Para Solrac, antiguo residente del Colegio Mayor Almonte.- ZAR
Fecha Monday, 19 November 2007
Tema 010. Testimonios


Querido Solrac:

por muy poco no coincidimos en Almonte, yo me fui poco antes de que tu llegaras. A pesar de no haber coincidido quiero pedirte perdón por eso de hacer la confidencia con un par tuyo (o alumno aventajado como dices tu) yo fui uno de esos. Quiero pedirte perdón a ti pues no puedo hacerlo con las dos personas que hacían su confidencia conmigo y –leyéndote- veo que pude hacerles daño. Ahora quiero que sepas la otra parte.

Yo había pasado menos de un año en Almonte pues me había incorporado a mitad de curso y a inicios del siguiente fui abordado un día por un subdirector quien, sin mas vueltas, me comunicó que a partir de la semana siguiente habría dos personas que harían la confidencia conmigo. Así, de golpe. Media hora después yo estaba hablando con Manolo J. –era el director- para decirle que me parecía una locura, que yo era poco tiempo que era de la obra y que no tenía ninguna experiencia ni formación como para llevar esas confidencias. En otras palabras: me estáis dando una responsabilidad para la que no me habéis preparado en absoluto. La respuesta fue la mejor expresión de voluntarismo-fideista-o-lo-que-sea: si te lo han encargado es que el consejo local piensa que estás preparado y si eso piensa es porque es así. ¡¡Toma ya!! ¡¡Y yo sin haberme enterado de la infalibilidad de los consejos locales!! Total que con el rabo entre las patas fui a pedir ayuda a D.José Luis B. (director espiritual) quien me dio ración doble, además de lo dicho por el director me aconsejó ser mas humilde pues ese rechazo era –claramente- falta de esa virtud… total que “na que haser” y a trabajar como guía de almas utilizando el método de ensayo-error: si no revientan es porque no lo estás haciendo tan mal. Ojo, yo tenía la mejor intención para ayudar a mis víctimas, solo que me sentía (y estaba) impreparado totalmente.

Mi sufrimiento duró menos de seis meses, un lunes –a mi regreso de la universidad- me abordó el mismo subdirector y me preguntó si sabía lo que XX había hecho el día anterior (XX era una de mis víctimas y la noche anterior había regresado de estar un fin de semana con sus padres en otra ciudad). Evidentemente yo no tenía ni la menor idea, por un lado estaba mi sentimiento innato de respeto por la privacidad de cada uno y ese cada uno tendría que decidir lo que me contaba y lo que no, además XX había regresado en la noche después de la hora de cena, luego tertulia, examen y tiempo de la noche seguido por el despertar-ducha-oración-misa-desayuno-bus-a-la-universidad-clases-y-regreso ¿Cuándo m… podría haberme contado lo que había hecho el día antes? El caso es que sobre la marcha quedé exonerado de llevar confidencias, o -como tu dirías- fui reducido al estado de “alumno no aventajado” lo que yo recibí como una auténtica liberación.

No fui yo el que te hizo daño pero si un colega mío (otro pobre alumno aventajado) al que –seguramente- habrían dado la misma preparación que a mí para llevar charlas: CERO. Seguro que ese pobre hombre lo estaría pasando tan mal como yo, no le guardes rencor, fue tan víctima como tú o quizás mas todavía.

De esos dos chalet y su túnel de comunicación, además de estas angustiosas experiencias y a pesar de todo, guardo también buenos recuerdos y me encantaría ver por aquí a los viejos amigos de esa época: Camilo, Sebastián, Frank, Jon, Ro, Chema, ... quien sabe, tal vez sumando los recuerdos de ellos, los tuyos, los míos, podríamos reconstruir la historia de lo que pudo ser y no fue.

Un abrazo
Z.A.R.









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=11157