráculo; lo que no sabemos es si los funcionarios de la Iglesia alguna vez lograrán conocer el problema en su verdadera magnitud y si lo conocen tendrán la voluntad de resolverlo.

 

En la Argentina el control de las autoridades sobre los numerarios se ve reforzado porque la mayoría se desempeña en labores internas y/o en trabajos que dependen de modo directo del favor prelaticio de modo que, salvo contadas excepciones, carecen de un trabajo independiente. Habitualmente, se desempeñan en los colegios de la Obra, en la Universidad Austral, en sociedades interpuestas como la poderosa “Asociación Para el Fomento de la Cultura”, en el “Instituto de Altos Estudios Empresariales” etc.

 

Ocurre que bien vistos los numerarios de este país se pueden describir como un conjunto de laicos consagrados que se dedican a las tareas pastorales propias del Opus Dei y al desempeño en emprendimientos educativos de la Prelatura a título de “encargo apostólico”. La proclamada santidad “en medio del mundo” es tan sólo una pauta publicitaria de la Obra algo tan carente de contenido como afirmar “Things go better with Coke” el célebre slogan de Coca Cola del año 1963.

 

Esta situación – por elemental que parezca - condiciona a quienes experimentan una verdadera crisis de pertenencia al Opus Dei ya que la comodidad de un standard de vida de clase media alta en donde el techo y el pan están asegurados no es poco en un país donde los problemas laborales han expulsado a más de un millón y medio de argentinos.

 

En la actualidad, es difícil encontrar un centro en Buenos Aires donde no haya numerarios que padecen depresión, síndromes de pérdida de personalidad, problemas notorios de inmadurez, crisis de identidad etc. No en vano D. Alvaro del Portillo, allá por los años noventa, designó al Dr. A.P., un psiquiatra de nacionalidad uruguaya, para la atención de aquellos que padecían problemas psicológicos.

 

Hoy los numerarios en la Argentina recuerdan a esas gentes demoradas en los aeropuertos. La mayoría está aburrida y desencantada con excepción de los funcionarios.

 

Si todo sigue igual, si nada cambia, en pocos años los numerarios serán algo tan extraño y digno como los Caballeros de la Orden Malta aunque sin sus obras de beneficencia.

 

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