¿Cómo se puede estar tan ciego?.- Norske Fjorder
Fecha Monday, 19 November 2007
Tema 010. Testimonios


 

A propósito de tertulias, Otaluto, me ha llamado mucho la atención tu escrito sobre las tertulias, porque a mí tampoco me gustaban nada. Ni las tertulias, ni los comentarios, ni los vídeos del fundador, pero ni siquiera me daba cuenta de verdad porque no me podía parar a pensarlo, eso ya era de mal espíritu, así que, como siempre, se trata de tirar adelante sin pensar ni razonar, aceptando que es uno el que se equivoca.

 

El colmo llegó un día de agosto, en un curso anual: estábamos viendo un vídeo del fundador, de los últimos años, uno –de tantos- en el que se enfada de repente sin venir mucho a cuento, pero en fin, vamos a dejarlo ahí, que no es eso lo que os quería contar.

 

El caso es que justo antes de empezar, mientras una numeraria preparaba el vídeo, me llaman mis padres y me dicen que mi abuelo se ha muerto. Me voy al oratorio y después de un rato vuelvo a la sala de estar, donde ya están viendo el vídeo, porque necesito decírselo a la nume con la que hacía la charla, necesitaba decírselo a alguien: acababa de hablar con mis padres, que hacía más de un año que no me llamaban y acababa de saber que mi abuelo se había muerto y que mis padres no querían que fuera al entierro.

 

Me acerco a ella, me siento a su lado y le digo al oído: «Perdona, ¿podemos salir un momento? Es que mi abuelo se ha muerto». Y ella, «Tssss». E insisto, «Eran mis padres, que mi abuelo se ha muerto». Y ella, «Tssss». Y yo, «Sal un momento, por favor». Y ella, «Tssss, ahora no».

 

Y allí me quedé, delante de la tele como todas, sentada en el suelo con las piernas cruzadas y mirando como una zombi a un video con un sacerdote que estaba diciendo cosas que me parecían cada vez más absurdas y fuera de lugar; mirando fijamente la pantalla mientras mi-nume-de-la-charla se reía como todas las demás, completamente ajena a lo que le acababa de decir, hasta que dejó de reírse, como todas las demás, cuando el fundador se enfadó diciendo no se qué de Judas y de quien traiciona a esta "gran familia".

 

Después de la tertulia, el rosario. Después del rosario, las clases. Después de las clases, la meditación. Después de la meditación, ¿dónde estaba mi-nume-de-la-charla? Se había ido a dar una vuelta al pueblecillo más cercano. Después de su paseito, la cena. Después de la cena, otra tertulia. Después de la tertulia, tiempo de silencio. 

 

Al día siguiente, después de la meditación y la Misa, el desayuno. Y después... una corrección fraterna: «Quería decirte una cosa que me ha pedido la directora, no viniste a cenar ayer por la noche...». Y yo, «Gracias».

 

Para pedirle a otra chica que me corrigiera y explicarle qué me tenía que decir, mi-nume-de-la-charla sí que tenía tiempo. Para acercarse a mí para saber por qué no había ido a cenar, no. Para salir de la tertulia, no. Para preguntarme por mis padres que me llamaban después de más de un año porque no aceptaban que estuviera con ellas, no. Para hablar de la muerte de mi abuelo, no. 

 

Al final no le dije nada. No fui al entierro. No se volvió a interesar más del tema.

 

Sin embargo, al día siguiente, sí que encontró tiempo para llamarme y decirme que me tenía que preguntar una cosa. Cuál no sería mi sorpresa cuando me dijo: «Tengo una cosa muy importante que preguntarte y que explicarte. ¿Tú crees que llevar falda es de espíritu? Es que nos han pedido de la delegación que os expliquemos que a partir de ahora podemos llevar pantalones (...)»

 

No Comment.

 

Un abrazo,

Norske Fjorder









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