Hola a todos.

Os escribo para compartir con vosotros una experiencia.

Recuerdo una vez que, cuando le planteé a la directora del centro de estudios en el que vivía mi deseo de apuntarme en la facultad de traducción, ella me contestó así: «Tienes que aprender a conocerte y a reconocer cuál es la voluntad de Dios para ti, que te habla a través de tus directores. Tú no tienes la capacidad de estudiar una licenciatura, así que te encomendaré para que sepas aceptar tus propios límites. Piensa en el borrico que da vueltas a la noria aceptando su condición (...)»

Pues bien, lo que quiero deciros es que hace ya cinco años que terminé la carrera y que trabajo para una editorial con la que ya he publicado varios libros que he traducido de distintos idiomas, así como con diversas empresas de España y del extranjero.

Además de compartir mi alegría con vosotros, lo que desearía de verdad es animar a aquellos que se sientan manipulados, como lo fui yo, y animar a los que se quieran ir pero no se atrevan, pensando que fuera de la obra no serán capaces de sobrevivir, quizá después de muchos años...

Un abrazo para todos.