En el relato de "La gran decepción" que ha sufrido Heraldo con el Opus Dei –magnífico escrito–, éste asemeja el comportamiento de la Institución con el de una madre que aborta a su hijo, en un principio querido, porque ya no le considera útil para ella: le termina extirpando del propio seno. Escribe que esta madre guapa hace lo posible para que te vayas. Pero además, sin que te des cuenta.

Es una estrategia –como tantas de las que utiliza la Prelatura– de la que me gustaría hacer algún comentario.

A pesar de que el símil empleado por Heraldo es moralmente mucho más significativo que el que voy a utilizar, quiero recordar que mientras la madre que aborta no ha extraído ninguna utilidad de su hijo, el Opus Dei sí. El Opus Dei, hasta que consigue que te vayas por tu propia iniciativa con sus estrategias para tu autoexpulsión, te saca todo el jugo, todo lo aprovechable, todo lo tuyo. Te exprime totalmente y no te devuelve nada. Te deja como un excremento, algo a lo que se le ha extraído todo lo útil. Más que abortarte, te defeca empleando la fuerza de sus estrategias laxantes, que hacen que seas tú mismo quien pida la dispensa.

Es probable que estas estrategias no se encuentren escritas en ningún documento interno, pero he observado en más de una ocasión que el procedimiento siempre es el mismo, por lo que puede que sean de esas clases de experiencias escritas para los más altos niveles directivos.

Normalmente el término de la primera etapa es dejar al que consideran inútil o infiel a la Prelatura –al que ya no les sirve como el Opus Dei quiere ser servido, como un dios– sin algún tipo de responsabilidad significativa. Si, como está ocurriendo ahora de forma generalizada, el Director correspondiente de la Delegación o del Centro es un joven talibán, no excesivamente inteligente ni dado a la caridad, se inventará a continuación otras estrategias más burdas, menos sutiles.

Si alguien lo está padeciendo, que sepa de qué va el asunto.

Levantisco