Hola Carocha,

Gracias por detenerte a leer mi escrito y darme tus consejos. Ustedes, los que han estado ahí dentro, son quienes realmente tienen alguna idea de lo que puede estar sucediendo con esta persona a quien amo.

Al poco tiempo de conocerlo (cuando aún era numerario) me di cuenta de la gran necesidad que tenía (tiene) de amar y ser amado.

En aquella oportunidad le pedía a Dios que le diera paz y que le quitara ese sufrimiento que yo veía en sus ojos, pues aunque yo estaba en verdad muy ajena a los detalles de su vida en la Obra, sí sabía por sus propias palabras (en la primera conversación que tuvimos acerca del tema) que era un “numerario atípico del Opus Dei”. Un numerario que tenía una promesa de castidad por lo que no iba a casarse… No, porque no creyera en el matrimonio (todo lo contrario), sino porque había decidido dedicar su vida a Dios…. No, porque no le gustaran las mujeres, pues (según él) somos bellas, atractivas e inteligentes, sino porque esto fue una decisión que había tomado tiempo atrás y que no iba a cambiar. Esto último me lo repitió varias veces… como si se lo estuviera diciendo a sí mismo para entrar en “razón”.

Solo puedo imaginarme lo mucho que él pensó las cosas después de esa conversación… el miedo al cambio de vida, a lo desconocido… y bueno como yo lo veo miedo a “nacer” con más de 35 años de edad en un mundo lleno de novedades… Empezar desde cero cuando ve que las personas contemporáneas a él ya tienen sus vidas encaminadas o resueltas.

Finalmente toma su muy pensada decisión, y sale de “ahí”… No por mí (nunca pensé en hacer, ni hice algo para sacarlo de “ahí”), como él mismo me dijo: “Me salgo por muchas otras razones” (que no me explicó, ni yo pedí que me explicara)… Solicitó la dispensa y empezó a dar sus primeros pasos en su “nueva vida” tomándome de la mano. Yo enamorada, pues lo llené del amor que por él siento manifestándole comprensión y cariño, acompañándole, escuchándole, aconsejándole. Le mostré que se puede ser feliz fuera de “ahí” y lo más importante: le demostré que él puede hacer feliz a alguien… que es un hombre muy completo con gran capacidad de amar… que él puede despertar en una mujer los sentimientos más lindos, puros y fuertes.

Él sabe cómo tratar a una mujer… Es todo un caballero. Él definitivamente sabe cómo amar, pero no está seguro de saberlo… Sabe que me quiere y lo que menos desea es hacerme sufrir, pero sé que no tiene referencias para comparar/confirmar si lo que siente es amor… Tiene dudas normales (creo yo) acerca de lo nuevo que está viviendo.

Yo he estado analizando las cosas y en nuestro caso todo ha pasado muy rápido llegando a tener una relación incluso más profunda que algunos matrimonios que conozco. Por un lado ahora entiendo que él quería “vivir” lo que no había vivido y la verdad es que yo también quería que él lo viviera… yo también quería vivir lo que hasta el momento tampoco había vivido… Él quería amar y ser amado y yo quise dejarme amar y amarlo... Él quería dar y recibir y yo quise recibir y darle… sencillamente DARLE y ser feliz… y lo fui. Fui extremadamente feliz y sé que él también lo fue. No me arrepiento de nada en lo absoluto... Todo los momentos que vivimos juntos son, como él mismo me dijo, INOLVIDABLES.

Por otro lado, hoy, después de conocer un poco más al Opus Dei, que por tantos años fue parte de su vida, es que yo entiendo que lo mejor ha sido hacer lo que me ha pedido: dejarlo libre para que pueda resolver lo de su dispensa, aunque más que eso (como ya le he dicho a Armando) es para que busque su identidad, porque:

“…. él tiene que saber quién es y saber qué quiere de su vida... porque él tiene que aprender 'todo' desde cero... incluso a identificar a quién de verdad lo ama,…”

Yo deseo con toda mi alma que él sea feliz, que se sienta un ser humano completo y realizado.  Si para esto él necesita tiempo, pues estoy dispuesta a esperar aunque él me ha dicho que no quiere que espere, ya que no tiene la certeza de cuándo le darán la famosa dispensa y de qué pasará cuando esto ocurra.

Desde antes de leer algunos de los escritos que (gracias a Dios) existen en Opus Libros, yo entendía que yo no puedo, ni debo presionarlo. Le he dado su libertad aún cuando dejándolo libre de alguna manera me esté arriesgando a perderlo y esté sacrificando mi felicidad.

Al final sea cual sea la voluntad de Dios, yo sé que estaremos bien… En ocasiones pasan cosas en la vida que uno por su condición de humano no entiende… y tendemos a buscar la razón… buscar la respuesta a “por qué” ha pasado o está pasando “x” cosa. Yo he comprendido que no voy a poder entenderlo… al menos no por ahora. Yo definitivamente solo puedo depositar mi confianza en el Señor, y aceptar en paz lo que venga… solo él sabe lo que es mejor para ambos.

He leído los artículos que me sugeriste el de Dionisio y este otro también de él. Uno de ellos hace referencia al testimonio de María Cristina, el cual ya había leído. Te confieso que cuando lo leí hice dos cosas: le di las Gracias a Dios, porque el hombre que amo no se parece en nada a “Jorge”, y le pedí porque su familia no sea una “familia de ficción”. Sin embargo, de esto último te diré que estoy casi segura de que toda su familia es de la Obra… No sé cómo vayan a tratarme cuando sepan de mi existencia, pero por ese “asuntillo” me preocuparé cuando llegue el momento… si es que llega.

Por otro lado estoy tranquila, porque él ha salido de la Obra por convicción propia… porque por lo que he visto se “hartó” de controles y restricciones… Quería su libertad. Aunque yo sé que soy parte de esa “decisión”, no fui la “razón” por la que ha salido. A Dios las gracias por eso.

Carocha, gracias te doy también a ti por interesarte en mi caso y hacerme algunas recomendaciones. Son las primeras que recibo desde el punto de vista de una mujer :o)

Un abrazo fuerte,

Ismelda.