Travesuras piadosas de las chicas del UNIV 2008: genio y figura.- Giovanna Reale
Fecha Wednesday, 02 April 2008
Tema 070. Costumbres y Praxis


No sólo Agustina (19.03.08) estuvo en Roma durante las últimas vacaciones de Semana Santa. También yo viajé a Italia en esas mismas fechas y pasé en Roma toda la Semana Santa. Entre otras cosas, visité –siguiendo los consejos que Josef Knecht nos dio al final de su escrito del 19.10.07– la estatua parlante “Pasquino” en el centro histórico de la ciudad y las magníficas instalaciones de la “Città del Gusto” en un barrio de la periferia: antigüedad y modernidad perfectamente compatibles. Por cierto, no coincidí con Agustina, cosa que me hubiera gustado mucho.

 

Pero sí coincidí en una ocasión con un grupito de chicas del UNIV 2008. En concreto, fue en la mañana del martes 18 de marzo, en torno a las 9,15 horas. En ese momento me encontraba en la cripta de las tumbas de los papas bajo el suelo de la Basílica de San Pedro. Acudí a rezar ante la tumba del apóstol Pedro, ante la del papa Pablo VI y ante la de Juan Pablo II. Me entristeció la soledad de la tumba de Pablo VI, el papa que culminó la celebración del Concilio Vaticano II y lo comenzó a aplicar durante su pontificado, a diferencia de lo frecuentado que está el sepulcro de Juan Pablo II. (También está frecuentada la tumba del papa Juan XXIII, el papa que convocó y comenzó el mencionado concilio; sus restos mortales ya no se hallan en esa cripta, sino bajo el altar de una capilla de la Basílica Vaticana). En efecto, acude tanta gente a rezar ante la sepultura de Juan Pablo II, que habitualmente está protegida no sólo por cordones de separación que facilitan el tránsito de los peregrinos y la estancia de aquellos que se detienen de pie o de rodillas ante ella, sino también por uno o dos vigilantes que mantienen el orden en ese concurrido lugar de la cripta.

 

Pues bien, hacia las 9,15 horas del martes 18 de marzo, esa tumba se quedó sin vigilantes por un breve instante, sólo dos o tres minutos. Entre las personas que estábamos allí en ese momento se encontraba un grupo de cinco o seis chicas del UNIV 2008, perfectamente reconocibles porque llevaban en el jersey o en la solapa del abrigo el distintivo del congreso UNIV de este año. En cuanto ellas vieron que la tumba de Juan Pablo II se había quedado sin custodia, tomaron de manera espontánea una decisión y la llevaron a cabo rápidamente sin vacilar lo más mínimo. A una gran velocidad saltaron los cordones de separación y se lanzaron sobre la tumba del papa Juan Pablo II para depositar un beso. Por supuesto, no sustrajeron ninguna de las rosas ni otros objetos que decoran el sepulcro; simplemente lo besaron todas a la vez, adaptando a esa ocasión la piadosa costumbre que los miembros del Opus Dei tienen de besar la tumba del Padre en la sede central de la Obra.

 

Rápidamente salieron del recinto de la sepultura de Juan Pablo II y se alejaron de aquel lugar. Enseguida regresó uno de los vigilantes, y un señor italiano y yo misma le informamos de lo que acabábamos de ver. El joven vigilante, algo irritado, hizo ademán de buscar a esas chicas, pero ya habían abandonado la cripta de los papas. Y todo quedó en eso, en una travesura sin más importancia.

 

De esta sencilla anécdota se pueden extraer más consecuencias de lo que a primera vista pueda parecer; por lo menos dos.

 

La primera consecuencia es que así se comporta el Opus Dei cuando se relaciona con las autoridades de la Iglesia Católica: mientras éstas vigilan, la Obra aparenta cumplir lo que la Iglesia manda; pero, en cuanto dejan de vigilar, el Opus Dei va a su bola y hace lo que le da la gana, adornando su modo de obrar con una versión oficial que satisface incluso a las autoridades mismas de la Iglesia, aunque estén siendo en realidad engañadas.

 

La segunda consecuencia es comprobar lo bien que aprenden las nuevas generaciones, con espontaneidad juvenil, el modus operandi interno del Opus Dei. En más de una ocasión nos hemos planteado en esta página Opuslibros la posibilidad de que el Opus Dei inicie una reforma para depurar sus errores; sin embargo, habiendo visto tan de cerca el comportamiento de esas chicas del UNIV 2008, dudo mucho que las nuevas generaciones estén en condiciones de reformar la institución; más bien diría que esas jóvenes son “genio y figura hasta la sepultura” (y nunca mejor dicho, en este caso, eso de sepultura).

 

Hubiera preferido coincidir con Agustina en Roma. Otra vez será; un buen punto de encuentro podría ser la estatua de “Pasquino”.

 

Giovanna Reale

 

Nota de Agustina.- Querida Giovanna, trato hecho: nos conoceremos en la estatua de Pasquino. Un abrazo!







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