Debo confesar que del arte taurino sé bastante poco, sin embargo, he tratado de aprender algo porque es fascinante. Una de las cosas que he aprendido, es como el torero estudia al toro, ve por donde derrota, cómo reaccionan las manos y los cuartos traseros, en que lugar del ruedo responde mejor o peor, y así, lo aguijonea con las banderillas... lo chulea con unas cuantas verónicas y manoletinas ... y el pobre toro tan contento, entra al trapo.
Es exactamente lo que está haciendo cierta persona mayor que desde hace día pontifica en esta web, sobre sus propias bondades, su presunta libertad etc.etc. y sobre las maravillas del Opus, todo con un aire angelical de maestra de escuela, o de pacífica abuela moderna. A la abuela angelical le contestan algunos en buen plan y otros en no tan bueno; mientras, ella, que seguramente no actua sola, va pacientemente formando una colección de sus escritos pacíficos y bien intencionados y de las respuestas incisivas, a veces crispadas de sus interlocutores.
Hay realmente necesidad de seguir facilitándole su encargo?
El Gallo