Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. IX).- Brian
Fecha Wednesday, 13 February 2008
Tema 090. Espiritualidad y ascética


POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei -1948-

 

IX.-CARIDAD PARA CON EL PROJIMO

 

 

120.-Caridad heroica.-De su caridad heroica para con el Señor nació en el Siervo de Dios su amor hacia el prójimo. Durante su vida hizo todo el bien que estaba a su alcance, a todos, sin excepción ni distinción de clases, ideas ni categorías.

Heroica fué su caridad en circunstancias extraordinarias y particularmente difíciles. Delicada y fina con los pobres, con los obreros, con los alumnos. Admirablemente heroica en la naturalidad con que se olvidaba de sí mismo, para estar pendiente de las necesidades espirituales y materiales de los demás. Esta caridad alcanzó un grado supremo cuando, en su lecho de muerte, enseñaba a sufrir, a orar y a ofrecer por el bien de todas las almas, y muy en especial por la Obra y por sus hermanos, haciendo de sus dolores un apostolado de caridad, abnegación y sacrificio. Alguien que le conoció ha dicho a propósito

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del Siervo de Dios estas palabras: «Era todo corazón». Y este corazón, que ardía en amor de Dios, le llevaba a entregarse del todo a sus prójimos.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

121. Desde su infancia.-Desde muy niño empezó a dar muestras de lo que, andando el tiempo, había de ser una de sus virtudes más características: la despreocupación de sus cosas para atender a los demás.

Vivía la caridad con gran delicadeza: no había persona necesitada que, acercándose a su casa, no fuera socorrida por él. Tomaba parte en el sufrimiento ajeno y, olvidándose de sí mismo, trataba siempre de favorecer a los demás. Si su madre le decía: «Isidoro, debes hacerte un traje», él contestaba: «Este que llevo está todavía muy bien: que se lo haga mi hermano o mi hermana, que son más jóvenes».

Con toda delicadeza les corregía cuando era necesario. Bastaba con que pronunciase el nombre de uno de ellos con tono grave para que éste se diera cuenta inmediatamente de que había faltado, aunque no supiera en qué. Después, a solas, le explicaba lleno de caridad dónde estaba la falta...

 

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