Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. XX, último).- Brian
Fecha Monday, 25 February 2008
Tema 090. Espiritualidad y ascética


POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei – 1948-

 

XX-DONES EXTRAORDINARIOS. GRACIAS Y FAVORES

 

 

266.-Naturalidad con que vivía sus virtudes.-La santidad del Siervo de Dios radica en el conjunto de detalles

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vividos heroicamente y con perseverancia durante toda su vida y en la perfección habitual con que los llevaba a la práctica. Su humildad procuraba cuidadosamente ocultar el heroísmo de sus virtudes: pero, a pesar de sus esfuerzos, cuantos le trataban sorprendían con facilidad su unión con Dios, en verdad admirable.

Fué un don extraordinario en el Siervo, de Dios la naturalidad con que vivió la perfección de las cosas ordinarias, ocultando a los demás las gracias que recibía del Señor, al mismo tiempo que trataba a todos con extraordinaria bondad y conservaba su habitual paz interior.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

267.-Su vocación y perseverancia.-Fué verdaderamente extraordinario y providencial el encuentro del Siervo de Dios con el Fundador del Opus Dei. A pesar de que hacía mucho tiempo que no se habían visto, los dos albergaban, por motivos distintos, el deseo de volver a ponerse en contacto: el Fundador, para darle a conocer la Obra, y el Siervo de Dios, para tratar con aquél el problema de su vocación, aunque cada uno de ellos desconocía el designio del otro. Habiendo conocido su dirección en Málaga, el Fundador le escribió una carta diciéndole que no dejase de visitarle si por algún motivo había de hacer un viaje a Madrid. Pasado cierto tiempo, el Siervo de Dios buscaba en esta ciudad al Fundador, y después de varias tentativas infructuosas, marchó por una calle que le desviaba y le hacía dar un rodeo, y se encontró con el Fundador, quien también de una manera inexplicable, había escogido aquel camino, desacostumbrado para él. «Una seguridad de verte me ha traído por esta calle», fueron las primeras palabras del Siervo de Dios al producirse el encuentro, y apenas empezó a tratar el problema de su vocación y a pedir consejo al Fundador, éste le dió a conocer la Obra, que el Siervo de Dios desde el primer momento reconoció como el camino seguro de su santificación...

 

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