Hay una frase que algunos -incluso aquí- repiten continuamente: «nunca pasa nada», y que me recuerda a aquella famosa frase que tanto escuché en mis 7 años de numeraria «Nunca pasa nada, y si pasa ¿qué importa?; y si importa, ¿qué pasa?»
Una numeraria de mi centro murió con 22 años. A nosotras nos dijeron que no se encontraba bien y que la habían llevado al hospital. También nos dijeron que, para que descansara, era mejor que no fuéramos a verla, que ya se encargarían de visitarla el consejo local y las de la delegación.
A los pocos días la directora nos dijo que había muerto, pero que «no pasa nada», que el sacerdote había ido a verla aquella misma mañana.
Unos días más tarde, yo me salí de la obra.
Un mes después me enteré de la verdad. Me llamó la secretaria del centro para decirme que se había ido, que ya no era numeraria, y que quería que supiera la verdad. Aquella numeraria de 22 años, hija de supernumerarios y hermana de numerarios, se había tirado por el balcón. Pero no había muerto en el acto. Había estado varios días en el hospital y sí, es verdad, su familia y el sacerdote habían ido a verla, pero ella no los había dejado entrar en la habitación.
A los que de verdad crean que «nunca pasa nada» me gustaría decirles que, en realidad, lo que pasa es que muchas veces no tenemos la información necesaria y no sabemos por qué pasan las cosas (si es que llegamos a enterarnos de que han pasado) ni qué intenciones mueven a nuestros superiores para permitirnos decir o hacer ciertas cosas.
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