¿Existe la vocación al Opus Dei?.- Sancho1964
Fecha Monday, 22 October 2007
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


¿EXISTE LA VOCACIÓN AL OPUS DEI?

 

 

 

Al leer los últimos envíos de Josef Knecht y Ana Azanza me he propuesto pensar en una forma adecuada para estudiar si existe o no la vocación al Opus Dei.

 

No podemos dudar que el Opus Dei existe. Es algo real que se nos presenta y no podemos más que aceptar su existencia. Ahora bien, en cuanto a su fundación puedo entender dos opciones: Dios lo quiso y se lo hizo “ver” a san Josemaría o san Josemaría lo pensó en un momento dado –lo comprendió- y decidió que su vocación personal seria sacar esa idea adelante (de la misma manera en que nosotros podemos tener, y de hecho tenemos, “inspiraciones” y podemos decidir crear alguna institución o realizar alguna acción que pensamos hará algún bien a las personas; esto es humano, noble y válido y seguramente querido por Dios)...



Al final nunca podremos saber con cual de las dos opciones –o posiblemente otra...-inicio del Opus Dei: solo Dios y su fundador lo saben con verdad. Nosotros solo podemos conocer y juzgar lo que nos ha tocado vivir de dicha institución. Lo que queda claro es que la implementación de esta idea no ha sido adecuada a la naturaleza humana (y esta apreciación pienso que es objetiva: por la verdad de nuestra propia experiencia y la verdad que se nos muestra en la experiencia de otros).

 

Si Dios lo quiso y lo inspiro, también de alguna forma contaba con la limitación humana, de manera que si lo hizo, en el fondo sabía que en un momento dado de la historia la institución -sus integrantes- podrían rectificar los aspectos erróneos de la implementación práctica de la idea original (parece arriesgado pensar que todo lo que haga una persona, por santa que sea, no sea falible en algún momento de su actuar. Si bien el fundador pudo haber “visto” la Obra un 2 de octubre, él mismo fué explicito en aclarar el no haber visto la forma particular de organización de ésta y, por tanto, todo lo que vino después lo ideó desde su propia capacidad personal y su respuesta a las gracias que tuvo).

 

Lo que es importante saber es si la forma específica de vida que promueve esta organización actualmente atenta o no con la forma adecuada del desarrollo natural de toda persona y por tanto valorar si es una forma de vida “lícita” de elegir.

 

Podemos entender que cualquier forma de vida será lícita si en ella se promueve la realización de la persona como tal. Se puede optar o renunciar a algún aspecto humanamente noble –se puede optar por la pobreza, el celibato, matrimonio, hijos, un horario, obediencia, practicas de piedad, etc.- siempre y cuando se respete íntegramente la dignidad de la persona dada por su propia naturaleza. No se puede elegir lícitamente no vivir la justicia, el amor..., y en un extremo, ser terrorista.

 

Tomaré el tema de la obediencia vivida según la praxis del Opus Dei. No será valido nunca renunciar a aspectos intrínsecos de la realización y perfeccionamiento de la persona. Si se opta por una “vocación” en la que se hace una elección o voto por la obediencia, este no puede ir en contra del natural desarrollo de la responsabilidad personal, el cual es irrenunciable. En el camino específico que se elija debe permanecer siempre la responsabilidad personal, de forma que no se puede elegir, por “voto de obediencia”, “compromiso de obediencia” o “simple decisión”, obedecer sin ejercitar la libertad (que siempre es responsable e inteligente; si no es así, no será auténtica libertad, y por tanto no seria perfección).

 

No se puede elegir no reflexionar (no hacerse responsable de la propia vida), pues esto sería renunciar a lo más íntimo que poseemos y sin esto no existiría un perfeccionamiento intrínseco real ni responsabilidad de la propia perfección (o santificación). La obediencia debe ser responsable, y esto tanto del que obedece, que debe saber juzgar y obedecer inteligentemente lo mandado, como el que manda, que debe estar abierto a oír y aceptar un posible error al ejercitar su autoridad. En el Opus Dei observamos que se busca una obediencia ciega en la que se aniquila la irrenunciable vocación libre, inteligente, de la persona. “El que obedece nunca se equivoca” es válido en tanto en cuanto sea una obediencia reflexiva en la que se pueda juzgar, en su caso disentir y congruentemente en su caso, no obedecer en conciencia un mandato. Igualmente el que manda debe ser inteligente y contar con la inteligencia, voluntad y sentido común de la persona a la que se manda. El mandato-obediencia es correcto y válido en la medida en que, más que simplemente mandar, se promueva el mandar con sabiduría y que se obedezca con inteligencia: es decir, primero hay que promover el juicio personal para que la obediencia sea realmente libre y, por lo tanto, una perfección personal.

 

No se puede elegir un camino en el que “por obediencia” no se reflexione, no se lea, no se juzgue, no se tome en cuenta la propia inteligencia, en la que por obediencia no se responsabilice de los propios actos, de la autorrealización humana -de la vida propia-, y se lo deje a la responsabilidad del que manda: el director. Simplemente no se tendría mérito alguno. En este sentido pienso que una “vocación” de estas características no existe (en el sentido ontológico del término o camino válido de perfeccionamiento). Si de hecho “existe” esta vocación, es tan solo una “apariencia de vocación” en la que algunos (que por simple ignorancia, ignorancia invencible, ignorancia culposa o real maldad) la promueven y otros por ignorancia la aceptan. Pero en la cual no se promueve el desarrollo y perfeccionamiento integral de la persona, que debe estar presente en cualquier opción vocacional válida. Simplemente no se puede elegir una perfección menor a la que estamos llamados por nuestra naturaleza.

 

Puedo aceptar que la vocación al Opus Dei, en sus orígenes, no estuviera viciada y que realmente fuera una forma de vida enriquecedora de la persona, pero la visión propia del fundador, su afán de dominio, miedo a perder lo que había logrado, el entorno que le toco vivir, etc., derivaron en el tiempo en un conjunto de normas que asfixiaron lo noble que pudo tener en un principio y dejó de ser una opción válida de vida.

 

La vocación al Opus Dei, como ahora se manifiesta, consiste en presentar la idea de que para ser santo, muy santo -“verdaderamente santo”-, es necesario-o por lo menos conveniente- vivir en una burbuja que aísle del mal que existe en el mundo y de las tentaciones de caer en él. Se enseña a desconfiar en la propia capacidad de juzgar y elegir el bien y depositarla en otro: el director, el padre, la obra...

 

Pero si vivir algunos aspectos de esta “vocación” es intrínsecamente dañino para la persona, ¿Por qué hubo y hay tantas “vocaciones”? Vemos que una de las características de la persona es que cada una es un fin en si misma y no puede ser vista como un medio ó instrumento para ningún fin, por noble que éste sea. De esta forma el proselitismo debe respetar esta primerísima cualidad de la persona. Es válido tener deseos de que otras personas compartan nuestra forma de entender la vida y unos medios para realizarla, pero nunca será lícito desear o promover una forma de vida por el hecho de que la institución requiere de personas que la desarrollen; este pensamiento nace con el defecto del utilitarismo. El proselitismo verdadero nace del deseo noble de que otras personas compartan nuestro espíritu, nuestra forma de ver y entender la vida y realizar nuestra existencia -un compartir incondicional-, pero nunca un “compelle intrare” entendido como lo practica el Opus Dei. El proselitismo debe ser el abrir la riqueza de nuestra vida a otro, y esta sola verdad, moverlo. De esta forma alguno se puede convencer de la bondad de un camino específico y apropiárselo. Nunca el tratar de convencer en base a conceptos, y sobre todo en base a la media verdad (mentira completa), de no explicar intencionalmente a totalidad de la realidad de la institución y de la vida en dentro de ella (El solo hecho de pensar en “campañas para conseguir vocaciones” (que muchos las vivimos…), es aberrante, pero en algunos casos eficaz).

 

Por desgracia la vocación al Opus Dei se presenta en una mezcla de errores y de aspectos muy nobles y santos. Se hace ver siempre lo bueno, y los problemas (¿alguno supo acaso de problemas al interior mientras estuvo dentro?), se ocultan. Se oculta la verdad a los que están dentro, y los que se acercan a la institución simplemente son engañados al no comunicarles la verdad completa.

 

Así como tomé el tema de la libertad creo que se podrían estudiar la caridad, pobreza, la vida en familia, el trato con la familia de sangre, la amistad, etc. Creo que nos darían resultados similares. En la medida que observemos aspectos que vulneran la dignidad de la persona, en esta misma medida la vocación perderá entidad. Esta falta de sustancia de la vocación al Opus Dei tiene por resultado lógico el que, al conocerla en profundidad, se rechace. Mi conclusión es que actualmente la vocación al Opus Dei no es una forma correcta de realizar la existencia humana y, por tanto, no existe.

 

Siguiendo esta idea, si se corrigieran los aspectos equivocados de la institución (…), ésta podría llegar a ser una forma de vida válida, como tantas que hay en este mundo (y no necesariamente la mejor).

 

Por alguna profunda razón no existe esta controversia en otras instituciones...

 

No soy filosofo pero creo que es una forma legítima de profundizar si existe o no la tan mentada vocación al Opus Dei.

 

Saludos

 

 

Sancho1964







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