Me ha emocionado la sinceridad del escrito de Xete. Me ha emocionado y me ha traído recuerdos de la atmósfera de libertad que también yo viví en el Opus Dei®. Xete, muchos no te creerán, pero yo sí.

En mi centro, por ejemplo, decidimos en asamblea libertaria las publicaciones a las que suscribirnos (arrasaron el Interviú -por los artículos de fondo, claro- y Mundo Cri... no, ¿cómo era...? ah, sí: Mundo Obrero). Antes habíamos sometido a votación asistir a las propias asambleas desnudos pero finalmente salió, por mayoría absoluta, hacer zona nudista toda la casa y en toda ocasión (salvo para ir al comedor, donde, por natural decoro, se decidió tocarnos con bombín). Y no pasaba nada. Recuerdo (qué risas) cómo arrancamos la solería de la sala de estudio para hacer allí una huerta ecológica, trufando entre las matas de tomates la marihuana con la que aliñaríamos desde entonces nuestros particulares crespillos. Y no pasaba nada, nunca. En mi época, Xete, no había botellona, así que nos teníamos que conformar directamente con quemar contenedores ante la mirada lánguida de las amables señoritas que antes habíamos recogido en un bar de carretera que con luces de neón anunciaba: SE CELEBRAN RETIROS Y CURSOS ANUALES. Y no pasaba nada. Vivíamos con nuestras novias (cada uno con las suyas, claro, nada de libertinaje) y no pasaba nada. Recuerdo también la noche en que el director (era de los Hare Krishna, y no pasaba nada) nos propuso a los numerarios (tras asistir gustosos a una maratón de cine de arte y ensayo, underground e independiente) irnos con todos los de San Rafael y con cuantos mendigos viésemos en el camino a cenar a un pub.

Entonces, (¡paf!), pasó algo. Un aguafiestas llamado Heavy levantó el dedo y dijo:

- Dire, ¡¿desde cuándo en un pub dan de cenar?!

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