Encuentros presenciales entre nosotros.- Ramón Rosal
Fecha Wednesday, 14 November 2007
Tema 040. Después de marcharse


SOBRE ENCUENTROS PRESENCIALES DE EX-MIEMBROS DE LA OBRA

 

Tras varias experiencias de encuentros presenciales y proyectos para otros en el futuro, he pensado que estaría bien exponeros mis reflexiones sobre las diferentes motivaciones que podrían darse entre los que desean reunirse y las posibilidades de realización de las expectativas.

 

1.            Algunas de las motivaciones posibles

 

Las motivaciones pueden ser muy diversas y en ocasiones varias a la vez. Se me ocurren las siguientes (sin pretender ser exhaustivo):

 

a)      Satisfacer la curiosidad de poder ver y dialogar, cara a cara, con personas de las que se han leído escritos en opuslibros o en vuelalibre. En algunos casos, además, se puede querer agradecer las ayudas recibidas de algunos de los presentes; ayudas a través de sus escritos o de actuaciones vía vuelalibre...



 b)      Poder comunicarse experiencias sobre cómo se ha ido enfocando la vida después de la desvinculación.

 

c)      Tantear la posibilidad del inicio de alguna nueva relación de amistad.

 

d)      Promover diálogos o coloquios sobre cuestiones de carácter psicológico, filosófico, teológico, ético, espiritual, etc.

 

2.            Experiencias previas que se podrán haber compartido por los que se reúnan

 

Muchos de los ex-miembros, y en especial los que vivieron un número importante de años en la institución, pueden ser conscientes de que les unen tres experiencias importantes en su vida:

 

2.1.            Experiencia de haber decidido en el pasado (libremente o presionados) vincularse a la Obra, esperando colaborar en determinados ideales humanos, espirituales y cristianos.

 

2.2.            Haber ido experimentando un creciente desengaño al ir constatando algunas contradicciones entre la presentación inicial del ideal y la realización práctica del mismo: a) crecientes actitudes conservadoras, integristas y autoritarias, no compatibles con todo tipo de personalidad; b) normas de la praxis difícilmente conciliables con una espiritualidad auténticamente secular de “cristiano corriente”, y no imprescindibles para el logro de una espiritualidad profunda; c) creciente reducción del margen para un ejercicio personal de la libertad y creatividad y de vivencia del pluralismo, en el marco de una estructura que no es coherente, en la práctica, con el eslogan de una “desorganizada organización”, sino de una organización superorganizada, supercontrolada, superdirigida desde la cúspide; d) deficiente profundización en la formación y en la práctica respecto a las responsabilidades relacionadas con la Ética Social y la Ética Económica, etc.

 

2.3.            Experiencia de haber decidido desvincularse de la institución (salvo los que vivieron la experiencia de ser rechazados por la misma), a pesar de las advertencias que en muchos casos se recibieron de que tal decisión sería consecuencia de una actitud de soberbia, de ceder a tentaciones diabólicas, de ser infiel a la voluntad divina; y a pesar de los vaticinios –escuchados en muchos casos– de que la persona desvinculada sería muy desgraciada, fracasaría en la vida, y abandonaría la vivencia de los valores éticos. Estas amenazas se escuchaban también a veces en aquellos casos en los que se padecía un trastorno psicológico prolongado de estado de ánimo, ansiedad, etc. y cuando la persona que lo padecía intuía que la solución para recuperar su salud mental sería probablemente la desvinculación (consecuencia verificada en no pocos casos).

 

3.         Pero estas tres experiencias compartidas no son suficientes para garantizar lo que se espera lograr con esos encuentros presenciales. Depende de cuáles sean las motivaciones

 

3.1.      Para las motivaciones a) –conocerse presencialmente- y b) –comunicarse la trayectoria posterior a la desvinculación- puede ser suficiente el haber compartido estas tres experiencias.

 

3.2.      Para la motivación c) –amistad- no será suficiente. Para que surjan auténticas experiencias de amistad profunda (y en algunos casos posibles relaciones de pareja) se requerirá además:

 

·         que haya suficientes afinidades en el modo de pensar, sentir, proyectar el futuro, etc.;

 

·         que la posible diferencia de edad no sea excesiva.

 

·         que en aquello en lo que pueda discreparse: ideales profesionales, creencias religiosas, políticas o culturales, etc., se compruebe que no impedirán en cada uno la permanencia de sus sentimientos positivos hacia el otro y un claro respeto a su fidelidad a sí mismo.

 

·         que la comunicación recíproca de la intimidad: vivencias emocionales, esperanzas, logros y fracasos, etc., se pueda vivir pronto, con fluidez, sin dificultad.

 

Es decir, dos o más personas pueden vivir en alto grado entre sí el amor al prójimo, la ayuda mutua, el altruismo solidario, y, sin embargo no ser auténticos amigos. Como mostraba Laín Entralgo en su excelente libro Teoría y Realidad del otro, la relación entre el buen samaritano y el desgraciado al que ayudó no era todavía una relación de auténtica amistad. Si hubiese ocurrido, por ejemplo, que tras un rato en silencio, uno junto al otro, hubiesen coincidido en sentir admiración ante un paisaje, y uno de ellos hubiese roto el silencio exclamando: “¡Mira qué maravilla!”, poniendo voz a lo que ambos sentían en su intimidad, podría tal vez haber sido el origen de una experiencia de amistad. Hubiesen comprobado repentinamente que les unía su alma de poetas. Laín Entralgo no lo describía con estas palabras; pero creo ser fiel a su mensaje con lo que he dicho.

 

3.3.            Finalmente, para la motivación d) –promoción de coloquios sobre cuestiones que dan sentido a la vida, etc.- no es tampoco suficiente haber compartido esas tres experiencias. Por otra parte, no parece necesario –para vivirla satisfactoriamente–, sentirse amigos (aunque esa experiencia puede acabar suscitando una profunda amistad.

 

Para la motivación d) lo que se requiere es cierto grado de vocación intelectual: el atractivo hacia la búsqueda de la verdad; el gusto por el ejercicio de pensar (a ser posible no para almacenar cantidad de información, sino para crecer como persona y contribuir en ayudar a crecer a otros). Una persona puede ser catedrático de Universidad y no ser un intelectual auténtico. En cambio, un ciudadano al que las circunstancias de su vida le hayan conducido a dedicarse a un trabajo más bien manual, puede ser un intelectual lleno de sabiduría. Eso sí, será preciso que encuentre tiempo para ejercitar el gusto por la lectura, como una fuente importante de sabiduría, junto con la reflexión sobre la experiencia de la vida. Sólo a base de Internet no se aprende a pensar.

 

Conclusión:

 

Pienso que es aconsejable que aquellos implicados en opuslibros y vuelalibre que proyectemos reuniones o encuentros tomemos conciencia sobre cuáles son nuestras motivaciones. Tratándose únicamente de las motivaciones a) y b), bastan las experiencias previamente compartidas. Para las motivaciones c) y d) espero haber acertado al resumir los requisitos.

 

He evitado referirme a la motivación más psicológica de encuentros potenciadores del crecimiento personal (psicológico) y del autoconocimiento -aunque podrían incluirse en d), si se trata de coloquios sobre el sentido de la vida, las experiencias emocionales del adulto joven y del adulto maduro, etc.-, precisamente porque dada mi condición de psicólogo y de ex-psicoterapeuta (codirector del Instituto Erich Fromm) quería evitar dar una impresión de propagandista de lo mío.

 

Ramón Rosal







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=11116