Estimado Pedro y todos los que leéis esta web:

no te falta razón en el último escrito que has enviado, el pasado viernes día 25 de abril. La decadencia a la que está sometida la delegación de Granada es alucinante, provocada sin ninguna duda por los directores que la están dirigiendo en estos momentos que dejan mucho que desear en todos los aspectos: humanos, profesionales, espirituales, etc, salvo honrosas excepciones (uno o dos).

Humanamente es que no tienen ninguna valía, les falta las más elementales normas de educación, no saben tratar a las personas, ni siquiera a los propios de la Obra que conviven con ellos.  Llegan a los Centros y como todos les hacen reverencias y sonrisas fáciles, pues se lo creen. Pero no buscan la sinceridad en las relaciones humanas. No se les puede decir nunca lo que realmente se piensa. No sólo no sirve para nada sino que puede llegar a ser muy contraproducente. Así, nunca se mejora, claro.

Profesionalmente (salvo ese uno o dos que antes comentaba) no valen un duro. No han hecho nada en su vida, excepto manosear almas. No saben lo que significa trabajar de verdad, en empleos ajenos a cualquier tufillo "Obra".

Si humanamente y profesionalmente son así, espiritualmente qué vamos a decir. Les importa un huevo (con perdón) los problemas espirituales por los que puedan estar pasando otros. Como no escuchan, no piensan en los demás, y como no piensan en los demás, no resuelven. Es más, eso hace que se conviertan en un peligro público. Queman a todo el mundo, de la Obra o no.

¡Si los supernumerarios y numerarios hablaran! Vamos, si les dejaran hablar... Se quedaban solos, qué pena.

Un abrazo a todos

atodon