La vida es amable cuando existe verdadera justicia y respeto.- Daniel M.
Fecha Monday, 15 October 2007
Tema 140. Sobre esta web


Querida Agustina:
Siempre agradezco que quien lee mis escritos me exponga su opinión. Siempre que sea en términos de respeto, aunque no esté de acuerdo con mis ideas. Al igual que tu opinas sobre mi carta a emevé, creo que permitirás que conteste la tuya que considero totalmente desacertada desde la primera frase hasta la última.  
De mi carta del 10 de octubre de 2007 respondiendo a emevé dices “me parece prepotente y falto de sensibilidad, casi diría, falto de humanidad. Y lo primero que te pregunto es ¿tuviste la mínima prudencia de leer antes lo que emevé decía de mí en su carta del 8 de octubre?...


Se dice que los seres humanos medimos el bien y el mal a través de la llamada “Regla de Oro” que se define como “trata a los demás como querrías que ellos te trataran”. Esta regla existe en diversas religiones y sociedades de todas las épocas de la humanidad. En el Antiguo Egipto, la cultura Romana, el budismo, confucianismo, cristianismo, budismo, etc… Al ser algo propio de las sociedades humanas de todas las épocas, ha sido y es un sistema básico en las relaciones humanas de millones de seres humanos de todos los tiempos; vamos a aplicar dicha regla al caso de Agustina y su crítica dirigida hacia mí.  
Pero quiero comentar antes lo que dice: llevo muy mal los sermones moralistas, estén basados en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el Corán, en la Torah. En el Evangelio tengo más confianza pero tampoco me gusta que se utilice para decir a alguien que va o no va por el buen camino. La moralidad es una cualidad sustancial al ser humano, tanto como individuo como ser social. En todas las sociedades humanas de todas las épocas ha habido “moralidad”. El ejemplo de la “regla de oro” es una prueba de esta realidad, que el estudio histórico de las diversas culturas humanas acredita de manera absoluta e irrefutable. Si a ti te molesta algo connatural al ser humano, para mí es una actitud ininteligible.
Permíteme que recurra a la “regla de oro”. Y que te pida, en aplicación de dicha regla, que te pongas en mi lugar. Voy a analizar detenidamente las frases descalificativas que me dedicó “emevé” en su carta del lunes 8 de octubre y piensa que te lo dijera A TÍ y a ver que TAL TE SIENTA:
1.      sólo una cosa que sé que va a parecer que caigo en lo que me dolió de usted: a sus razonamientos les falta AMOR  Piensa Agustina que alguien tras leerte te suelte en la cara “que te falta Amor”. ¿Te gustaría? ¿Quién es emevé para juzgar la capacidad de amor de nadie?
2.      Ya sé también que va a sentirse ofendido, atacado (quizá victimizado) Primero te insulta señalando que te falta amor. Tira la piedra y lo hace con plena intención, sabiendo además que tras recibirla, te va a doler. Es lo que busca. Y añade luego lo de victimizado como descalificación previa a tu posible reacción, como negándote el derecho a sentirte ofendido por sus palabras. ¿También te gustaría esto después del insulto anterior Agustina?
3.      tengo que decirle esto, con la idea de ayudarlo (aunque usted menosprecie mis intenciones) Seguimos con las descalificaciones con la ironía de que te tiene que ayudar y presuponiendo que además uno pensará mal. O sea llamándote malpensado necesitado de ayuda. ¿Te agradaría que te lo dijera a ti Agustina?
4.      No se sienta obligado a responder todo lo que le han puesto en la actualización del miércoles, pero medítelo, con amor y humildad. ¿Te sentiría bien, Agustina, que te dijeran que te callaras y que insistan en que aceptes lo que digan otros “con amor y humildad” como presuponiendo que tus palabras y tú persona carecen de ese “amor y humildad”? 
5.      Se necesita humildad para aceptar el punto de vista de personas a quienes considera menos inteligentes que ustedAgustina, ¿aceptarías que te calificasen de soberbia, incapaz de aceptar el “punto de vista” de otros y diciendo de ti que consideras a los demás “menos inteligentes”? ¿te gusta esta forma de insultar? 
6.      se lo recomiendo, guarde silencio, acepte que no es el lugar adecuado para discutir la salvación de las almas y piense en lo que le motiva a contestar siempre con nuevas condenaciones eternasAhora ordena  “silencio”. ¿Te gustaría que te hicieran callar, Agustina? ¿Te callarías? ¿Tragarías con la frase falsaria de “nuevas condenaciones eternas”?
¿Qué le pasa a Emevé, que porque no le gusta lo que digo me tengo que callar porque lo “recomiende” ella? ¿Desconoce el concepto de democracia y de tolerancia? ¿Permitirías Agustina que alguien te hiciera callar bajo cualquier excusa o razonamiento?
7.      ¿De verdad cree usted que conoce toda la verdad de Dios y que lo que dice es movido por esa pasión? ¿no cabe la posibilidad de que sea que a usted le cuesta aceptar que puede estar equivocado? ¿no cabe la mínima posibilidad de que haya más sobre Dios que usted no sepa?... Sigue emevé calificándome de soberbio. Agustina ¿te encantaría que repitieran una y otra vez de ti –de esta manera tan hipócrita- que eres prepotente y soberbia? Piensa que lo dijera de TI, que TE considerase soberbia y TE tratase así constantemente desde la primera frase. Dinos a los lectores de esta página Web tu opinión, por favor. ¿Te agrada el calificativo?
8.      Yo sé que tiene derecho a responder airadamente diciendo que su grado de amor sólo lo puede medir Dios. Vuelve a lo de antes, apedrea primero al prójimo, presupone su respuesta, y se adelanta a esa respuesta para denigrarla como “airada”. No solo te tira la piedra, es que a esa intención le añade el denigrar por anticipado tu posible queja. Estoy interesado en saber, Agustina ¿te gustaría que emevé te tratase A TI DE ESTA MANERA?
9.       A mi parecer a usted le falta amor y sin amor nada somos, y me da lástima….Más insultos, Agustina. ¿Te gustaría que alguien te dijera en público que “te falta amor” y que no eres nada, que le das lástima? ¿Crees que quien te dijera eso te respetaría?
Y ¿Cual fue mi respuesta del miércoles a estas nueve ofensas de emevé? ¿A su carta maliciosa repleta de mala educación, desprecio y ofensas constantes? Pues tomármelo a broma citando lo que decía de mí y aludiendo a sus “poderes mentales” y  “telepatía”. Algo que no tiene ni la menor comparación con sus insultos. Y que es totalmente respetuoso. Y lo hice por no rebajarme a su nivel y replicarle adjudicándole los adjetivos que se merecía ampliamente por sus frases despectivas. Y tú, Agustina, ¿te atreves a decirme que mi respuesta es prepotente y falto de sensibilidad, casi diría, falto de humanidad?
Dime entonces Agustina cual es tu concepto de humanidad. Dinos a todos cuál es tu sentido de la justicia. Aunque en tu carta del viernes 12 de octubre, nos lo dices. Te la reproduzco literalmente: “A Emevé le tengo un cariño especial porque son ya varios años de conocernos a través de emails. Y ella en su querido Perú y yo en mi querida España, nos hemos ayudado y confortado en situaciones diversas para salir adelante. También nos hemos reído. El cariño no se puede dejar a un lado cuando se conoce mucho a una persona y una se ha alegrado con sus alegrías y se ha entristecido con sus tristezas. Por eso no sería leal a su amistad si al verla de alguna manera atacada no escribiera para decirte que estoy al lado de Emevé y, sean cuales sean sus circunstancias y sus puntos de vista, siempre voy a estar a su lado.
¿Así que sea lo que sea lo que haga tu amiga del alma siempre la justificarás? ¿Aunque insulte y descalifique a los demás? ¿Aunque les ofenda? O sea, ¡que tú sentido de la justicia es el “amiguismo”!
Y mi pregunta posterior es esta, si el amiguismo es tu criterio en este caso ¿cuál será en otros? Porque quien tenga un mínimo de sentido común y lea tu carta, aparte de quedarse atónito ante tanta parcialidad e injusticia, se preguntará ¿Y esta es la mujer que lleva años luchando contra el Opus Dei?
Oye, yo leí tu declaración recogida en el libro “Opus Dei” de John Allen, y también lo que dijiste en una página web de la BBC. ¿Para que hablas tanto de respeto a los derechos humanos si luego tú juzgas parcialmente y por puro amiguismo? Cualquiera que te haya leído se planteara con que justicia criticas al Opus.
Ya que eres periodista, y como no te voy a citar nada respecto al delito de injurias y calumnias por escrito –que se estudia en el derecho penal, y cuyo procedimiento se regulaba en la ley de enjuiciamiento criminal español y que al menos a nivel de falta podría ser aplicable a la carta de emevé- te pediría que leyeras el libro “El estilo del periodista” de Alex Grijelmo (Editorial Taurus) páginas 571 a 573 sobre el insulto en un artículo periodístico. Como sospecho que el Sr. Grijelmo fue tu jefe en alguna ocasión de tu carrera profesional, podría servirte a la hora de hacer juicios y pedir amabilidades ajenas… por lo menos para atinar a quien debes realmente pedírselo en justicia.
Deseo una pronta rectificación por tu parte. Por lo menos cara a los lectores, por respeto a ellos. Y espero que la exposición de mis ideas no te moleste. Decirte la verdad no tiene porque ofenderte.
Mira, dices que “La salvación de cada uno está en cada uno si es que quiere salvarse de algo o de alguien”, como te habrás dado cuenta es también un criterio moral. El tuyo. Es tu criterio y es tu libertad. Yo he decidido seguir el criterio de Jesucristo, que en el Evangelio se define como Dios salvador. Es también mi libertad. Al final de la vida, se verá quien tomó la decisión correcta. Lo que dije a Emevé el miércoles 10 de octubre porque en una carta suya del día 19 de septiembre defendía una visión moral de un acto de manera diferente a Jesucristo y a su Iglesia, es lo mismo que digo ahora. Cada uno elige su camino, cada uno juega su carta “moral” en esta vida. Luego se verá si esa carta es ganadora o perdedora. Y decir este sencillo razonamiento no es ofensa para nadie. Por mucho que lo “lleves mal”.
Sin embargo, y a efectos de criticar al Opus Dei, sólo considero acertado las críticas que puedan proceder desde la perspectiva de los miembros vivos de la Iglesia. Miembro vivo, por permanecer en ella con los requisitos ya conocidos por todos y expuestos en el catecismo de la Iglesia católica. Estas críticas –razonables, respetuosas, pero totalmente verdaderas, como las de Josef Knecht del viernes 12 de octubre- son las que realmente pueden preocupar al Opus Dei. Las otras, las de quienes se apartaron, no encuentro verosímil que puede interesar a una Iglesia que eleva a los altares a mártires de todo pueblo y nación que murieron bajo situaciones terribles precisamente por no apostatar.
Finalizo, Agustina. Te pusiste del lado de la persona agresora y pretendiste reconvenir amabilidad a la persona perjudicada. Con todo respeto debo decirte que te equivocaste absolutamente. Tu carta la tenías que haber dirigido a tu amiga del alma, a la que le ha venido muy bien aprovecharse de tu amistad. Para mí la amistad verdadera es saber decirle a alguien que se equivoca, o que hace algo mal. Espero que entiendas que yo te escribo en este sentido de la amistad, que es manifestar lo que creo justo. Esa es para mí la verdadera lealtad al amigo.
Daniel_M.
PD.
1.- Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, amiguismo es “Tendencia y práctica de favorecer a los amigos en perjuicio del mejor derecho de terceras personas” (www.rae.es)
2.- Adjunto artículo relativo a la Regla de Oro y su expresión en diversas religiones y culturas de la humanidad.
3.- Lamento no poder contestar a otras cartas con detenimiento, la de Merchelo es una muestra más de falta de educación –como en su momento fue la de Mois- apoyándose en falsedades demostrables con la simple lectura de mis cartas. Salvador insiste en sus tesis anteriores, pretendiendo separar la fe en Jesús de la fe en la Iglesia. Cita a Ratzinger, yo también lo hago:
“Yo estoy en la Iglesia porque creo que hoy como ayer, e independientemente de nosotros, detrás de nuestra Iglesia vive su Iglesia y no puedo estar cerca de él si no permaneciendo en su Iglesia. Yo estoy en la Iglesia porque a pesar de todo creo que no es en el fondo nuestra, sino suya. La Iglesia es la que, a pesar de todas las debilidades humanas existentes en ella, nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, aquí y ahora. Sin la Iglesia, Cristo se evapora, se desmenuza, se anula. Y, ¿qué sería la humanidad privada de Cristo?”.  (¿Por qué pertenezco a la Iglesia? Cardenal Joseph Ratzinger. Conferencia -Testimonio, Alemania 1977)
4.- El artículo de Josef Knecht es excepcional y merece un estudio detallado y aportaciones de los lectores. Agradezco mucho su aportación.
Daniel M.






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