Sobre la falsificación de la palabra de Dios.- E.B.E.
Fecha Monday, 03 March 2008
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Un texto que leí hace unos días me pareció significativo para describir lo que sucede en el caso del Opus Dei a la hora de aplicar la palabra «fraude» a esa institución. Es una meditación que dirigió el predicador del Papa a toda la Curia Romana. Los subrayados son míos.

El texto completo de la meditación está aquí.

El riesgo de falsificar la palabra de Dios en la Iglesia, según el predicador del Papa

Segunda meditación de Cuaresma ante Benedicto XVI y la Curia

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 febrero 2008 (ZENIT.org).- «Hablar de Cristo», «con sinceridad», «movidos por Dios» y «bajo su mirada»: son las «condiciones del anuncio cristiano», que puede llegar a pervertirse --también en la propia Iglesia-- cuando se «falsifica» la palabra de Dios, advierte el predicador del Papa.

Ante Benedicto XVI y la Curia Romana, en su segunda predicación de Cuaresma --este viernes, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano-- el padre Raniero Cantalamessa O.F.M. Cap. apuntó las claves para discernir el citado riesgo.

«De toda palabra inútil que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio» (Mt 12,36): a partir de esta advertencia de Jesucristo, el padre Cantalamessa distinguió: La palabra inútil, «vacía», es la que dice «aquél que debería en cambio pronunciar las "enérgicas" palabras de Dios»; es «la palabra del falso profeta, que no recibe la palabra de Dios y sin embargo induce a los demás a creer que sea palabra de Dios».

«La palabra inútil es la falsificación de la palabra de Dios, es el parásito de la palabra de Dios», recalcó; «se reconoce por los frutos que no produce»; «es estéril, sin eficacia». En cambio «la Palabra de Dios es viva y eficaz» (Hb 4,12).

«Los "hombres que deberán dar cuentas de toda palabra inútil" son los hombres de Iglesia», alertó el padre Cantalamessa.

(...)

Una necesidad que igualmente «se advierte en las comunidades religiosas» --añadió--, por «el peligro de que en la formación que se da a los jóvenes y en el noviciado, en los ejercicios espirituales y en todo el resto de la vida de la comunidad, se emplee más tiempo en los escritos del propio fundador --con frecuencia bastante pobres de contenido-- que en la palabra de Dios».

Saludos,
E.B.E.









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