Querido Pedro: No creo que te acuedes de mí, ya que coincidimos muy poco tiempo en Granada. Me he llevado un tremendo disgusto con tu carta, pero no me ha sorprendido. Desde un principio supe que ellos iban a por el dinero de tus padres. Les importabas muy poco. Vi como te humillaban, como algunos supernumeraros hablaban mal de tí y yo, ¡COBARDE! callé.
Note puedo decir mi verdadero nombre, pero que sepas que rezo por ti.
Un abrazo muy fuerte,
Ancasti