MI LICENCIATURA.- Guttemberg
Fecha Friday, 07 March 2008
Tema 010. Testimonios


Tras varias semanas sin entrar por aquí, hoy me he dejado caer. He leído todo o casi todo lo publicado en los últimos 7-8 días. Al margen de paranoias varias de gente como Morgana (algo de bruja si que tiene), Casperbanana y JJ de las que he hecho un somero análisis interior y que no voy a plasmar en palabras por no aburrir al personal con disquisiciones varias acerca de lo que el santo predijo y profetizó (entre otras cosas las pelis que me voy a bajar esta tarde de la web y que desdicen del cargo y posición que ocupo), no me ha pasado desapercibido el escrito de Angie del 27 de febrero sobre la licenciatura. Y digo que no me ha pasado desapercibido porque en mi experiencia personal he de decir que no sólo no me ayudaron, sino que me perjudicaron sobremanera. Y si después de leer mi testimonio, alguien opina lo contrario, que me lo diga y lo discutimos tranquilamente.

Comencé mi carrera en una ciudad donde residí como adscridente (adscrito-residente). Siempre me consideré una persona responsable y que sacaba máximo rendimiento del tiempo dedicado al estudio. Cuando llegué al centro, con sus horarios, normas y demás no daba a basto y había mil historias que distraían mi atención y, por ende, mi rendimiento. Pero bueno, eso era mal menor. Acabé primero de carrera y me fui a otra ciudad a iniciar el centro de estudios donde pasé dos años muy duros en todos los sentidos. Conseguí llegar limpio a final de tercero. Pleno rendimiento con poco tiempo disponible entre encargos, charlas, cantos y milongas varias que no servían más que para tenerte entretenido y fundamentalmente agotado.

En cuarto me mandaron a otra ciudad (y otra universidad; y van dos traslados en 3 años, y otro teniendo en cuenta que el primer curso lo hice fuera de mi ciudad de origen donde no hay universidad). Allí me dieron hasta en el cielo de la boca, pero nunca fue por culpa de encargos apostólicos (el club me quitaba viernes y sábados por la tarde, los retiros mensuales, charlas, meditaciones, y apostolado...), sino porque no me esforzaba y/u organizaba lo suficiente. "Tenía la mente en otras cosas, en mis cosas, pensaba en mí mismo y no me ponía en manos de Dios". Pero ahí no acaba la cosa.

Tras un desastroso año en el que salvé medio curso, solicité mi regreso a la ciudad del ce [centro de estudios]. Finalmente me lo concedieron, no sin múltiples súplicas y reuniones con el director de turno. Por tanto, estamos hablando de 3 traslados de ciudad en 4 años. Gracias a mi esfuerzo y a que el director de mi nuevo centro era algo coherente, conseguí reducir al mínimo mis encargos y dedicarme casi al 100% a acabar la carrera. Casi lo consigo. Aprobé la última asignatura en convocatoria extraordinaria en febrero.

Angie, como puedes ver la Obra me ayudó mucho a centrarme en mis estudios. Estoy seguro que sin tantos traslados, cambios, adaptaciones al medio y a la nueva gente no hubiera aprobado la carrera, y menos en 5 años y pico. Si a esto sumamos que gané en responsabilidad al cumplir todos mis encargos, segurísimo que no hubiera dado palo al agua de no ser numerario.

En fin, si no hubiese sido numerario hubiera disfrutado de la etapa más bonita de una persona, de la vida universitaria de la que todo el mundo me habla con gran alegría, de una juventud que empecé a vivir con 25 años, y seguramente hubiera acabado la carrera en mi año, sin darme absurdos atracones y sobre todo con unas notas bastante mejores que me hubieran abierto puertas que por expediente se me cerraron.

Así que, Angie, parafraseando a S.M D. Juan Carlos I, ¿Por qué no te callas?

Guttemberg









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