Muchas veces he puesto en duda la importancia de lo anecdótico sobre lo fundamental, sin embargo cuando miro hacia el pasado y veo lo sucede hoy en el Perú, tengo que echar mano de aquellas cosas que sucedieron en las décadas de los 80 y los 90. Eran tiempos en los que la democracia, en pañales aún, ponía sus cimientos y empezaba a ser administrada por peruanos “ilustres”, muchos de ellos ligados al opus dei. Fueron aquellos tiempos en los que yo creìa firmemente en “la santificación de la vida ordinaria” en el dejar poso en cada una de las actividades profesionales, por supuesto en la versión opusdei.
A estas alturas de mi vida no puedo callar muchas cosas de las que he sido testigo o he vivido de cerca y que, tristemente, apoyè en su momento. No puedo ni debo olvidar que cuando el paìs necesitaba de decisiones a favor de los mas pobres, el congresista numerario o la congresista supernumeraria o los cooperadores y simpatizantes de la obra que ocupaban escaños importantes en el Congreso de la Repùblica, quedaran inmóviles e indiferentes, porque aquello no era “lo fundamental” en sus fines apostólicos. No quiero olvidar que cuando la Iglesia peruana se iba llenando de obispos y párrocos del Opus dei, las ayudas y los recursos económicos generosos que llegaban desde el extranjero, eran utilizados en el embellecimiento de retablos y restauración de arte colonial, mientras los programas de alimentación y educación para los mas necesitados pasaban a ser de “menor importancia”. No quiero ni deseo negar mentalmente que apenas asumiera el sillón arzobispal el actual cardenal, muchos sacerdotes comprometidos con sus pueblos, hicieron sus maletas y se fueron en un viaje sin retorno, solamente porque su sensibilidad social ofendía a la ortodoxia que se implantaba en Lima. No puedo olvidar las “amistades” peligrosas entre muchos numerarios y la mafia de la familia presidencial, solamente porque el criterio de selección les impulsaba a tratar “a los mejores”. No puedo olvidar la manipulación desde el Ministerio de Educación para imponer estructuras curriculares ajenas a la realidad de la familia peruana y el intento descabellado de eliminar la gratuidad de la enseñanza. Y puedo seguir enumerando anécdotas y anécdotas algunas veces tragicómicas y otras surrealistas. Sin embargo lo mas grave es que aquellos que hicieron sus pininos en la política y en los puestos de poder peruanos, hoy están fuertes y robustos. Hay muchas personas como yo que vieron desde “dentro” lo que pasaba y después dejaron la obra, sin embargo escucho un silencio muy largo un “no me interesa porque me va bien” o muchas veces: “eso es anecdótico” no todos son asì.... Sè muy bien lo que sucede en mi paìs, sè muy bien y conozco quienes están detrás de los medios de comunicación, tan bien trabajados en los años 80 y 90, conozco a los supernumerarios que gerencian los medios mas importantes de expresión, me divierte ver en televisión posturas crìticas al opus dei de algunos periodistas que dan solamente la cara y hacen el show, cuando su puesto de trabajo està en manos de gente de la obra.
Me asfixia la inmoralidad de muchos que un dìa compartimos una tertulia o rezamos las preces en el oratorio. Sin embargo me queda la esperanza de que lo anecdótico, con el tiempo, derribe la coraza inmaculada de lo fundamental y como dice la canción: “uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta….” Un abrazo desde Perù, con mucha esperanza, a pesar de todo…..
