Nada me ha llamado la atención de la carta del Prelado del Opus Dei en Junio, salvo un párrafo. Como habitualmente, realiza los consabidos comentarios a las fiestas litúrgicas, aprovechando alguna glosa de Benedicto XVI, y se refiere a los aniversarios de la Obra.
Pero en uno de los párrafos, se trasluce la preocupación que debe embargarle:
«Hace dos semanas he viajado a Barcelona y, antes de volver, hice la oración en la Basílica de la Merced acompañado por vosotras y por vosotros. Allí rogué a la Virgen que cada una, cada uno, incorporemos a nuestro caminar las palabras de San Pedro que nuestro Padre meditó profundamente en esa ciudad, antes de su primer viaje a Roma, cuando se disponía a abrir un cauce jurídico universal al Opus Dei: ecce nos reliquimus omnia et secuti sumus te[20]; mira que nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido».
Algo debe estar pasando cuando saca ese tema. Puede que tenga que ver con eso el hecho de que no se ha movido de Roma a pesar de que ciertos eventos familiares habrían justificado que se desplazase de nuevo a España para participar en ellos.
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