Yo podría haber estado allí.- Jotauve
Fecha Friday, 11 July 2008
Tema 050. Proselitismo, vocación


Sí, si no hubiera aparecido un chico en mi vida (mi actual marido y padre de mis dos maravillosos hijos), yo sería una numeraria.

Con 18 años, una compañera de estudios (estudiábamos arquitectura y ambas éramos buenas estudiantes, con un futuro económico y social prometedor) me instaba a frecuentar el Colegio Mayor donde ella vivía, a ir a las charlas y meditaciones, a recibir los Sacramentos allí mismo. Intentó por todos los medios que el círculo cerrado de las "amistades" del opus fuera mi única relación con el mundo, cosa que reconozco era difícil cuando estabas estudiando en una Escuela en la que en aquella época las chicas éramos un 10%. Quisieras o no, la mayoría de tus compañeros eran hombres, y era inevitable, al menos para mí, establecer con ellos relaciones normales de compañerismo e incluso de amistad. Lo que ignoro es cómo se las apañaba ella, que ya había pitado y tenía, segun creo, prohibido el trato con el sexo contrario.

Desde el principio la directora del centro insistía en que yo tenía vocación, pero yo no la sentía de ningún modo. La respuesta a cualquier "pero" era siempre la misma: pecas de soberbia.
La verdad es que aquella época fue la más "beata" de mi vida, yo entraba a clase a las 8 de la mañana y a las 7.30 iba diariamente a misa a una parroquia cercana a la Escuela, pero la confesión debía hacerla con el cura de la obra, cuando confesaba con mi párroco me decían que no erá válido. Por cierto, era un encantador párroco viejecito de barrio, que vivía con una hermana soltera tan anciana como él, en una humildísima casita junto a una parroquia que se caía de vieja. Quizá parezca una tontería por mi parte, pero quiero que esto sea un homenaje a este hombre, que después de más de 20 años muerto, se le recuerda por su bondad, su humildad, su compasión, sin necesidad de estampitas, vídeos de promoción, procesos de beatificación ni gaitas. Un hombre de bien.

Pero me he ido por las ramas: la confesión era una tortura. Te daban una "lista de pecados" para hacer adecuadamente el "examen de conciencia". Recuerdo vagamente aquellos documentos, que tenías que devolver inmediatamente, me gustaría repasarlos ahora, con la perspectiva que 30 años después me ha dado la vida. Me parece que los había diferentes, si eras soltera o casada, aspirante o numeraria, etc.

Cuando pasabas a confesar te tenías que arrodillar en una salita en la que había una ventana tan tupida que no se veía ni la sombra del cura. Todo muy bien preparado por la decencia. En una ocasión me desmayé y hasta que el cura no llamó a la directora no me sacaron de allí.

Estuve unos dos años yendo por allí. A mis padres, buenos cristianos y mejores personas, no les hacía maldita la gracia, hasta que un día, un chico me gustó más que los demás, empezamos a salir y él me regaló el libro de Mª Agustias Moreno, que me abrió los ojos y me hizo analizar lo que veía con objetividad, comparándolo con lo que había leído. Me convertí en "una rebelde" y en "persona non grata" porque yo seguía cuestionando lo que me decían, hasta que ya me consideraron perdida para siempre. Y perdida sigo, gracias a Dios.

Sinceramente, a mi amiga numeraria, que sigue dentro y a la que veo ocasionalmente por tener la misma profesión, la sigo apreciando, creo que es una persona muy valiosa y me gustaría saber si puedo hacer algo para ayudarla.

Desde luego y a pesar de todo seguiré siendo su amiga.

Jotauve









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