DISCULPAS PARA JULIA. Y sobre A punto A punto.- Satur
Fecha Monday, 05 November 2007
Tema 100. Aspectos sociológicos


Quiero disculparme con Julia por haber confundido a don A.A. conmigo. La verdad es que cuando leí en su anterior escrito que tenía “una voz encantadora y un físico impresionante pensé “¡coño, ese soy yo!”. Después con lo de las tres carreras y su “vida de joven madrileño de la calle Serrano, que conducía una moto de gran cilindrada y a quien perseguían las chicas”, entonces, di un respingo de asombro “¡joder, Satur, te clava!”. Y más adelante con eso de que  era guapísimo: alto delgado y de pelo negro, siempre engominado, ojos enormes, también oscuros, sonrisa pícara y con un atractivo personal fuera de lo común” me dije “sin duda, habla de mi”.

 

Así que pido perdón. Se me parece el tal A punto A punto, pero no soy yo. Perdóname, Julia.

 

Disculpa también por haberte puesto en mi escrito al lado del obispo Setién: “Setiende” que no te agraden ciertas compañías.

 

A don A punto A punto lo conocí en un curso anual en Pamplona...



Ciertamente era un cura olímpico. Aunque en aquella época pelo tenía más bien poco, era un campeón en todo: jugaba a fúmbol de maravilla, al tenis, cantaba apasionados boleros con la guitarra con una voz viril de varón dandy, tenía pelo en pecho en plan abrótano macho, la mirada con ligero toque Yul Bryner, muy chulo y muy listo y muy preparado en Teología.

 

En aquel curso anual, don A punto A punto impartía la asignatura de Metafísica. A mi eso de la metafísica nunca se me ha dado bien, y si tengo el bienio y el trienio es porque copiaba más que un espejo. Lo de la metafísica es que no lo entiende nadie, y el que lo entiende se vuelve loco, o se queda calvo, o se da al codeeferengan, o le pide un autógrafo a Enric Sopena, o escucha la Tarde con Cristina... ¡yo que sé lo que le puede pasar a quien entienda la metafísica!.

 

 Porque, a ver,¿qué coño es eso del ente en cuanto ente?, ¿hein?, ¿eso cómo se come?. ¿Y lo del objeto formal?, ¿y lo de sustancia?... vamos que me diga alguien que sabe qué es eso. Y el acto, y la esencia, y la potencia y Yo soy el que soy (¡mira que le han dado vuelta a la frasecita, que a lo mejor se dijo así, como de pasada, por decir algo, como podía haber dicho “Yo soy lo que tú no eres, pisha, colega”). Y que me perdonen los sabios que en el mundo han sido.

 

Conviví unos días con un filósofo de Navarra que, según dicen, es un genio. El tío entendía eso del ente en cuanto ente y, claro, estaba más pallá que paquí. Bueno, pues comer al lado de este sabio era de lo más surrealista. La primera vez que me senté a su lado, el hombre se quedaba mirando como absorto a un punto infinito de una baldosa. No pestañeaba, no decía nada, casi ni respiraba. Y allí se estaba, ensimismado, observando la baldosa. Uno, que le habían dicho que el hombre era muy listo, respetaba esa actitud y pensaba que si le molestaba quizás la humanidad se perdía, no sé, una idea brillante, una teoría que pudiese cambiar el mundo. Pero nuestras hermanas desconocían las profundidades del ser y recogían el primer plato sin miramientos. Y, claro, al llegar a Aristóteles le decían “¿no va a comer los macarrones?”. Y el tío, nada, mirando la baldosa. Y a uno le entraban ganas de decirle a la doncella –como así le llamaban los cursis a las nax [numerarias auxiliares]

 

-          Pero, ¡por favor!, ya la hemos jodido. Estaba el tío arrancándose con el ente subsistens y ustedes con los macarrones.

 

A lo que iba, que estaba con A punto A punto.

 

El hombre impartía las clases con una seriedad típica del Angelicum. No admitía tonterías, ni interrupciones, ni gracietas. Yo sabía por qué me había tocado estar allí, sé que son muchos y muy grandes mis pecados y el Señor, en su providencia, me tenía designado ese curso anual como expiación pero, ¿y los demás?. Pues seguro que lo mismo que yo. Y miraba a los alumnos y les preguntaba “¿tú qué has hecho en tu vida para merecer esto?. Las contestaciones eran pavorosas: estábamos lo mejor de cada casa. Eran pecados que la pluma no debe, no puede relatar.

 

Llegó el día del examen. Don A punto A punto no se fiaba de los exámenes escritos – con razón- así que los hizo orales y con tribunal de tres curas. Cague total. El mío duró, exactamente, cinco segundos. Ni más ni menos. Entro en el aula, saludo (hola, buenaaaaaas), y el tío, muy serio me pregunta.

 

-          ¿Qué es el ente?.

 

Yo pensé “chupao, a éste me lo como con patatas”. Y contesto.

 

-          El ente es una cosa que…

-          ¡¡¡POR FAVOR, ABANDONA INMEDIATAMENTE ESTE TRIBUNAL!!! – Me dice a gritos.

-          ¿Qué cómo?

-          ¡¡¡QUE TE MARCHES DE AQUÍ INMEDIATAMENTE!!!. ¡¡¡¿PERO, BUENO, CÓMO SE PUEDE VENIR A UN EXAMEN DE METAFÍSICA Y AFIRMAR QUE EL ENTE ES UNA COSA?... ¡¡¡UNA COSA!!!

 

Yo pensaba, “¿pero qué coño he dicho para que se me rebote éste tío?”.

 

-          Bueno, hombre, déjeme explicarme, que digo que es una cosa…

-          ¡¡¡INSISTE!!!... MÁRCHATE INMEDIATAMENTE.

 

Y uno, que tiene su puntito cuando se lo tocan, le contestó de mala manera y con acento maño.

 

-          Pues tú me vas a volver a ver el día que meen las gallinas, ¡chulito!

 

Como así ha sido. La corrección fraterna me cayó por la tarde por parte de uno del tribunal.

 

En ese curso anual coincidí con Rafael Larreina. Curioso ser humano cuelpo pelsona, actual secretario de organización de Eusko Alkartasuna. Eusko Alkartasuna, para los que vivan fuera de España, no es un equipo de fórmula Karts, es un partido político que se define como radical abertzale e independentista de tonalidad socialdemócrata. Teníamos en común, además de nuestra condición de numerarios, nuestro amor apasionado por la montaña, lo que me permitió conocer la azotea de tan insigne personaje. Todo montañero tiene algo de masoca y de obsesivo, en los numerarios más acentuados, y en los numerarios con militancia política, fuera la que fuera, más todavía. Les pone que les lleves la contraria. Y en el caso de Larreina, por su peculiar adscripción política –minoritaria en la opus, tan derechona-, pues ni te cuento. Era el pim, pam, pum, con el tío. Pero, nada, el gudari es que lo soportaba todo, como el amor en san Pablo.

 

Desde la cima del Midi D’Ossau, en una isla en medio de un mar de nubes, tuvimos una buena enganchada por estos temas… ¡faltó un pelo para que no lo tirara monte abajo!.

 

Años más tarde crucé en el camino de Vicente Martínez Pujalte – diputado del PP [Partido Popular, derecha] de voz aflautada, bigotín de solterón, pelo grasoso y aspecto de empleado feriante del Isra- y entonces entendí muchas cosas.

 

Pero eso lo dejamos para otro día…

 

Satur





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