Jacinto Choza ha desatado toda una movilización intelectual en los colaboradores de OpusLibros para explicar este asunto del rejalgar escrivariano. Nos cuenta Jacinto de algunas personas que han sido objeto de la maldición de Escrivá y sufren ahora su salida de la Obra. Puedo decir, al respecto, que mi experiencia ha sido muy otra: ni yo ni nadie de los bastantes que conozco que han dejado el Opus Dei en estos años o antes, ha sufrido la maldición de Escrivá. Todos estamos mucho mejor -más felices- de lo que estábamos en el Opus Dei. Por eso he llegado a pensar que el rejalgar-profesía de Escriva es una de sus tantas pifias.

Por lo que a mí respecta,  y que es lo que mejor conozco, no tengo ninguna duda de lo que afirmo. Ciertamente que también viví años de sincera alegría en la Obra. Sin embargo, la alegría que ahora experimento es mucho más intensa por cuanto la experimento como muy mía. Nunca me he sentido abandonado por Dios, y lo sigo considerando mi Padre. Lo veo muy por encima de las extravagancias del fundador y sus maldiciones. Esas maldiciones son una de tantas consecuencias de su gnosis.

La vida en la Obra carecía de riesgos. Fuera, en cambio, todo puede pasar y la vida está enteramente en nuestras manos. Las posibilidades de error personal se multiplican. Es la diferencia entre un animal en un zoológico –con alimento y atención médica aseguradas- y el animal en medio de la selva, en estado natural, donde nada es seguro, y al asecho de los depredadores. Es más cómodo el zoológico, pero carece por completo de interés. ¿No será que los aquejados por el rejalgar sienten nostalgia por la seguridad de la jaula?

Heraldo