Armando, aunque no te conozco, siento mucho el fallecimiento de tu madre.

      Aunque yo tengo a la mía a mi lado, hace 10 años murió mi abuela que era en mi casa más madre que mi propia madre…de tal forma que mi abuela era “mamá Maruja” y mi madre “mamá Lupe”.

     Me ha impresionado mucho tu escrito en la actualización del 16 de mayo, cuando mencionas a aquel numerario que reprimía sus sentimientos ante el féretro de su madre…

     Esto me hizo recordar algo que sucedió cuando mi abuela murió… Era mi verano de COU… Mi abuela llevaba más de un mes ingresada… Mi madre, mi padre y mi cuñado se turnaban para acompañarla por la noche, aunque estaba inconsciente, y yo pasaba el día con ella. Mi hermana, no podía ir a visitarla, porque al verla inconsciente, le daban ataques de ansiedad…

     Recuerdo que cuando se murió, a pesar de mis 18 años, quise mantenerme fuerte porque mi madre y mi hermana estaban peor que yo. Así, procuraba no llorar y hablarles del Cielo… pero por dentro yo estaba rota…

     El día del entierro vino una numeraria a verme medio a hurtadillas, porque mi madre medio sospechaba que yo era de la Obra y estaba totalmente en contra… Recuerdo perfectamente que yo estaba deshecha y necesitaba un abrazo, un hombro donde llorar y desahogar mi dolor y mi debilidad en aquellos momentos… Sin embargo, recibí un abrazo frío, el mismo que si hubiese visto a aquella numeraria para ir a comprar algo juntas, y en vez de desahogar mi pena, se me preguntaron los puntos de la charla: fe, esperanza….

      Para mi fue un golpe muy duro, … Más tarde le reprocharía aquella actitud conmigo, preguntándole si aquello era la forma normal de obrar en “casa” en aquellas situaciones, porque en vez de sentir que la Obra era mi familia, me había sentido como si fuese una más en una empresa o en el ejército… Aquella numeraria, se disculpó y me dió un fuerte abrazo...

      Me parecía y me parece inhumano y cruel tanto no poder demostrar sentimientos tan naturales como el dolor ante la muerte de un ser querido, como el no mostrar afecto y consuelo a quienes están pasando por esos momentos duros…Porque, incluso, el mismo Cristo lloró ante la muerte de su amigo Lázaro ( Jn. 11, 35), y necesitó consuelo ante el dolor que sintió en el Huerto de los Olivos (Lc. 22,43).

      Cuenta con mi pobre oración por tu madre, por los tuyos y por ti...

      Un abrazo fuerte, Armando.

      majonije