Numeraria auxiliar durante 35 años (21).- Maripaz
Fecha Friday, 27 June 2008
Tema 077. Numerarias auxiliares


 

NUMERARIA AUXILIAR DURANTE 35 AÑOS (21)

Maripaz, 27 de junio de 2008

 

 

De mis largos años trabajando en la administración, algo a lo que nunca me acostumbré era no poder decidir la marcha de tu propia casa. Siempre la directora o la administradora te dictaban lo que había que hacer, solo podias sugerir en un segundo plano y casi nunca era aceptada tu propuesta. Eso hacía que me viera anulada como mujer la mayoría de las veces.

 

Todo estaba medido, sopesado con criterios de espiritu y se encorsetaba el cariño natural que se tienen las familias normales.

 

El trabajo de la numeraria auxiliar estaba limitado por la obediencia a la administradora. Si la administradora tenía ideas, espiritu renovador, entusiasmo etc., pues fenomenal, pero cabía la posibilidad de que la rutina terminase por hacerse dueña de la vida y del trabajo. No podías salir de unas normas y tenías que tener mucha capacidad de ilusión diaria para llenar de novedades el mundo de la administración...



Eso se transmitía a la residencia y muchas veces, observando el estado de animo de los residentes, me di cuenta de como influía nuestro trabajo cuando habia exámenes, cuando hacia mas calor, cuando habia mas trabajo… Si la administración funcionaba bien, se notaba. Era un mundo duro el nuestro y al mismo tiempo fascinante por el poder que ejercía nuestra actuación sobre las personas administradas. Era un trabajo rico en matices y vivencias puesto que iba directamente a satisfacer las necesidades mas elementales del ser humano y que, sin tener cubierta esa faceta, todo lo demás se resiente.

 

¡Realmente, siempre me sentí muy importante!

 

Respecto a no poder tomar decisiones, recuerdo a una directora joven que se le subió el cargo a la cabeza y había que consultar hasta las cosas mas elementales. Un día me echó una bronca monumental por haber hecho unas bolsas de ropa sucia a dos residentes que las tenían muy viejas, sin consultárselo a ella. Imaginaros cincuenta mujeres dependiendo de sus decisiones... la cola de dirección era kilométrica... pobres chicos los de las bolsas... Tenía falta de madurez, se habría leído los vademecun de los consejos locales y lo querría seguir a rajatabla, sin darse cuenta que era mejor usar el sentido comun.

 

Un día nos llegó la noticia que las auxiliares íbamos a ir al Univ con nuestras amigas. Y tuve la suerte de ser la primera de mi casa. No me lo podía creer, ir a Roma, tener tertulia con el padre...

 

Preparé con gran ilusión el viaje pensando que no habría nadie en el mundo tan feliz…

 

Empecé a hablar de ello con mis amigas para llevarme a unas cuantas conmigo. Viene a mi memoria una chica joven y guapa con novio hacia tiempo. Trabajaba por horas con nosotras, era profesional. Tuvimos que contratar a varias para planchar, pues sólo con las niñas no salía el planchero. Era gran amiga mía, me dijeron que la invitase y aceptó, bailaba sevillanas y tocaba los palillos de maravilla y tenia gran aceptación en las esperas de los aeropuertos y las plazas romanas cuando se montaba el tablao flamenco...

 

Su novio me tenía una especial manía sin conocerme. Había oído que se podía quedar sin novia y no quería que fuese a ese viaje.

 

Una tarde, estaba yo en casa de mi amiga y apareció él por allí. Me lo presentó y charlamos animadamente, le tranquilicé como pude y quedamos como amigos. Más tarde me diría su novia que yo le había parecido una chica simpática y muy normal, que me había imaginado de otra manera.

 

De lo que no se enteró el pobre chico es de los "paquetes "que le metí a su novia para que le dejara plantado y se decidiera a pitar. Era una chica dulce de poco carácter, indecisa, que no logré convencer a pesar de intentarlo con todas mis fuerzas. Se casó con su novio y es una buena madre de familia. La pena que tengo, que la perdí el rastro... daría algo por volver a verla... Guardo con cariño una foto con ella en una escalinata de Roma.

 

Fue la primera vez que nos recibía Juan Pablo y fue apoteósica la tertulia con él. A pesar de todo no pitó ninguna ,y aunque regresé cansada, disfruté mucho.

 

Las convivencias y cursos de retiro con las alumnas eran punto y aparte... Me preparaba unas charlas que las hacia vibrar de la emoción... haciamos deporte, festivales, excursiones, y por la noche, tertulias piratas de alucinar... Les contaba la historia de mi vocación como una novela... y por capítulos y al final, la mayoría quería ser como yo... numeraria auxiliar.

 

De aquella época me quedo con los buenos ratos que pasamos juntas y las cosas positivas que traté de enseñarles con mi ejemplo... Si manipulé su voluntad o les hice daño, fue porque vivía engañada.

 

Viene a mi memoria las convivencias y cursos anuales que se organizaban cuando acababa el curso académico y se llenaba la casa a rebosar. Las alumnas se iban de vacaciones o venían nuevas y lo que sufría por no poder atender bien a aquellas personas que venían a descansar.

 

Faltaba comida casi todos los dias, no calculaban bien y me lo pasaba fatal viendo a la gente esperar con impaciencia para comerse al fin una tortilla francesa porque no había llegado el primer plato para todos.  Llevaba tres o cuatro mesas de ocho personas y corría por el comedor a zancadas para llevar a mis comensales con rapidez las fuentes, antes de que se acabase la comida. 

 

Los nervios se me metían por el estomago y me dolía con frecuencia. Empecé a comer poco... a veces mucho... tenía trastornos alimentarios de anorexia y bulimia que nadie detectó.

 

Me estaba empezando a "romper" y nadie parecía darse cuenta... De natural responsable, nadie me dijo de aflojar mi responsabilidad. Llevaba seis años con un ritmo de vida agotador... la cuerda de mi vivir diario se iba tensando y tenía peligro de romperse... pero nadie me paró a tiempo.

 

No me acuerdo con precisión, pero creo que los del centro de estudios se fueron a la casa nueva, terminada y el Colegio Mayor se llenó de chicos de la calle... Pusieron autoservicio en el comedor y era mas frío, menos entrañable. Solo hacian falta dos doncellas para servir el primer plato y el segundo. Dos enormes ollas al baño maria y un mostrador cara al publico, con una fila de cien residentes con un apetito devorador, hacía que tuviésemos que llevar buen ritmo. Las primeras semanas fue un desastre total, se paraba la fila y notaba fijos en mí un montón de ojos llenos de impaciencia. Permanecía impasible, en apariencia, mi natural es ser activa y salía como podía de aquellos trances. Como los residentes eran de la calle, protestaban sin ningún pudor cuando los numerarios no les veían, o te pedían más del plato que les gustaba.

 

Yo tenía mis trucos y cuando había pasado la fila entera y parecía que no faltaba nadie, repartía lo que había sobrado en varios platos que ponía disimuladamente en el mostrador. Los mas avispados acudían con rapidez y se llevaban ración doble... Tenían una aceptación especial los filetes y las patatas fritas. Eran muy jóvenes y tenían buen apetito.

 

Más tarde, en una especie de cuarto con baldas de cara al comedor, ponían las bandejas con los platos sucios, según iban terminando y las auxiliares, desde dentro, las íbamos retirando. Yo, al no ser muy alta, no alcanzaba casi a la última. Siempre había alguno que se daba cuenta y la ponía mas abajo, galantemente, cosa que yo agradecía.

 

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