Un chiste de vampiros. Para Xete.- Heavy
Fecha Wednesday, 10 October 2007
Tema 030. Adolescentes y jóvenes


Hola Xete:

 

            Una vez, un vampiro hambriento, se encontró a otro vampiro que venía relamiéndose y chorreando sangre por la boca y por la pechera. Desesperado y ansioso, le preguntó:

 

-          ¿Dónde has pillado? ¡Dime! ¿Dónde?

-          ¿Ves aquel muro de piedra?

-          ¡Si! ¡Si!

-          Joder… Pues yo no lo he visto.

 

            Vale…

 

            Efectivamente tenemos, como tu dices, dos “concepciones” distintas del Opus Dei. Solo que, mi concepción, está basada en años de pertenencia a la prelatura y, tu concepción, es la “inmaculada concepción” de la Obra, cuando solo te has asomado al escaparate...



            O sea, yo ya me he pegado contra el muro y tú todavía no lo has visto.

 

            En segundo lugar, dando por supuesto que no mientes, un centro de varones del Opus Dei, en el que se admiten señoritas, en el que no se censura la prensa, en el que se puede holgazanear un rato en el sofá y en el que los numerarios salen al pub por las noches es, rematadamente, imposible.

 

Yo, en tu lugar, miraría a ver donde está el truco del almendruco, antes de pegarme el tripazo porque, eso que cuentas es ciencia ficción, un espejismo, pura magia.

 

“Nada por aquí. Nada por allá”. “¿Lo ves? ¡Pues ya no lo ves!”.

 

Y en un pispás te desaparecen la novia, la familia, los amigos, la casa, el trabajo, la cuenta bancaria y quince años de tu vida. Lo único que se te queda, es cara de gilipollas.

 

Una gran verdad eso del “ciento por uno” en el Opus Dei. Tú pones el “ciento” y la Obra pone el “uno”. Y yo, por más que me estrujo las meninges, no encuentro el “uno” que ellos me dieron a mí.

 

¡Bueno…, si! ¡A mí me dieron clases (obligatorias, claro), sobre el modo de pelar los plátanos con cuchillo y tenedor!

 

Desafortunadamente, ni esta chorrada, ni la cara de gilipollas, me han resultado muy útiles, porque todavía no me ha invitado a cenar la Duquesa de Alba.

 

Yo, no obstante, sigo practicando en la intimidad, porque la esperanza es lo último que se pierde y porque, aprender aquellas revirguerías, me costaba un pastizal, (concretamente, todos mis ingresos). Si te molestas en calcular un sueldo pelón actual, por quince años, te saldrán no menos de 200.000 €, que me sacó la Obra, sin compensación alguna, porque los agregados, como lo era yo, no viven, ni comen, ni duermen, ni ná en el centro.

 

Es más, te diré que esa “madre guapa” y esa “familia sobrenatural” del Opus Dei, no me invitó a comer ni a dormir en un centro, jamás. Ni siquiera en Navidad, cuando estaba haciendo “la mili”, a cientos de kilómetros de mi casa.

 

Empiezo a sospechar que no fue una buena inversión porque, mientras llega y no llega la invitación de los Alba, más bien, suelo comer con los Alba-ñiles, que son algo más informales. Y excuso decirte, Xete, ponte tú si quieres, entre una cuadrilla de albañiles, a pelar un plátano, con cuchillo y tenedor, (y los meñiques bien tiesos). Los escarnios te perseguirán hasta que salgas del purgatorio, y considérate afortunado si no te dan cuatro cogotazos en la calavera.

 

Y para ilustrarte sobre como es la libertad en la Obra, te contaré solamente una pequeña anécdota. En cierta ocasión, necesité comprarme algunos pares de calzoncillos, así que, siguiendo los criterios obligatorios en la Obra, fui a ver al director para exponerle mi perentoria necesidad y solicitarle los permisos adecuados, ya que, en la Obra, se entrega todo el sueldo y, luego, si necesitas algo, tienes que hacer una petición motivada, que se resuelve favorablemente, ¡o no!

 

Una vez obtenido el visto bueno del director, tuve que esperar a que fuera “día de caja”, para pedirle, al secretario, el dinero preciso. Este trámite, se llama en la Obra “movimiento económico”, y tiene sus días y sus horas.

 

A continuación, fui a buscar al tío que me habían asignado como asesor consultivo, para preguntarle cuando tendría un hueco libre, ya que, en la Obra, cualquier “gasto extraordinario”, como por ejemplo unos calzoncillos, requiere un supervisor que te acompañe, no vaya a ser que, yendo tú solo, te dé por comprarte unas tangas Calvin Klein Underwear, con sabor a maracuyá y con la foto de Pamela Anderson en porretas.

 

¿Vas pillando como es la libertad en el Opus Dei?

 

¡Pues eso es así! ¡Siempre! ¡En cualquier centro, menos en el tuyo!

 

En la Obra, para comprarte una mierda de gayumbos, (o cualquier otra cosa), además de pedir los permisos pertinentes y el dinero necesario, tienes que hacerte acompañar de otro “pringao”, con más criterio que tú, para que te diga, “in situ”, cuales son los más económicos, pudorosos y modestos, si unos “slip” de UHF (Un Huevo Fuera), o mejor unos “boxer” de badajo más libre y colgandero.

 

¿Crees que aquí se acabó mi calvario? ¡Pues no! Porque, en mi pueblo, no existían entonces las “grandes superficies”. Así que, tuvimos que hacer la adquisición de marras, en una tienda del barrio. Una “Mercería, Lencería, Paquetería” de las de toda la vida de Dios.

 

Por cierto, y digo yo en mi ignorancia, sin venir a cuento: ¿la “paquetería”, será la “lencería” de caballeros?

 

Bueno, a lo que estamos. ¿Sabes lo que pensó la dependienta, cuando se echó a la cara, a dos maromos, en semejante trance? ¡¡¡Yo si!!! ¡¡¡Todavía se sonríe cuando me la cruzo por la calle, la tía pedorra!!!

 

Desde entonces, le encargaba la compra de los gayumbos a mi madre, saltándome no sé cuantísimos criterios de la Obra y arriesgando mi alma de cántaro a la condenación eterna.

 

Estas cosas, las he vivido y las he visto innumerables veces en, al menos, una decena de centros del Opus Dei diferentes.

 

Por ejemplo, conozco a uno que, después de entregar media vida a la Obra, le denegaron el permiso, (y el dinero), para ponerle un radiocasete al coche. El tío viajaba mucho, -labores de la Obra-, así que, cuando le dijeron que no había “loro”, armó la de “Dios es Cristo”, (ver Concilio de Nicea), se cagó en lo más barrido, salió tirando coces y mordiscos a las puertas y no volvimos a verle el peluquín. Con un par.

 

Pero Dios escribe derecho con renglones torcidos. Ahora mismito, me estoy imaginando a aquel “renglón torcido” con un coche “tuneao” y con un equipo que lo flipas, de tropecientos watios, pegando botes y perdiendo empastes, por esos mundos de Dios. Mas contento que Chupito.

 

Permíteme entonces, amigo Xete, que dé más credibilidad a mi experiencia que a la tuya, que es nula, puesto que tú nunca has pertenecido al Opus Dei.

 

            Así que… ¡tú mismo! Yo he cumplido con avisarte.

 

            ¡No me jodas…! ¡A cenar a un pub…!

 

            ¡¿Y los permisos?!

 

¡¿Y la pasta?!

 

¡¿Y el supervisor?!

 

¡¿Y como pelas el plátano?!

 

Y además, ¡¿desde cuando en un pub dan de cenar?!

 

Heavy

 

P.D. para Australopitecus, (si es que llega a leer esto):

 

En un escrito reciente, igual de divertido que el que acabo de citar, preguntabas, qué es una “fiesta farlopera”. Bueno, pues la “farlopa”, en el argot calorro, es la cocaína.







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