Libro 'olvidado' por el Opus Dei sobre Isidoro Zorzano (Cap. II).- Brian
Fecha Monday, 04 February 2008
Tema 090. Espiritualidad y ascética


POSICIONES Y ARTÍCULOS

PARA LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

Y CANONIZACIÓN DEL SIERVO DE DIOS

ISIDORO ZORZANO LEDESMA

DEL OPUS DEI

Por José Luis Muzquiz, sacerdote numerario del Opus Dei  -1948-

 

 

II.-VIDA PROFESIONAL

 

 

10.-Primeros trabajos profesionales.-Al salir de la Escuela, una vez terminados sus estudios de ingeniero, prestó sus servicios en la Sociedad Española de Construcciones Navales, en la factoría de Matagorda (Cádiz), como jefe del material ferroviario, y tras una estancia de pocos meses, pasó a Málaga, ingresando en la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, en diciembre de 1928. En ella fué destinado al Servicio Eléctrico, a las órdenes inmediatas del también ingeniero industrial don Manuel J. Maldonado, hoy jefe de División de la R. E. N. F. E. (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles).

El Siervo de Dios contaba entonces veintiséis años y le recuerdan sus compañeros de profesión como un hombre simpático, llano y bromista, de mirada vivaz y alegre, con sonrisa casi permanente durante sus conversaciones.

Vivía en una modesta pensión de la calle de Sagasta («La Veleña»). Hacía una vida tranquila, enteramente dedicado a su trabajo profesional y a sus ejercicios piadosos. «Su vida interior, indudablemente intensa, la ocultaba modestamente aun ante los ojos de los que, siendo buenos amigos suyos, no teníamos esa misma vocación», dice su compañero don Andrés Félez, ingeniero del Ayuntamiento de Málaga y director de la «Azucarera Hispania»...



En este periodo se ocupó especialmente de los proyectos de electrificación de ferrocarriles de las líneas de Córdoba-Bélmez, Guadix-Almería y Málaga-Bobadilla, llevando después a cabo los proyectos y ejecución del alumbrado eléctrico y fuerza motriz de varias estaciones, trabajos que desarrolló en jornadas agotadoras, con gran celo, competencia y espíritu de sacrificio.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

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11. Ingeniero de Talleres.-El 1.° de mayo de 1932 fué destinado a los Talleres generales de la misma Compañía de Ferrocarriles Andaluces, como Inspector de locomotoras y ténderes. Se trataba de un puesto difícil, pues en estos talleres se reparaban todas las locomotoras y vagones del sur de España; y precisamente allí las luchas sociales enconadas de la época tenían uno de sus principales focos. El Siervo de Dios desempeñó su labor con perfecta capacitación, captándose las simpatías de sus jefes y del personal obrero que, a pesar de su rebeldía, le respetaba y le consideraba con afecto.

Recuerdan sus subordinados, refiriéndose a este periodo de la vida del Siervo de Dios, que no tenía inconveniente en vestirse el mono de los obreros y mezclarse con ellos durante su trabajo.

El ingeniero don Antonio López Julio dice que su actuación fué siempre inmejorable, mostrándose muy trabajador e inteligente. Mereció el mejor concepto tanto de sus jefes como de sus compañeros, y por sus altas cualidades de caballerosidad, comportamiento y buen trato con los subalternos v obreros, se captó muy pronto el cariño y afecto de todos.

Todo lo cual, etc.

 

12.-Prestigio entre sus subordinados.-Por sus virtudes, y por su valía y conocimientos profesionales, el Siervo de Dios gozaba de gran prestigio entre sus subordinados.

Dicen de él «que era verdaderamente un padre para ellos y, al mismo tiempo, un jefe magnífico». Y otro manifiesta: «Hablé con él tres o cuatro veces: me impresionó. Era un modelo de delicadeza y comprensión. Muy inteligente».

Del respeto que guardaban al Siervo de Dios afirma uno de los que le conocieron en Málaga, el industrial don Raimundo Renta: «Era la época en que los obreros hacían desprecio y burla pública de los jefes y patronos. Pues bien, me fijé en algo que tenía valor de síntoma: en

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el tranvía, a Zorzano, todos los obreros le saludaban quitándose la gorra con la mayor amabilidad. Por eso hube de preguntarle a uno de ellos: "¿Qué tal se porta con vosotros el señor Zorzano?" Y me contestó: "Don Isidoro es un camarada más, no tiene una mala palabra para nadie, y por eso le queremos y se le sigue de cabeza; lástima que sea un poco cavernícola"».

En las visitas que el Siervo de Dios, hacía a los barrios pobres, recibía continuos saludos de sus obreros; y esto en una época de exaltación roja, en que se despreciaba toda autoridad. A pesar del odio de entonces, los centenares de obreros a las órdenes del Siervo de Dios sentían por él gran veneración.

Todo lo cual, etc.

 

13.-Profesor de la Escuela Industrial de Málaga.-En la Escuela Industrial de Málaga fué Profesor de Matemáticas superiores y de Electrotecnia.

El ingeniero don Manuel J. Maldonado, director entonces de la Escuela Industrial, afirma que el Siervo de Dios «mostró perfectas cualidades para la enseñanza», y uno de sus antiguos discípulos, don José Poy Segas, dice que el Siervo de Dios «logró al poco tiempo el respeto, la estimación y el cariño de todos sus alumnos por sus grandes conocimientos de las materias que explicaba, por su trato exquisito a los de arriba y a los de abajo (no hacía distinciones) y por sus bondades y persistencia en la enseñanza, en la cual no quedaba satisfecho hasta que estaba convencido de que todos habían comprendido la lección, lo que hacía un día y otro durante todo el curso, sin un mal gesto, siempre con palabras alentadoras y con una paciencia y abnegación sin límites al tratar con los menos inteligentes».

Con sus alumnos realizó varios viajes de carácter técnico, uno de ellos al pantano de «El Chorro», donde les dió unas explicaciones tan magistrales, que aún las recuerdan al cabo del tiempo. «Fueron lecciones tan claras

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y comprensibles -dice uno de los que asistieron- que dejaron grato recuerdo en todos cuantos tuvimos la suerte de asistir y escuchar sus palabras».

Todo lo cual, etc.

14.-Su trato con los alumnos de la Escuela.-Los que fueron alumnos del Siervo de Dios dicen que le querían y respetaban sin saber por qué; para algunos su recuerdo es el mejor que guardan de la Escuela.

Sus lecciones eran esperadas con verdadera alegría, a pesar de tratarse de una materia de por sí árida; los alumnos sentían que llegase el final de la clase. Y su relación con ellos no se reducía a la de las aulas, de tal manera que muchos le consideraban como consejero en sus estudios y fuera de ellos.

Algunos de sus obreros eran también alumnos suyos en la Escuela y cuentan detalles extraordinarios expresivos de la delicadeza del Siervo de Dios, que llegó a ofrecérseles para darles clase particular sin cobrarles nada. No sólo les recibía cordialmente en su domicilio, como a los demás alumnos, sino que les resolvía también las dificultades en su despacho de Talleres: les sentaba a su mesa y les explicaba con gran caridad hasta que entendían, sin negarles nunca su ayuda.

Todo lo cual, etc.

 

15.-Otros trabajos y empleos.-Dirigió el Siervo de Dios la construcción del salto de agua e instalación de una central hidroeléctrica en el pueblo de Frigiliana (Málaga) e hizo diversos proyectos de obras metálicas y de hormigón armado.

En el curso 1934 a 1935 fué nombrado Tesorero del Patronato local de Formación Profesional de Málaga, mostrándose muy diligente en el desempeño de este cargo, pues en contraste con algún otro habilitado anterior, no sólo pagaba puntualmente, sino que incluso, a veces, llevaba el sueldo a los interesados.

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Sus virtudes y prestigio crearon a su alrededor un ambiente de cariño que ya habría de acompañarle siempre. De ello es muestra el grato recuerdo qué dejó entre sus compañeros en otro de los cargos que desempeñó en Málaga: el de Secretario de la Delegación de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales.

Todo lo cual, etc.

16. Ingeniero de Ferrocarriles en Madrid. -En el año 1939, al terminar la guerra española, desempeñó en Madrid la Jefatura de la Oficina de Estudios de Material y Tracción de los Ferrocarriles del Oeste; al producirse la unificación de los ferrocarriles españoles pasó a la Jefatura de Estudios y Unificación de Material de toda la Red Nacional.

En este nuevo cometido profesional, el Siervo de Dios gozó unánimemente, entre sus jefes, compañeros y subalternos, del mismo prestigio profesional y fama de virtudes que en los cargos anteriores.

Hizo también varios viajes de inspección a las fábricas que construían material ferroviario; decía en broma el Siervo de Dios, cuando iba a probar las calderas de las locomotoras, que «iba a tomarles el pulso».

En uno de estos viajes estuvo en Valencia, «pulsando» unas calderas que habían sido construidas por la Casa Devis. Fué tal la impresión de competencia, honradez y dinamismo que produjo en el director de la fábrica, que éste le ofreció un espléndido sueldo para que se quedara en sus talleres. El Siervo de Dios, sin embargo, no aceptó, pues por. entonces llevaba la administración del Opus Dei, que no hubiera podido atender caso de aceptar el puesto de la Casa Devis, y su espíritu heroico de sacrificio no le permitía tomar en consideración ofrecimiento tan halagüeño.

Todo lo cual, etc.

17.-Competencia profesional-El Siervo de Dios desempeñó su trabajo

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profesional siempre con la máxima dignidad y competencia. Aparte de las materias exclusivamente técnicas, mostró gran afición por las cuestiones sociales y de organización del trabajo. Cumplía sus obligaciones con una exactitud perfecta, que se exteriorizaba en la puntualidad matemática de su jornada de trabajo, a pesar de que esta puntualidad le obligaba a levantarse muy temprano. No obstante los primeros síntomas de su enfermedad, siguió acudiendo a su puesto de trabajo hasla que esto le fué materialmente imposible.

          Son numerosos los testimonios de sus jefes, compañeros y subordinados que demuestran el alto concepto en que era tenido. Un profesor de la Escuela Industrial de Málaga, el señor Romero Santana, dice: «Por su carácter e inmejorables condiciones de jefe, de caballero y de amigo, supo siempre mantenerse en su puesto, en todos los tiempos, haciéndose respetar y querer de todos»; y el excelentísimo señor profesor don José María Albareda, miembro de la Pontificia Academia de Ciencias y de varias Reales Academias y secretario general del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, añade: «Era un tesoro de competencia y actividad diligente. Gozaba de mucha estimación y hacía trabajar». Asimismo uno de sus colaboradores le recuerda como «trabajador incansable y dominador de su profesión, que siempre estuvo en los puestos de más trabajo; su labor como Ingeniero de los Ferrocarriles Andaluces, primero, y de la Red Nacional de Ferrocarriles, después, fué siempre intensa, poniendo en ella todo su valer como ingeniero con gran espíritu de sacrificio».

Cuando las zonas de ferrocarriles se agruparon y se constituyó la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, los empleados del Siervo de Dios le ofrecieron como homenaje de admiración y afecto, un alegórico pergamino.

Este mismo afecto le demostraron durante su enfermedad. En el Sanatorio iban a verle con frecuencia los

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empleados de su oficina, a quienes se veía visiblemente emocionados y apenados, pues le querían de veras.

Todo lo cual será probado por testigos dignos de fe por haberlo visto, oído o leído, o que lo saben por ser cosa pública y notoria, los cuales indicarán, además, sus fuentes de información.

 

 

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