Punto de partida ¿secta?, ¿ vocación?.- Armando
Fecha Friday, 26 October 2007
Tema 010. Testimonios


 Hola a Todos!

 

Hay temas que se clavan en el subconsciente y es imposible desecharlos porque por más que lo intentes siguen ahí. Aún con lo que supone la vida cotidiana actual, siempre está  el asunto en el pensamiento y lejos de dejarlo a un lado, se sigue con ello hasta llegar a unas conclusiones, a la vez reconozco que suelen ser como refugios, una especie del “jardín del buen retiro”, para desconectar del ajetreo del trabajo. No obstante, a medida que se profundiza en ello surge invariablemente la vocecita interior que te dice “eso lo han escrito otros y mucho mejor de lo que tú posiblemente escribas, listo”.

 

Y es precisamente esa idea anterior la que está presente en cada una de las palabras que utilice para escribir esto, porque estoy totalmente seguro que muchos lo han analizado y explicado brillantemente, no obstante, conviene como volver a plantearlo para mantener la atención en el verdadero objeto de análisis y así, retomar las veces que sea necesaria la dirección, por decirlo de alguna forma, del por qué venimos a esta página. En concreto, profundizaré más –si es que puedo lograrlo- en el tema del Opus Dei como secta...



Como lo señalé en lo que publiqué el día miércoles 24.10.07, la pregunta ¿qué es el Opus Dei? no ha sido resuelta y por la sencilla razón de que nadie sabe a ciencia cierta de qué se trata, ni dentro y menos fuera, aunque nosotros que lo hemos vivido tenemos una idea de lo que para cada uno es, éstas constituyen piezas importantes para lograr una definición más acabada de la cuestión, pero no es el todo.

 

Sonsoles en la publicación del mismo día que he citado, nos dice que la vocación a una secta no existe, en sintonía de lo que expresé y sin conocernos, por lo cual, muchos llegamos a la misma conclusión al detenernos en analizar el Opus Dei. Por otra parte, Xavier de Barcelona nos apunta los consejos que deben darse a las familias que tienen en su seno a alguno de sus miembros enrolados en una secta y en fin, acá se ha hablado desde diversos puntos de vista al respecto, por lo que elementos existen de sobra para tratar de llegar a unas conclusiones que permitan seguir en el debate sobre la realidad de la Obra.

 

Por cuestiones profesionales me ha tocado hablar de las sectas en una ocasión y de algo que se le aproxima en otra, la primera vez fue para un programa de televisión ante la expectación provocada en este país de la llegada de un líder de una secta, me pidieron mi opinión en el campo que trabajo y colaboré por tanto en ese sentido, pero a medida que se desarrolló la entrevista, me empecé a dar cuenta que estaba describiendo el lugar donde había estado. Esa fue como la primera señal de que detrás de lo que pensé era la Obra se escondía algo mucho más complejo, difícil de aceptar pero que a la larga era la clave para solucionar varios puntos aún sin resolver.

 

La segunda ocasión fue con mis estudiantes al explicar los movimientos sociales en América Latina en los años 60, 70 y 80. Aunque no se trató el tema de las sectas se presentaban ciertas similitudes, por la forma de enrolamiento y posteriores "compromisos" en los movimientos de izquierda, la verticalidad de la organización interna y la forma de elaborar y poner en práctica los documentos que generaban las respectivas comandancias pero que no eran del conocimiento ni de la tropa, ni de los mandos medios, al final, aquellos que entregaron su vida a esa causa, tuvieron que enfrentarse a una frustración tremenda al darse cuenta que se les considero unas piezas nada más, cuyos ideales habían sido traicionados por sus dirigentes que ahora viven cómodamente, disfrutando de la vida propia de alguien pudiente cuando en su momento luchaban por la igualdad de clases. Verles la cara a muchos a medida que la clase transcurría me hizo recordar mi situación al irme de la Obra, el sentirme engañado, defraudado y sobre todo, sin una idea clara de dónde  había estado.

 

En la última entrevista a Miguel Fisac, él afirma que la Obra es una secta con poder, pero llena de gente buena, no obstante, cuando llegan a ocupar cierta posición dentro de la organización interna, su actitud cambia. Este dato me parece interesante porque obviamente dentro de la Obra hay gente buena, como en todas las sectas, personas que se entregan a un ideal, dispuestas a darlo todo; los testimonios que se han publicado acá dan cuenta de esa realidad por lo cual, no se puede generalizar en el sentido que todos son malos y tampoco –en este punto hay que poner cuidado extremo- caer en la afirmación gratuita de una página web oficiosa de la prelatura que afirma que la institución es buena, son las personas con su actitud la que lo hacen mal.

 

En otra parte de la entrevista citada, Miguel Fisac afirma –es la idea- que una de las cosas que caracteriza a la Obra es el secreto, esto en sus orígenes fue hasta cierto punto necesario debido a que no estaba aprobada la institución, pero luego quedó permanente hasta nuestros días. De igual forma del secreto se pasó simultáneamente a una apetencia por el dinero, ambas características las encontramos presentes en todas las sectas, lo que es señalado también por Federico en su libro “Secta u opuscracia” .

 

Al leer estos textos y volver a estudiarlos me pregunto ¿tenía vocación a la Obra o no?. Como le comenté en su momento a Bithias, desde cierta edad me di cuenta que Dios me pedía algo, las posibilidades que se presentaban ante mi eran dos: o cura o religioso, pero para ese entonces aquello era casi suicida por la confusión que siguió al Vaticano II. Posteriormente lo que apareció ante mi fue el Opus Dei y me atrajo el mensaje inicial. Punto clave, porque si no existiera un planteamiento seductor, nadie entra a una secta.

 

¿Qué me sedujo entonces?, el mensaje, la idea de santificar el trabajo, santificándose en el trabajo y así entregarse a Dios para llevar la Buena Nueva a todos los rincones, esto supone una aventura difícil de desdeñar, si a esto añadimos que lo primero que me impactó en el club de universitarios al cual llegué fue el ambiente de estudio y la forma en que se planteaban seriamente estudiar, provocó un deseo inmenso de ser como ellos, aparte de las meditaciones que me parecieron muy profundas y a la vez acordes al “mundo actual”. Lo entrecomillo porque al final no es así, de primas a primeras resulta que lo que venden es eso y al llegar prácticamente en blanco sobre temas teológicos, el argumento cobra una importancia capital cara a tomar una decisión sobre que hacer con mi vida.

 

Comento estos recuerdos personales porque deseo aportar estas reflexiones según a lo que he vivido, para enlazarlo con el tema de las sectas en general y sobre lo que es la Obra en particular. Como lo he comentado líneas arriba, es para aclararme con vuestra ayuda qué pensaba que era aquello y cuál fue el resultado final.

 

Pero regresando al punto de las sectas, es obvio que si alguien sabe de antemano realmente a lo que se mete, no desea libremente eso para su vida, es decir, el apartarse de esa forma de todo lo que supone de bueno en el mundo y pasando así a un sub mundo que nos aparta cada vez más de la realidad, con justa razón  lo rechaza de entrada. Por ejemplo, los que se inmolaron en Guyana lo hicieron porque creyeron en el ideal y los que se dieron cuenta tarde, también sufrieron el mismo destino porque no existía la posibilidad de rectificar el camino.

 

En nuestro caso nos dimos cuenta a tiempo, si no no estuviera yo escribiendo esto y vosotros leyéndolo, pero esa salida provocó un trauma para muchos y por lo cual se hace necesaria una desprogramación para volver a empezar en la vida, muchas veces desde cero. Si no se tratara de una secta, este paso de una forma de vida a otra no sería tan complicado y es más, en el ínterin tendría que haber una especie de acompañamiento de la institución hasta que la persona que libremente ha decidido seguir por otro camino lo pueda emprender sin ayuda.

 

En las sectas el que se va es una especie de “reo de muerte”,  borrado de las listas y obviamente que sufre persecución. Los testimonios que se han publicado en este sentido dan cuenta de la veracidad de lo que he afirmado al ir desmenuzando las características de una secta.

 

Pero una vez se plantea el entrar empiezan las complicaciones, porque al estar inmersos en el ambiente, las posibilidades de reacción son mínimas debido a la carga de temor y de determinismo que está presente en el plan de formación inicial aún siendo de SR –San Rafael-, la idea que se empieza a esculpir en la mente y en el subconsciente es que has sido llamado desde la eternidad y que Dios te ha puesto en ese lugar, por lo cual si no lo sigues, es decirle que NO al plan que Dios ha trazado para ti desde el momento de la Creación del mundo. Cualquier duda que pueda surgir es ahogada en un mar de argumentos que impiden la reflexión serena porque la presión psicológica es intensa, la libertad es anulada y la dicotomía entre el Si a Dios o darle la espalda se presenta como única alternativa para resolver la disyuntiva.

 

Advierto que esto hasta ahora lo he ido descubriendo, porque al momento de producirse los acontecimientos no lo veía así, sino todo lo contrario, era como la afirmación de la voluntad de Dios para conmigo y por tanto, el pedir la admisión venía a ser una especie de “fin de la historia” para mi vida. La puesta en escena había dado sus resultados: un lugar atractivo, un ambiente que prometía muchas cosas buenas de superación profesional, el sentirse elegido y parte de un proyecto que no está abierto a todos los mortales –aunque se diga aquello que de cien almas interesan las cien- y sobre todo, el sentido de pertenencia, aspectos todos que figuran también en una secta.

 

Y como último ingrediente colocaría el hecho que aún con la buena disponibilidad a cumplir la voluntad de Dios, ésta no me era dada a conocer por Él mismo sino a través de unos directores que “vieron” lo que vino a ser mi circunstancia particular dentro de la supuesta “vocación única”, por tanto dictaminaron que fuera agregado. ¿Pero si yo quería dejar casa, padres, hermanos y todo como dice el evangelio?, “no señor, ni pensarlo, que lo tuyo es quedarte en el lugar donde estás, por lo cual, debes llevar nuevamente el tema a la oración”. Y resultó que en la oración veía lo que decía constantemente, pero movido por la fe humana, aquella que dice que se cree en algo por la autoridad de quien lo dice, pedí la admisión como agregado aún sin haberlo visto nunca.

 

En las sectas se procede de esa manera también, es un grupo de iniciados quienes determinan quien sí y quien no puede estar en este u otro eslabón, en el caso de la Obra mi circunstancia iba a ser para siempre y por lo cual, las posibilidades de "cambio” estaban vedadas de entrada, algo similar –salvando las diferencias claro está- a las castas. Una vez aceptada la condición impuesta, se procede a la programación dentro de ese esquema específico que permite afianzar la perseverancia de ese miembro a las formas de vida que le tocará como modelo, sin posibilidad alguna de cuestionar.

 

Como el tema da para mucho y tampoco se trata de desarrollarlo todo en una entrega, seguiré en otro momento, pero para que esto no quede inconcluso puedo decir que al final espero llegar a algo concreto debido a que tal posibilidad constituye un reto, como bien lo afirma Federico en el libro antes citado, la Obra misma supera en algunos puntos a las mismas sectas, entendido acá el verbo “superar” en que aún con todo lo que supone una secta, la institución tiene características que hacen que las sectas se queden cortas en cuanto al dominio, coacción y explotación de sus miembros.

 

Un cordial saludo!

 

Armando







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