Treinta y cinco años numeraria auxiliar (16).- Maripaz
Fecha Monday, 02 June 2008
Tema 010. Testimonios


NUMERARIA AUXILIAR DURANTE 35 AÑOS (16)

Maripaz, 2 de junio de 2008

 

Las anecdotas de esta administracion van intercaladas en dos epocas distintas que vivi en ella para terminar con mi estancia alli.

Tengo verdaderas ganas de volver a pisar ese barrio tan especial de Sevilla, pasear por sus estrechas callejas, oler su azahar en primavera, maravillarme de los colores de sus buganvillas de colores, que aparecen en los rincones mas insospechados de sus esquinas.

Tambien escribo en la pagina "nocuentos.com", donde puedes escribir tus recuerdos y, hace poco, escribi sobre Sevilla. Mi nick es laika48 por si lo quereis leer.

Es que Sevilla deja huella en el alma y ademas alli he vivido toda una vida...



Hace poco mi hermana estuvo visitando la ciudad y, sabiendo que me haria ilusion, a las once de la noche me llamo desde la plaza. ¡Que emocion senti! Me daban ganas de meterme por el cable telefonico para estar alli. Me trajo una foto delante de la puerta de los clavos dorados que tanto limpie. Espero volver pronto. 

Ah, se me olvidaba: tengo toda la discografia de Julio Iglesias y lo escucho cada vez que quiero.

Por fin un dia despues de varios años sin ver a mis padres y hermanos me dijeron que iria a visitarlos.

No pude dormir en varias noches pensando en la emocion de abrazarles. 

Volvia a mi hogar, a mis raices, a mi pueblo 

Preparamos el viaje y una mañana me fui hasta Madrid con una numeraria. Me dejo en la estacion donde tenia que esperar el tren que me dejaria en la capital mas cercana a mi pueblo. Estaba muy nerviosa, nunca habia viajado sola.

Solo el hecho de coger un tren sola me parecia dificil. Habia vivido esos años en una burbuja, en mi mundo de plancha y limpieza. Mis conocimientos de la vida en sociedad eran nulos. Por mi edad podia estar casada ya. En aquella epoca la gente se casaba mas joven que actualmente.

Digo esto por el infantilismo en el que vives en la obra, siendo una persona adulta. Te dan todo mas o menos solucionado, solo tienes que obedecer automaticamente y sin pensar, signo de no confundirte al realizar tus acciones. Te decian que obedeciendo nunca nos equivocabamos...

Por lo tanto no vas madurando conforme a tu edad; te vas quedando aniñada, programada para lo que puedas ser util a la obra. 

Yo, todavia actualmente, tengo en mi caracter rasgos infantiles, siendo toda una señora, pero no es aquel infantilismo... Ser niño interiormente te lleva a experimentar, ilusionado, lo nuevo por ti mismo. A asombrarte cada amanecer con las cosas que descubres con tu propio esfuerzo y afianzando en tu vivir diario tu propia personalidad, la esencia de tu ser. 

Nada que ver con esa otra infantilidad.

Bueno todo esto venia porque efectivamente me vi sola en la estacion, nerviosa e inquieta y me meti en el tren que no era. Sólo despues de dos horas de trayecto pregunte timidamente al que tenia al lado que cuándo llegabamos. Me contesto que aquel tren no iba donde pensaba yo.

Me baje en la proxima parada y me vi sola en un pueblo perdido, teniendo que hacer noche en la fonda del pueblo. A la mañana siguiente pude coger el tren que me llevaria a mi destino. Era de via estrecha y funcionaba con carbon. Iba tan despacio que parecia que en cualquier momento ibamos a ser atacados por los indios. Llegabamos negros por la carbonilla.

¡Que alegria senti al abrazar de nuevo a mis padres!

Mis hermanas habian crecido mucho. Las habia dejado muy pequeñas. La que iba detras de mi se habia convertido en una preciosa adolescente y tenia un novio guapisimo; ademas se expresaba y hablaba maravillosamente y vestia a la ultima.

Recuerdo que una tarde sali de paseo con ella y estuvimos en el bar de la discoteca, tomando algo. Ellos bailaron; yo no me atrevia, aunque hubiera meneado el esqueleto de buena gana...

Sentia bastante envidia viendo aquella gente joven, tan animada, pero por entonces solo tenia en mi cabeza la obra y hasta me sentia superior, pues eso es lo que me iban inculcando de mi vocacion respecto a los demas.

Disfrute mucho pero tres dias no dan para mucho. Un dia estaba con mi hermana pequeña y una primita de su edad -tendrian diez años mas o menos- y veo aparecer al chico que me perseguia en mis buenos tiempos. Acercandose, me saludo muy efusivo y yo, como si de una tentacion horrible se tratase, le devolvi el saludo sin apenas mirarle.

Mis padres me colmaron de regalos, privandose ellos de algo, para ofrecerme con todo su cariño lo que pensaban que me haria ilusion. ¡Que buenos eran! Eran la ultima moda: unas enormes gafas de sol muy simpaticas que llevaban todas las chicas jovenes. ¡Me encantaban! Y me regalaron unas. Sabia que no serian para mi pues nunca nos quedabamos con los regalos y menos si eran de tus padres; tenian miedo nos apegasemos a su cariño.

De todas las maneras, no pensaba entregarlas. Al llegar no se darian cuenta, pensaba yo en mi ingenuidad. Pase quince o veinte dias, bajo el sol de Sevilla, con mis modernas gafas. Hasta que un dia la directora me llamo y me dijo que fulanita le habia comentado que tenia unas gafas, regalo de mi familia, que no habia entregado.

Me senti traicionada. La "gestapo" habia hecho su trabajo e irremediablemente tuve que entregar mis gafas.

A los pocos dias las llevaba puestas otra del centro y mi corazon se fue al hogar de mis padres, que se habian privado de algo para darme a mi ese capricho...

Mi siguiente destino fue al barrio mas pijo de Sevilla. Al otro lado del rio, donde vivia la gente mas selecta de la ciudad por entonces...

Vivi en un centro de mayores. Todos profesionales muy competentes. Habia un pintor famoso, con barba y pinta de bohemio, que habia vivido en Roma y pintado retablos de los distintos oratorios. Un periodista listisimo, al que yo escuchaba asombrada cuando servia el comedor. Tenia detalles entrañables con nosotras siempre. Un profesor culto y serio, de mirada ausente, y varios mas jovenes y divertidos. 

La casa era enorme y la administracion llena de luz. Teniamos una sala de estar grande y espaciosa, una mesa camilla y hasta un tresillo que, aunque de segunda mano, era muy comodo.

Eran dos pisos del edificio que se comunicaban interiormente por una escalera. Las ventanas daban a patios interiores pero no daban sensacion de agobio porque entraba luz a raudales. 

Habia un montacargas metalico que era como una enorme jaula, para los proveedores y la gente de servicio. Daba un vertigo horroroso: viviamos en el sexto piso, me parece, y quedaba suspendido en el aire como si de una atraccion de feria se tratara.

Mas de una vez subi por la escalera pues mis jovenes extremidades no tenian mucho problema por aquel entonces, por no verme segura en aquel aparato...

 

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