Sobre tocar los vasos sagrados.- Spiderman
Fecha Wednesday, 24 October 2007
Tema 070. Costumbres y Praxis


Agradecer a Ana Azanza su interesante recensión del libro de Veronique Duborgel. Quiero reiterar que, como dije en otra ocasión, a Opuslibros quizá le quede mucho por aportar en el terreno de los supernumerarios/as. Yo sólo he llegado a comprender su problemática una vez fuera de la Obra. Muchos parecían como esperando a que me fuera para mostrar confiadamente sus heridas. Con los célibes el problema Opus Dei fácilmente comienza y acaba en uno mismo, pero en los supernumerarios la problemática se extiende uno por uno a todos los miembros del núcleo familiar, dándose una variedad de complicaciones innumerable.

Por otra parte quisiera matizar el párrafo:

Otra cuestión en la que yo no había caído es que en los centros de mujeres efectivamente no se nos permitía tocar los vasos sagrados cuando teníamos que preparar los ornamentos para la misa. Hay siempre un pequeño lienzo con el que se coge el cáliz. Y sin embargo en los centros de hombres, ellos pueden tocar con la mano los mismos objetos. Es decir, la impureza como un distintivo femenino.

Tuve el encargo de "oratorio" durante siete años consecutivos. En los centros de chicos me enseñaron (y yo enseñé cada año a mis "ayudantes") que los vasos sagrados no se debían tocar directamente sino con algún pequeño paño por dos motivos. El primero por razones sobrenaturales, ya que los ornamentos están en contacto con el Cuerpo y la Sangre de Cristo y tocarlos con un paño es una muestra de respeto y veneración. El segundo propósito de esta indicación era de índole puramente material: la grasa de la piel no solo ensucia los brillantes cálices, patenas y copones, sino que además corroe la capa de oro que cubre todas las superficies que pueden entrar en contacto con las sagradas especies. De esta manera, si no se tocaban directamente, se podía retrasar al máximo el tener que someter los vasos sagrados a nuevos y costos baños de oro.

También había una manera concreta de limpiarlos. Una gamuza de gran calidad se dedicaba únicamente a los vasos sagrados. Su tamaño era el suficiente como para que con la mano izquierda pudieras sujetar el vaso y con la derecha quitar las huellas y manchas que dejaba el sacerdote después de la Santa Misa, todo sin tocar para nada el santo recipiente.

Es cierto que dependiendo del Centro se ponía más o menos empeño. Desde pulcros encargados que eran capaces de deshacer todo el camino si veían que habían olvidado el famoso "pañito" en la Sacristía hasta oratorios más "descuidados", generalmente en los centros de agregados (sin atención directa de la Administración), en los que las indicaciones se vivían con menos "fidelidad".

Yo, por mi parte, nunca enseñé que los hombres estuviéramos dispensados de tocar los vasos sagrados con un paño y mucho menos que el motivo de que las mujeres así lo hicieran fuera el de su impureza innata.

Pax Christi

Spiderman









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