Un fortísimo abrazo de Navidad.- Armando
Fecha Friday, 21 December 2007
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Estimados amigos y amigas:
 
Es mi más ferviente deseo, daros a cada uno y a cada una un fortísimo abrazo de Navidad, asimismo abarcar a vuestras familias, amigos y todos aquellos y aquellas que en este año, han contribuido –muchas veces sin saberlo- a la reconstrucción de vuestras vidas.
 
Deseo comentaros en estos días de fiesta, de felicidad, de encuentro con los seres queridos, que termino el año muy feliz. Podría decir que estoy totalmente recuperado, me he encontrado nuevamente conmigo mismo, sé lo que soy capaz de hacer, de no hacer, de mis virtudes, de mis habilidades, de mi nivel profesional y asimismo de mis carencias y defectos.
 
Que bien es levantarse cada mañana, asomarse al espejo, ver tu cara reflejada en él, coger la maquinilla para afeitarse y decirse a uno mismo “hombre, que guapo has amanecido hoy!”. Es una tontería si se quiere e igual pude haberos ahorrado leerlo, pero como muchos me conocéis, me acompañasteis en el proceso de mi recuperación, fuisteis testigos de mis desilusiones, del poco deseo de hacer algo para mi mismo, en fin, de todo eso, que ahora quiero compartir con vosotros y vosotras esta nueva etapa.
 
Es reconfortante poder gozar de cada instante, experimentar emociones que antes estaban vedadas en forma antojadiza y sin parar mientes en que era atentar contra la misma naturaleza humana. El poder disfrutar a los amigos, a las amigas, el compartir, el darse a los demás sin restricción alguna, tener la capacidad de contar también a esos amigos las penas y sinsabores que uno esté pasando y sobre todo, las alegrías. Vamos, es como dice el anuncio de Master Card –ojo que no estoy haciendo propaganda- estos momentos no tienen precio.
 
Esto no significa como lo he repetido muchas veces, que ahora dejé en el olvido lo que viví, por supuesto que no, en absoluto, pero si lo veo con otra perspectiva. He llegado a la conclusión que lo único lamentable, lo que realmente pudo haberme sumido en la tristeza más absoluta, en la amargura más enraizada, es no haberme dado la oportunidad de cambiar mi vida y haberme quedado en la obra. No haber querido  conocer la vida real ante el miedo que me inculcaban en el opus a perder el alma si me iba, con lo cual habría cerrado la posibilidad de palpar, de vivir lo que ahora veo, siento, admiro, etc.
 
Es precisamente esta felicidad que nace del fondo del alma y del corazón, lo que os deseo en estas fiestas y para el próximo año que está por llegar.
 
Pero para romper un poco con este escrito tipo “meditación”, aquí os dejo una anécdota.
 
Resulta que quedé de reunirme con unos amigos que también fueron de la obra para celebrar la Navidad. Desde tempranas horas de la tarde del día señalado, bueno, desde antes, tenía claro que ese día iría a tal acontecimiento. Tranquilos que no lo tenía anotado en la agenda porque
ya no tengo. Total que un par de horas antes, me llaman para recordarme de la cita concertada previamente, respondo que sí y la persona que me habló al móvil me dice “pero dice XX que por favor, sea puntual”.
 
Como en todas las ciudades para estas fechas, el tráfico es un caos, no sé, pero la gente sale hasta por deporte –vaya palabreja-, van y vienen en un desenfreno alucinante, no obstante reconozco que me he sumado a tal tropa y ¡qué bien se lo pasa uno!. Pero a lo que voy, para evitar retrasos, salí con suficiente tiempo de antelación y al llegar puntualmente al lugar convenido, tocar el timbre del portal y ups, sale el bedel para anunciarme que XX aún no ha llegado a casa.
 
Aunque en el trópico no es que tengamos climas invernales, algo de fresco si había aquella noche. Esperar con cara de lo que queráis en el portal, ser objeto de la observación de cuanto vecino, transeúnte o curioso pasó frente al edificio y me vio ahí parado en plan “me han dejado plantao”, no se lo deseo a nadie. Esto durante 40 minutos.
 
En otros tiempos ante tal contratiempo o adversidad, hubiera rezado el Rosario –lo cual no está mal e igual podría haberlo hecho-, encomendar al más necesitado con la oración “saxum”, luego jaculatorias largas y cuando hacía más frío, jaculatorias cortas, en fin, todo eso, aunque lo más indicado era ofrecerlo. ¿Os imagináis que igual tuve la oportunidad que alguien pitara porque ofrecí –en otros tiempos claro- una situación como la que os pinto?. Pues no señor, no hice eso ni las otras posibilidades que he enumerado. Me puse a llamar como poseso al susodicho de la casa y a los otros convocados, a manifestar mi descontento por la impuntualidad, no con palabras corteses, sino con las que usa el pueblo en momentos similares.
 
Por fin llega el anfitrión, paso a su casa y le digo “como ahora no tengo por qué ofrecer una situación como esta, de estar con cara –de lo que queráis- frente a tu casa, que sepas que he mencionado a toda tu generación desde Caín”. Y os digo, que bien, que delicioso se siente hacerlo. Como dice Satur, un buen par o varias palabrotas bien dichas en el momento preciso, es la forma más grande de disfrutar de la libertad también.
 
Pues lo dicho, que tengáis una Feliz Navidad!
 
Un millón de gracias a todos y a todas por lo que habéis hecho por mi!. Se os quiere!
 
Armando.








Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=11433