Para Luis 1001.- Sanivo
Fecha Monday, 16 June 2008
Tema 078. Supernumerarios_as


Hoy estoy locuaz, pues ya hago con éste mi tercer correo.

Estimado Luis:

Yo tengo 32 años, y pité de supernumerario con 20, dejándolo cuatro años después. Lo primero que tengo que decirte es que no sabes cómo envidio tu buena experiencia. Yo tenía una novia ex numeraria y con vocación de supernumeraria de mi misma edad que me ayuudó a reconvertirme, después de algunos años de ateismo adolescente.

Leí Camino, me sentí interpelado a convertirme en imitador perfecto de Cristo, caballero sin tacha, y a devolver a España la grandeza de sus santos, sabios y héroes, y busqué un centro donde, a través de un amigo que fue adscrito y ahora es gay militante que vota a Cerolo, me presenté con mi vocación debajo del brazo. "Hola, buenas, que tengo vocación y cumplo todas las normas ¿Todas? No, aún puedes hacer otra media hora de oración mental diaria..."...



Esto fue en octubre del 95. Sólo puse una condición: yo creía que debía esperar hasta la emancipación para pitar, porque a mi madre el Opus Dei no le hacía maldita la gracia y, conociéndola, me iba a resultar muy difícil aguantar en la Obra, viviendo en casa con mamá (soy hijo único, y niño de sus ojos, siempre atentos...) Respuesta del Opus Dei: "Sí, sí, por supuesto, lo que tú digas..."

Bueno, hete aquí que el centro donde caí era de mayores, y allí fui feliz, el niño mimado. Me daban los círculos sólo a mí, arquitectos, abogados, médicos, señores con dos y tres doctorados... Y yo, era feliz. Un poco angustias desde el principio, pero feliz. Me dijeron que pecaba de voluntarismo. Pero precisamente por eso, yo, nada, como un tiro ¡al Cielo!

La "luju" y el puntito de soberbia eran mis pecados dominantes. Pequeños lastres con los que pretendía cortar en breve... ¡Sí, sí!

Bueno, el caso es que para la Inmaculada, ¡tachán!, la Virgen hizo el milagro de arrancarme el fiat. Vamos, que el director me lo propuso de camino a la novena y yo, que era puro entusiasmo, -el voluntarismo, de nuevo-, por no hacer esperar a Dios, pensé "a hacer puñetas ¡Al Cielo!"

Y al cielo que estuve a punto de irme (bah, exagero).

En casa de mi amigo gay -entonces gay secreto-, que era familia de casa, valga la redundancia, hasta me hicieron una tarta para celebrarlo, conscientes de que en la mía no habría celebración.

Nunca olvidaré el día que le dije a mi madre, en medio de una discusión por otro motivo, que me había hecho del Opus Dei. Aproveché el momento más oportuno y, cuando las palabras ya andaban subidísimas de tono, espeté: "¡Y que sepas que fumo, y que soy del Opus Dei!" Toma nísperos, como decía don Jaime.

La lástima fue que, claro, como era tan jovencito, les parecía mal retenerme en un centro de gente mayor, donde tan bien estaba -pues siempre fui como un poco vejete de mentalidad, con gusto por lo antiguo, vamos fachillla redomado, y un tanto cortado en el trato con mis congéneres- y prefirieron que fuese a un centro ubicado en un Colegio Mayor, para que pudiese disfrutar de esas experiencias tan bonitas que vive la juventud del Opus Dei.

Y yo, obediens usque ad mortem, mortem autem crucis, sus órdenes mi sargento, lo que mi sargento mande. Y allá que me fui.

Y allí no tardó en manifestarse la ansiedad con toda su crueldad. Yo se lo dije en seguida a mi director, experimentado conductor de almas, bragado en mil batallas contra Satán, con la experiencia acumulada por el paso, y por el peso de los años... que eran 26 los que tenía.

Y claro, con tan clarividente consejo como el que constantemente me regaló fuimos machando todos juntos, y yo el primero, por la senda de la constitución... de las constituciones, los estatutos, el spiritu, las costumbres, las normas, las drogas y el rock and roll.

El cura del centro, con más experiencia que San Juan de Ávila, era cómplice de mi ascensión hacia el subsuelo. Si tendría experiencia en la dirección de almas el curita que me asignaron, ¡que ya había cumplido los 30! Es evidente que a los 30 años, ya se sabe todo lo que hay que saber para conducir almas hacia Dios. Total, vista un alma, vistas todas, y lo que sirve para una, pues igual para las demás. ¡Qué coño!

Así, una mañana, en medio de una temporada de exámenes de junio y enfermedades familiares, estaba estudiando en mi casa, cuando don Fetén me llamó para que acudiera con urgencia al centro. Y yo, que dejaba las redes y seguía al maestro con sólo sentir su mirada, dejando que los muertos enterraran a los muertos, pues al centro que me fui, pensando que algo importante requería mi insustituible presencia en él... Nada, hombre, era el santo cura de Ars que se le había ocurrido una idea para desagobiarme: requerir mi presencia para enseñarme fotos de su familia, y contarme cosicas entretenidas. Ya se sabe, lo mejor para el estudiante agobiado en época de exámenes mezclados con otros problemas, es que le distraigan del estudio, precisamente en horas de estudio, para que ásí se relaje un poco, que ya habrá horas en la madrugada para compensar... la falta de sueño...

Y al otro se le ocurría que fuésemos a jugar al tenis, y al otro que me fuese a estudiar al centro para contribuir al buen ambiente de estudio y, de paso, pedirme que fuese a repartir unas cartas por unos domicilios de señores con derecho a recibir en mano invitaciones a un acto de esos en plan "el Excmo Sr. Embajador de Francia ha sido invitado por el colegio mayor bla bla blá para dar una conferencia sobre el respeto de los derechos humanos de los animales en la República de Botswana, y nos complacería contar con su distinguida presencia..." O al otro cura se le ocurría interrumpirme el estudio para que le llevara unos papeles a la academia donde se estaba sacando el carnet de conducir.

Alguna vez, si no estaba mi cura o yo me encotraba en otra ciudad, me confesaba con curas de fuera, advirtiendo que era socio del Opus Dei, y me miraban con cara de ¡pobre chaval! El que luego desubrí como el mejor cura que he conocido y conoceré en mi vida, carmelita descalzo, tres veces santo, me dijo que ni siquiera él llevaba una vida de piedad tan intensa como la mía, que si no creía que me estaba pasando un pelín. Y yo, que nada, vade retro Satana, adelante con mis dos mil quinientos detalles diarios de delicadeza con el Señor, viviendo una piedad tan recomendable para el equilibrio mental.

Porque lo de las normas requiere capítulo aparte. Se adaptaban como un guante a mi vida. Para todo me daba tiempo, menos para dormir... que ya se sabe que no se puede tenerlo todo.

Bah, para qué seguir contando tontadas, que empiezo a parecerme al abelo cebolleta. La cosa está en que encuentro envidiable tu actitud, tu capacidad de mantener un criterio tan sano. Yo me despendolaba espiritualmente dentro del Opus Dei, y no sólo no supieron ponerme freno, siendo siempre sincero, sino que me aún espoleaban más. Está claro que no valgo para el Opus Dei, y hoy soy consciente de ello, y lucho por mi cuenta por ser perfeto imitador de Cristo y caballero sin tacha para que España recupere la grandeza de sus santos, sabios y héroes. Por increíble que te parezca, sin confesor fijo ni director espiritual, creo poder decir con Santa Juana de Arco que confío en hallarme en gracia de Dios, pero, por si la hubiese perdido, pido a Dios que me vuelva a ella.

Una ataqué a don Fetén con un silogismo que te cagas que no me supo responder. Le dije: si la oración es trato con Dios, que es mi Padre, para saber cómo ha de ser el trato con mi Padre, será legítimo que me fije en qué hace funcionar mi relación con las demás personas que me quieren. Pues bien, si con mi madre y mis amigos y mi novia hablo cuando quiero o puedo o quieren o pueden ellos ¿por qué ha de ser imposible la relación con Dios, si no se sujeta a horarios inflexibles? Si esto a lo que lleva es a la rutina. ¿Alguien cree que la única forma de mantener el trato con sus padres, sus amigos, su mujer, o su novia es quedando siempre a hora fija para hablar un rato de druación fija? La naturalidad en la relación con Dios es el secreto. Hay que perder el miedo a que dicha relación desaparezca si se deja de mantener un criterio que sólo funciona durnte la convivencia y el curso de retiro. Porque lo cierto es que no desaparece, si uno no quiere y a veces, ni aunque uno quiera. Te lo digo yo, y la dirección general de tráfico. Si uno quiere relacionarse con Dios, puede hacerlo, sin más. Él siempre está en casa, nunca comunica, y nunca tiene otros planes. Y yo todos los días rezo el rosario, leo el evangelio y hago oración mental, o alguna visita o voy a misa. Y con tan importante vida de piedad no se me repesenta ninguna incomptibilidad de horarios, ni me surge angustia alguna. ¿Virtud con orden? Rara virtud. Si San Josemaría opinaba lo contrario con 26 años, por qué no voy a poder enmendarle la plana yo que tengo muchos más. Además, el señor ex marqués -perdón por la ironía- no era infalible ¿verdad?

Y qué decir de la dirección espiritual. La dirección espiritual modelo Opus Dei es el instrumento que la Obra utiliza para ejercer su santa coacción. Santa coacción que genera en muchos santa angustia. La Obra aconseja e insinúa institucionalmente y sólo tiene un puchero, café para todos. Salvo que tengas la fortuna de encontrate a un director con más sentido común que espíritu de obediencia, el remedio será siempre, más oración, más mortificación y más apostolado. "Pero estoy muy cansado... Si sí, descansa, sal por ahí, airéate, pero no dejes la oración, la mortificación y el apostolado". "Me estoy volviendo loco. Bueno, al vez deberías ir a un médico , pero no dejes el plan de vida. Y, sobre todo, nos vemos la semana que viene. Por cierto, mira a ver si puedes venir al círculo. Ah, y recuerda la conferencia del jueves, antes de la bendición. " "Pero es que de lo que estoy harto es de todo esto, que así no puedo vivir, siempre con estrés, con la lengua fuera, como un perro, de un lado para otro, sin relajarme jamás, con la cabeza todo el día activa"... Solución: dejar la Obra. Pero como no te pueden recomendar tal cosa, porque si pitaste es porque tiene vocación y si tienes vocación y dejas la obra está dando la espalda al Señor... A lo mejor es que no tenía vocación... Pero los directores, que te juzgaron con vocacion, no pueden equivocarse... ¿O sí? Ah, luego la Obra, los directores, pueden equivocarse... ¿No les alcanza el dogma de la Infalibilidad Papal? Ah, pues ahora que lo dices... infalible sólo es el Papa, y cunado se pronuncia ex cathedra. O sea, que fuera de la cátedra, hasta el Papa se puede equivocar. Cuánto más unos humildes numerarios de una delegación de provincias... Y ¿con cuántos se han equivocado? ¿Con dos, con tres, con cinco mil, con dieciseis mil? ¿Con cuántos? En los archivos de las delegaciones está la respuesta. Y si se han equivocado con, digamos, bastantes, ¿cómo es que, tras 80 años de experiencias, no caen en la cuenta de que tal vez debieran ser más prudentes en la selección de personas? O es que les importa un bledo lo que pueda pasar a los que salgan reviraos. Pero, esos señores en cuyas manos está recomendar prudencia y senido común, y trato desigual entre diferentes, ¿qué meta se proponen? ¿Cuál es el objetivo que persiguen? ¿Sólo engrosar numéricamente la institución, que luego la máquima ya funcionará por sí sola producienco santos en serie, a través de una dirección espiritual para la que todos los numerario son igualmente aptos y duchos? Cualquiera que forme parte del Opus Dei y tenga un carácter reflexivo y sensato, como te veo a tí, Luis, reconoce los defectos de la Institución, y se esfuerza en pensar en posibles soluciones. Pero por alguna extraña razón, cuando cualquiera de los que no pintan nada ve por dónde deberían ir las mejoras, a los que mandan sólo se les ocurre responder con campañas del tipo "a por 500 vocaciones". Venga, con dos cojones. Y marica el último.

Tu carta, tan mesurada y llena de sentido común, sirve para confirmarme en mi tesis de que, para sobrevivir -perdón, perseverar- en el Opus Dei, hay que acostumbrarse a decir que no. Consejo éste que daba San Josemaría en Camino, pero entiendo que para aplicarlo a las tentaciones del demonio, y no a las invitaciones de quienes dicen que a través de ellos se te manifiesta la voluntad de Dios.

La misma sensación me transmite la experiencia de mi mujer, hermana tuya, que sobrevive en la Obra a pesar de todas las cosas que me cuenta que ve. A ella misma le tocan mucho las narices,  pero sabe decir una y mil veces que no. Y sabe hacer callar a su directora, si es menester. Pero esto es precisamente lo que más miedo me da de la Obra, que invita a lo inconveniente, y abandona al buen juicio de cada cuál velar por su propio equilibrio interior. Que la Obra tiende sistemáticamente a proponer todo a todos, sin discriminación ni sentido común, y que ha de ser cada uno, con su fortaleza de carácter, cada cual la que tenga, quien se ponga a resguardo de la embestida de la Obra.

Tú has tenido el valor de decir que no. Yo tuve la soberbia -porque soberbia fue creerme capaz de todo, hoy lo veo, que entonces lo justifiqué con la obediencia- de decir que sí, cuando debiera haber dicho que no. Pero ¿no debería ser la Obra, con una dirección espiritual colegial -cuatro y seis y ocho ojos tienen que ver más que dos- la que supiera lo que conviene proponer a cada uno, individualmente, que para eso está la dirección espiritual? Si la dirección espiritual está para repetir lo que los libros prevén con carácter general, entonces, lo siento, pero entonces la dirección espiritual está de más. Basta la remisión a los libros.

¿Cómo es que para perseverar dentro es menester hacer prevalecer el propio criterio frente al que da la Institución por boca de sus directores? ¿No es exactamente esto lo que te jactas de haber hecho varias veces en tu vida? ¿No es eso lo que a mí mismo me recomendó un sacerdote en Torreciudad, durante mi segunda convivencia -yo estuve en la Solana!!!-? ¿Y entonces, para qué sirve la dirección espiritual del Opus Dei? Con estas preguntas me despedí de la Obra, y no he encontrado quien me las responda satisfactoriamente. ¿Podrías intentarlo tú?

Cuando tú dices no a lo que te propone tu director ¿cómo llevas lo de contrariar la voluntad de Dios? Mi problema, como el de muchos, es que me creí a pies juntillas cuanto se me dijo... ¿Es menester ponerlo en tela de juicio para perseverar?

Años después de dejar la Obra intuyo lo imbécil que fui. Veo que podía haber perseverado con otra actitud. Mi mujer hace lo que tú mismo reconoces en tu carta. ¿Quieres que te cuente la respuesta que me dio una vez que le pregunté por lo de la transmisión de la voluntad de Dios a través de la dirección espiritual? No puedo por carta, porque su respuesta fue gestual.

Que Dios te conserve el buen juicio.

Espero tu respuesta.

Sanivo







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=12535