Excelente la historia de Maripaz. Muy bien narrada desde el punto de vista literario, tanto que puede servir como base a un guion cinematográfico. Además, ¡qué nobleza! Los primeros capítulos transmiten la alegría de los años juveniles de entrega y no hay odio, ni resentimiento. En los últimos, quedan patentes la decepción y la tristeza, pero todo dicho con una finura y un respeto por los verdugos verdaderamente ejemplares.

Por lo demás, a los cincuenta años sí se puede empezar. Conozco a varios ex numerarios que se han casado a esa edad. Y a muchas personas de todas las condiciones que a los cincuenta comienzan un nuevo trabajo, hacen una carrera universitaria, cambian de ocupación. Recuerdo especialmente a un tío mío, que a los cincuenta y cinco años se casó y a esa edad comenzó a trabajar como agente de una fábrica. A partir de ahí hizo su nueva vida, viajó mucho, hizo una pequeña fortuna y gozó de buena salud casi hasta los ochenta años cuando ya comenzó su declive final. Los casos de gente que quiebra y después de pagar sus deudas comienza de cero y sale de nuevo adelante, son numerosos.

Muchas gracias por esa historia magnífica, Maripaz, y que Dios te bendiga.

Un abrazo,

Gómez