Hola a todos,

 No puedo estar más de acuerdo con el artículo de E.B.E. enviado el 22 de octubre titulado “La realidad eclesial de la Obra”.

El tema de las sectas es un punto clave para entender lo que se escribe en estas páginas. Si realmente alguien, verdaderamente, quiere una solución al problema del opusdei, es primordial establecer objetivamente los criterios de comportamiento como secta de la organización. Por eso son tan importantes los testimonios y, sobre todo, los documentos internos publicados

A este respecto, ya  conocéis mi opinión: “blanco y en botella”

Quiero expresar también mi convencimiento (coincido con E.B.E) que las criticas que tienen más probabilidad de surtir efecto en la Iglesia son las que vienen del exterior.

Y para apoyar este convencimiento de que la Iglesia no va a hacer mucho por su propia iniciativa, tenemos el ejemplo reciente del sacerdote argentino Christian Von Wernich, condenado a cadena perpetua por un tribunal de Buenos Aires por crímenes de lesa humanidad: http://www.elmundo.es/elmundo/2007/10/10/internacional/1191972857.html

“Participación en 7 homicidios, 31 casos de tortura y 42 privaciones ilegales de libertad.”

La Iglesia, al confirmarse la sentencia, se “apresuró”, por medio del Episcopado a sacar un comunicado de 20 líneas en el que básicamente se lavaba las manos de lo sucedido. Recalco “apresuró”, porque los delitos por los que fue condenado se cometieron 25 años antes, y la Iglesia, en este tiempo, ha sido incapaz de abrir una investigación interna para esclarecer los hechos.

A mí, como católico, me dolió especialmente ver las fotos recibiendo la sentencia vestido de sacerdote. Creo que todavía lo es, aunque seguramente será apartado.

Este caso tan tremendo nos debería enseñar dos cosas muy importantes:

1º. El que algo o alguien esté “legalmente” dentro de la Iglesia no es ninguna GARANTÍA de que no esté cometiendo delitos.

2º. No debemos poner mucha esperanza en que la Iglesia tenga la valentía de tomar las decisiones necesarias para separar el trigo de la paja.

Saludos 

Victor M.