Numeraria auxiliar durante 35 años (22).- Maripaz
Fecha Wednesday, 02 July 2008
Tema 077. Numerarias auxiliares


 NUMERARIA AUXILIAR DURANTE 35 AÑOS (22)

Maripaz, 2 de julio de 2008

 

 

Me hizo mucha ilusión descubrir en "Quienes somos" la foto de un residente del centro que estoy contando; han pasado bastantes años y hemos cambiado, por dentro y por fuera ...

 

Al intentar seguir con mi historia es como si mi memoria se negase a recordar, y es que después de seis largos años, mi salud física se llegó a resentir de tal manera que llegue a sentirme extenuada.

 

Pero no era lo más doloroso el sentirme agotada físicamente. Mi salud mental se vio dañada hasta unos limites insospechados, mi vida se llenó de una tristeza enorme que trataba de ocultar para que las alumnas no se dieran cuenta. Estaba irreconocible, delgadísima, apenas dormia por la noche y me quedaba dormida durante el dia. Se me hacia un mundo el trabajo, la convivencia, la exigencia en la vida interior, hasta el apostolado con las niñas que tantas alegrías me había proporcionado...



Lloraba sin parar haciendo la oración tratando de encontrar ayuda para la amargura de mi cansado corazón.

 

Pero las directoras seguían sin darse cuenta, sólo importaba hacer las normas, hacer apostolado y sacar el planchero. No veían que yo estaba rota en pedacitos pequeños.

 

Ahora pienso en tanta directora pendiente de vivir los criterios que venian de Roma, haciendo a veces la vida imposible con ellos, con tantas minucias… ¿cómo no se daban cuenta de que una persona que tenian a su cargo estaba al limite de sus fuerzas, que su color no era bueno, que su mirada estaba ausente, que su llanto era amargo…?

 

Pasaron largos meses todavia de nuevas exigencias en la entrega y de reproches de falta de santidad. Hasta que un dia me llevaron a vivir a otro centro porque alli estaba siendo un ejemplo nefasto para las alumnas.

 

Y asi llegue a un centro de auxiliares nuevo donde cada mañana salían a trabajar a los distintos centros y volvian a la tarde a dormir. Era una casa enorme y habia una Escuela de Formacion Profesional para un numero elevado de alumnas externas.

 

¡Qué frio me resultaba todo! Apenas conocia a nadie, ni me conocian... me perdia por la casa. Se marchaban a trabajar y a dar clases y nos quedábamos tres o cuatro para atender la administración... ¡Qué soledad sentia!

 

Un dia, viendo que mi estado cada vez era peor, me llevaron a un medico psiquiatra. Mi sorpresa fue mayúscula, era un numerario, director del centro de estudios, me parece. En esta parte de mi historia tengo muchas lagunas; por entonces me dieron electroshock y se han borrado de mi memoria vivencias de aquella época.

 

Bien, pues entonces me encontré con el director que tantas veces me habia dado instrucciones, pues normalmente solía llevar la mesa de dirección cuando servia el comedor. Era exigente y puntilloso... Lo primero que me dijo al verme fue que siempre habia pensado que acabaría así, pues me habia observado con interés profesional y se habia dado cuenta que mi responsabilidad era excesiva ...

 

Entró conmigo la numeraria que me acompañaba. Teníamos la visita concertada por medio de la delegación, normalmente no nos atendían los médicos numerarios. Era de las primeras que tenía este tipo de enfermedades y estos temas mejor solucionarlos dentro de casa.

 

Me recomendó descansar, un montón de ansiolíticos y volver a la consulta a los quince dias. Tenia una necesidad vital de dormir y con todas las pastillas que me mandó, fue el colmo, estaba tan atontada que no podía atender los deberes más elementales.

 

Me permitían dormir mas horas, me levantaba más tarde por orden del médico e iba a misa a una iglesia cercana que dirigían los sacerdotes de la obra. Mi trabajo se limitaba a ayudar en algunos encargos.

 

A los pocos días volví a la consulta, volvió a entrar la numeraria que me acompañaba y el médico la mandó salir fuera. Se quedó a solas conmigo para que tuviera mas libertad de contarle como me sentía.

 

Me dio sabios consejos de tomarme la vida con mas calma y yo recordaba la exigencia y prontitud que mostraba siempre cuando me pedía algo en el comedor o le daba un recado en la porteria. No me cuadraba mucho los consejos profesionales de tranquilidad y luego la exigencia ante las necesidades materiales, la verdad...

 

He conocido directores para los que siempre estaba todo muy bien y eran muy agradecidos y otros, que cada mañana por el telefonillo, te pasaban un sin fin de minucias amparándose en el buen espíritu y que ahora pienso que eran auténticas manías de sibaritas refinados.

 

De todas las maneras mi médico me trató siempre con un gran cariño e interés en sacarme adelante, pues era un encargo que le habían dado de la delegación.

 

Estuve yendo a su consulta varios meses y siempre me atendió sola, no permitió que entrara la numeraria y pude expresarle todos mis pensamientos angustiosos de entonces.

 

Algún tiempo después se le amontonaría el trabajo por parte de las dos secciones. Numerarios y numerarias empezaron a enfermar y a tener unas enormes depresiones resintiéndose su salud mental.

 

Hace poco, en internet, descubrí un centro especializado en este tipo de enfermedades que dirigía él, con todo un gabinete de profesionales y es que el trabajo ha ido aumentando... Quise tener su dirección y ponerle un correo para decirle, como paciente, lo bien que me encuentro y sin ninguna de sus horribles pastillas, pero no lo encontré.

 

Mas adelante me llevaron a Madrid a la consulta de un supernumerario y, viendo el estado deplorable en que me encontraba y que durante meses no habia mejorado, decidió ingresarme en una prestigiosa clínica donde Carmina Ordoñez solía acudir a curarse de sus adicciones y donde conocí a Gordillo, jugador de la selección española de fútbol, andaluz, bien plantao, que fue a visitar a su mujer que estaba internada allí conmigo por una depresión posparto. Nos hicimos amigas y me presentó a su marido, le pedi un autógrafo y en mi afan proselitista, le entregué una estampa del padre.

 

Alli me hicieron varias curas de sueño que consistían en sedarme unos dias sin apenas ingerir alimentos y dormir placidamente para hacer descansar la mente. Me practicaron varios electroshock y no recordaba dónde estaba y qué hacia alli.

 

Una vez hice una mezcla explosiva de pastillas y me tuvieron que llevar urgentemente a hacerme un lavado de estomago y de nuevo a Madrid a ingresarme. De aquellos primeros meses de mi enfermedad, recuerdo con horror que no queria vivir... Me solían dar mi ración de pastillas para todo el dia en una cajita y en mi afan de estar dormida, por el esfuerzo que me suponía la vida, las tomaba de golpe, me metía en la cama y alli pasaba el resto del dia, bajo los efectos de las medicinas.. La mayoría de las veces, nadie se percató de mi ausencia, ni me subieron comida alguna, estaban muy ocupadas todas y yo no quería ver a nadie ni seguir viviendo.

 

En honor a la verdad, siempre me llevaron a las mejores clínicas. No dijeron nada a mis padres de que estaba mal e ingresada ,siempre el secretismo con las familias. Pero mi padre, hombre listísimo, lo intuyó cuando las cartas que les escribía estaban con una letra temblorosa y era como de otra persona. Las pastillas me producían temblores en las manos y no podia escribir.

 

Mi padre fue el que habló con las directoras miles de veces y les convenció para que me llevaran a la Clínica Universitaria de Navarra, que gozaba de mayor prestigio. Alli pasé dos meses y ellos se trasladaron a casa de mi hermana que vivía en la calle Iturrama que está al lado. Todas las tardes, a la hora de visita, venían a verme y salíamos a pasear y tomar algo en una cafetería cercana.

 

Después de salir de la obra y estando una temporada en casa de mi hermana, acudí con emoción a esa cafetería -mi padre habia muerto- y recordé agradecida que gracias a él y a mi madre, que me acogieron de nuevo en su casa con todo su amor, pude salir de aquel infierno.

 

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