¿Segregación Social?.- IgnacioSalvador
Fecha Wednesday, 26 September 2007
Tema 010. Testimonios


Erase los años 88, cursaba el décimo quinto año de mi vida, cuando tuve contacto por primera vez con gente de la obra. Mi ilusión siempre había sido ser Arquitecto y coincidía que en aquel centro había un Sacerdote-Numerario que había sido arquitecto. Todo coincidía, supuesto ambiente de familia, buen trato y figura de alguien que había sido arquitecto. Hasta allí, todo viento en popa, sólo que aun no sabían los numerarios que procedía de una familia fracmentada, pues mis padres se habían divorciado cuando tenía 12 años, pero al parecer no interesaba, ya que mi papá era uno de los mejores médicos de la ciudad, tenía posición profesional y sobretodo social. Mi madre, una mujer entregada a sus hijos, sacándolos adelante con su profesión, profesora, que en algunas ocasiones había ido a un centro de mujeres pero que años más tarde me enteraría que le habían dicho que no frecuentara más, ya que si era profesora no tenía mucha influencia en la sociedad, pues hay que decir que en mi país, los profesores son mal remunerados y por ende su círculo social no esta a la altura de las espectativas de la obra.

Aun con todo, seguía yendo los días jueves al centro de varones, a la meditación que daba el sacerdote y luego a la tertulia que se tenía, teniendo que preparar algún tema de interés. Para mayor enganche, nos comenzaron a ofrecer la oportunidad de poder ir, luego de la salida del colegio o escuela, a la casa de la obra para poder desarrollar nuestras tareas o planas de clases que nos dejaran con la ayuda de algún numerario, que a la vez, sin darnos cuenta, iba jalándonos a parte para llevar la charla fraterna aconsejándonos libros del fundador a que leyéramos y plantearnos un plan de vida ascética.

Se organizaban paseos o campin los fines de semana a los que había que aportar cierta cantidad de dinero lo cual no era asequible para mí, y aquel compañero que me llevara junto con el otro amigo, que sí contaban con los recursos pecunarios, cubrían mi vacío de dinero. Pero bastó un buen día que comenzaron a indagar sobre mi vida, mi procedencia, mis padres, hermanos, etc y al descubrir lo escrito líneas arriba, comenzaron a dejarme de lado, pero que con la ilusión del buen trato, no percivía, pero sí uno de mis amigos - hermanos - que íbamos, tanto así que un buen día, jueves, llamé por teléfono a GHN (iniciales de uno de mis amigos) para decirle que de costumbre íbamos a la obra y GHN me dijo que no iba y que mejor no fuera que lo vaya sí a buscar a su casa porque tenía algo que conversar conmigo.

Cuando fuí a verle, lo encontré ofuscado y con verbo directo y sin rodeos me dijo que no mas fúeramos a la obra y que si MPR (iniciales del otro amigo) deseaba, que fuera él solo, a lo que le dije por qué esa actitud, respondiéndome que íban a realizar un viaje a la Universidad de Piura (PERU) de tres días y que éra mas que nada para plantear la vocación a numerarios y que él percivía que no era lo nuestro. Más que un poco confundido, le dije que había que ir, pues de repente era algo para nosotros, a lo que GHN fue mas claro diciéndome que NO, que no iba él y que a mi no me iban a invitar porque ya sabían que mis padres eran separados, que mi madre era profesora y que no contaba con los medios económicos y que les habían dicho a ellos (GHN y MPR) que me dijeran que no vaya mas a la obra. GHN no estaba de acuerdo y me decía que por fidelidad a la amistad que nos unía mas que simple amistad, era fraternidad, se solidarizaba conmigo y no deseaba seguir yendo a un lugar que segregaban por cosas sociales.

A mí me dolió muchísimo poder escuchar eso y me aparté buen tiempo de la obra, pero después de casi medio año, me volvieron a buscar, pero esta vez a través del tenis, pues jugaba desde los 10 años y en el club que pertenecía, por mi papá, iban gente de la obra, pero no fueron numerarios los que me buscaron, sino seminaristas diocesanos que habían pedido incorporación a la sociedad sacerdotal de la santa cruz, pues solo a ello podía acceder si es que deseaba pertener a la obra.

Aun con todo, no dejé de atender a aquel seminarista, pues era mayor que yo pero había estudiado en el mismo colegio, que díagase de paso, era colegio de sacerdote Paules o Vicentinos, como se le conoce aca en Perú pero que en mi ciudad era el mejor colegio, por no decir, en el que solo estudiaba gente de dinero.

IgnacioSalvador









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