Las lecturas en el Opus Dei.- Demócrito
Fecha Monday, 17 December 2007
Tema 090. Espiritualidad y ascética


Me gustaría que alguien de dentro nos explicara como está ahora el tema de las lecturas en la Institución.

Recuerdo muy bien cuando Escrivá enarbolaba su dedo índice para establecer con firmeza que, cuando la Iglesia quitaba el Index, él ponía el suyo.

En las explicaciones subsiguientes justificaba esta medida por la grave desorientación doctrinal que percibia entonces en buena parte de la Iglesia y de la que consideraba un deber proteger a los miembros de la Obra. Recuerdo que decía que debíamos escarmentar en cabeza ajena (sic).

Quedaba implícito que la medida era excepcional y que obedecía a motivaciones de carácter coyuntural.

Resultaría inimaginable que los miembros de la Obra fueran a tener intervenido, con carácter permanente, el acceso a las manifestaciones contemporáneas de pensamiento. La Institución congrega un notable colectivo de intelectuales que, codo con codo con sus iguales, pueden y deben constituir una aristocracia de la inteligencia (sic) y una inyección intravenosa en el torrente circulatorio de la sociedad. En definitiva mentes ilustradas, preclaras, competentes y esforzadas, que, en todo caso, se distingan por su amor a la verdad y su honestidad intelectual; y todo ello sin escuela de pensamiento única o propia de la Obra. Que con su prestigio y su ejemplo arrastren a sus colegas.

Y el ejercicio intelectual, o es libre, o no es. Y eso hasta el propio Escrivá, que no era tonto, lo sabia.

Cuando me marché - ya con del Portillo de Prelado - no se percibían propósitos de desmantelar esa estructura de control. Como si los responsables de la Obra se sintieran cómodos con ese dogal de efectos tan invalidantes y contradictorios con los fines de la Institución. De hecho este estado de excepción intelectual suponía un enclaustramiento del pensamiento precisamente en aquellos campos de mayor calado intelectual.

¿Cómo está ahora este tema? A mi siempre me sorprendió que alguien pudiera pensar que, por ejemplo, un@ numerari@ que cumple cada día cerca de tres horas de normas de piedad, que semanalmente hace su charla con total - y preceptiva - sinceridad, que se confiesa cada siete días y asiste a un circulo de formación (aparte de los que imparte él mismo), que hace un retiro espiritual cada mes y un curso de retiro cada año, que dedica su periodo vacacional a un curso anual de formación intensiva .... vaya a ver perjudicada su alma por leer a Victor Hugo, a Leonardo Boff o al propio Joseph Ratzinger, algo avanzado en aquel entonces. Como mucho es@ numerari@ ensancharía el abanico de sus perspectivas mentales, que no viene mal.

Y es muy significativo que sus responsables pudieran ver en la libertad de lectura una amenaza para la Obra.

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Stanislaw Dziwisz, Cardenal de Cracovia, que fue secretario privado de Juan Pablo II (1978-2005), concedió a La Vanguardia de Barcelona una entrevista que se publica el 15 de Noviembre del 2007.

Termina así (es textual):

"¿Qué hacía el Papa cuando no hacía nada?

" Estaba muy ocupado...

" Todas las personas necesitamos no estarlo alguna vez.

" ... Le gustaba mucho el cine. Veía todas las películas importantes del momento.

" Eso es más que una distracción.

" En efecto, el Papa dijo en alguna ocasión que el buen cine le ayudaba a inspirarse para escribir su obra.

Y digo yo:

El buen Juan Pablo II pensaría que el séptimo arte, lejos de constituir un peligro para su alma, era un potente vehículo sociológico y cultural absolutamente imprescindible a partir del siglo veinte. Además de una distracción y un descanso, claro está.

Qué cosas, ¿Verdad tu?

Cordialmente

Demócrito









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