'Putantes se obsequium praestare Deo'.- José Carlos
Fecha Wednesday, 17 March 2004
Tema 900. Sin clasificar


"Putantes se obsequium praestare Deo"

Dios mío:

Un día 11 cambió nuestro mundo. Pegados a la pantalla del televisor, impotentes, vimos cómo sólo a unos kilómetros de nuestro hospital se desmoronaban las dos imponentes torres emblemáticas de nuestro poder. Con ellas, morían millares de personas inocentes, sus vidas segadas en un arrebato de locura asesina; sus proyectos aniquilados, sus familias desgarradas para siempre.

Vimos a nuestros compañeros marchar urgentemente a la ciudad vecina para ofrecer sus servicios de primeros auxilios. Habilitamos decenas de camas en nuestras unidades de cuidados intensivos, para los heridos que nunca llegaron. Donamos sangre hasta que no había donde recogerla, en un intento desesperado por compensar la que habían derramado los agentes del terror.

En medio de la obnubilación, del sinsentido, del no poder absorber tamaña monstruosidad, dolía en lo más profundo del alma una sospecha cruel: que los que habían infligido un sufrimiento devastador, Dios mío, lo hacían creyendo que te daban gloria: "putantes se obsequium praestare Deo."

Es el coletazo repugnante de aquel impostor que pretende usurpar tu Nombre, arrebatando las mentes y los corazones de tus criaturas para entregar sus vidas a la destrucción.

Otro día 11, en otro país al que tanto quiero, una vez más cientos de tus hijos no llegaron a casa a comer. Con sus ilusiones, sus vidas forjadas alredededor de seres queridos, en el fiel cumplimiento de su deber cotidiano, sin poder despedirse, toparon con un trágico final, horrendo e inesperado. Más impotencia, más rabia, más miedo, más desesperación, más repulsa ante la pobre condición humana.

Y otra vez, el amargo pensamiento de que los perpetradores de esta nueva abominación creían servir una causa justa: quizá darte gloria a Ti también, mientras sacrificaban a tu hijo. Qué difícil, qué duro es pedirte que los perdones, porque no saben lo que hacen.

¿Tanto amas nuestra libertad? ¿Por qué nos dejas cometer tales maldades? ¿Por qué te has atado las manos, y permites que nos devoremos como ninguna alimaña lo hace?

Pensé en las veces en que yo, creyendo que hacía el bien, pude haber dañado a mis hermanos. Erigiéndome en intérprete de tu voluntad. Atribuyéndome tu sabiduría. Arrogándome tu poder. O simplemente no siendo lo que debería ser.

Perdónanos, porque no sabemos lo que hacemos.

José Carlos







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