Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. V).- Brian
Fecha Friday, 08 February 2008
Tema 090. Espiritualidad y ascética


POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei -1948-

 

V.-VIRTUDES EN GENERAL

 

 

52. Heroicidad de sus virtudes.-Heroicas son aquellas virtudes que se ejercitan prontamente, con constancia y alegría, en todas las circunstancias ordinarias de la vida cotidiana, observando fiel y perfectamente los Mandamientos

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de Dios, los preceptos de la Iglesia y las obligaciones del propio estado, y en forma tal que su ejercicio sobrepase la práctica de la virtud en las personas comúnmente tenidas como piadosas. Además, y con mayor razón, son heroicas las virtudes que, frente a las dificultades, obstáculos, contradicciones y adversidades de la vida, tanto morales como físicas y materiales, se ejercitan con prontitud de ánimo, con constancia y fervor siempre creciente hasta el momento de la muerte. El Siervo de Dios, lo mismo en sus acciones comunes y ordinarias que en trances difíciles y penosos, fué siempre constante en el ejercicio de todas las virtudes, que practicó en grado heroico.

         Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

53.-Cumplimiento heroico de sus obligaciones.-La santidad del Siervo de Dios -a quien no faltaron gracias extraordinarias- se caracterizó, sobre todo, por el cumplimiento perfecto de sus obligaciones, incluso las más pequeñas.

Practicó durante toda su vida, con fidelidad, constancia y en grado heroico, las virtudes teologales, cardinales y las propias de los consejos evangélicos. Sobresalía en él de manera notable su perfecta unión con Dios, su gran recogimiento, su admirable espíritu sobrenatural, nacido de la profunda fe que penetraba todas sus acciones; una gran humildad, llena de sencillez, con la que trataba de cubrir sus propias virtudes; una prudencia extraordinaria y una caridad encendida.

Uno de los que le conocieron y trataron resume su impresión en estas palabras: «Esa tan difícil "facilidad" en el heroico cumplimiento de todas sus obligaciones, hasta en las cosas más pequeñas, con constancia, alegría y sencillez, es quizá lo que más estimé en el Siervo de Dios».

Y otro testimonio dice que «sus actos de virtud no fueron esporádicos, sino que mantuvo siempre la misma fidelidad heroica a las cosas pequeñas, en todos los acontecimientos de su vida».

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Todo lo cual, etc.

 

54.-Progresó en la virtud.-Creció continuamente el Siervo de Dios en el ejercicio de la virtud; y se dolía de no haber sabido aprovechar las gracias de Dios y todas las ayudas que el Señor le había deparado para su santificación. Poco antes de su muerte decía: «Tenéis que pedir mucho por mí... No sé ofrecer cada una de estas cosas como quisiera»; y ésto, cuando con ejemplar alegría y fortaleza ofrecía sus grandes sufrimientos.

La práctica de las virtudes durante toda su vida trajo consigo la paciencia y la paz con que llevó su enfermedad; el amor y el sacrificio que puso siempre en las cosas ordinarias de cada día, le prepararon para llevar la cruz.

A aquel ingeniero joven y optimista de Málaga no se le oyó nunca la menor, queja, ni se advirtió en él el más ligero malhumor, tanto en los días de la guerra como en su enfermedad, aun en los momentos de gravedad más extrema. «Parecía -dice un compañero suyo- tener firmeza y exactitud de locomotora, pero de locomotora holgada, que sube las cuestas sin aspavientos, aunque el cuerpo apenas pudiera seguir adelante».

Todo lo cual, etc.

 

55.-Modelo de virtudes.-El Siervo de Dios era un compendio vivido de las virtudes del Opus Dei, y un ejemplo para todos los socios de la Obra que tuvieron ocasión de conocerle. No parece sino que el Señor quiso prolongar su angustiosa enfermedad para hacer posible que le tratasen muchos de sus hermanos en momentos en que sus virtudes, practicadas durante una vida entera de entregamiento, se mostraron a los ojos de todos, triunfando de la humildad que pudo cobijarlas durante mucho tiempo.

Con sus palabras, y sobre todo con su conducta, el Siervo de Dios fué ejemplo para los demás; en él pudieron aprender todos el amor a su vocación, el cariño y el respeto al Fundador, la caridad, la humildad, la delicadeza,

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la naturalidad, el sacrificio, el orden, la pobreza y todas las demás virtudes.

           Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

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